Cuando quiso darse cuenta, estaba abriendo los ojos sobre su escritorio acompañado de una pequeña lámpara y otra botella de vino que, como era de esperar, estaba vacía.
Nunca supo cuánto tiempo había estado allí, tampoco le importaba. Sólo recordaba haber intentado escribir esa carta, la misma carta que, desde hace meses atrás, nunca salió de su cabeza, como si las palabras estuvieran encadenadas bajo su cráneo y no supieran volar hacia el papel. Porque sí, las palabras a veces vuelan, pero las emociones pueden acobardar al más bello de los textos, escondiéndolo en el alma del poeta y condenándolo a una vida fría, vacía y alejada de sentimientos y sueños que nunca logró mostrar.
Sin embargo, él estaba empeñado en escribir esa carta. Sabía que ella lo merecía, que con ella todo podría ser diferente. No obstante, se sentía totalmente paralizado cada vez que ella se acomodaba en su cabeza, haciendo que, como el más bello de los ángeles, su triste habitación de paredes grises se convirtiera en el más dulce de los paraísos mientras soñaba despierto con la vida que compartirían, con el futuro que les esperaba si algún día él lograba llamar su atención, si lograba demostrar que vivía por y para ella, y que no había nada en el mundo capaz de hacerle sentir más vivo que su compañía.
Por eso era tan importante la carta, la carta en la que mostraría una faceta de sí mismo que nunca se permitió conocer. Siempre había huido del amor, pero, como un cazador imbatible, él se había convertido en su más débil presa sin poder hacer nada por evitarlo. De todos modos, ya nada importaba, pues había comprendido que una vida sin amor se limita a la más triste de las existencias, y ella había llegado para acabar con sus principios, para ofrecerle una nueva visión de las cosas, para dar color a su desesperanza y teñir de posibilidades un futuro que ya no le asustaba, pues cualquier eternidad era corta si podían compartirla.
De este modo, el poeta volvió a incorporarse en la mesa y, cogiendo un nuevo papel, se dispuso a escribir, a demostrar que su vida tenía sentido cuando se encontraban, a jugar al error de no esconderse y mostrar al mundo que nadie ha nacido para estar solo. Aún así, en esa carta sólo aparecieron dos frases que, por desgracia, nunca más volvieron a ser leídas.
«Gracias por existir. Siempre te estaré esperando.»
Y así, siempre fuiste un motivo para escribir cartas en secreto, pues tú eras la musa que inspiraba al poeta.
Flautista.
miércoles, 25 de diciembre de 2013
sábado, 14 de diciembre de 2013
Sin que tú te enteres...
Sin que tú te enteres
inicio por ti una Cruzada,
camino en la noche manchada
de sueños que nunca cumplí.
Sin que tú te enteres,
yo voy desnudando al destino,
al miedo de vivir contigo
vidas que sin ti se derraman.
El vino de los sueños
en nuestra mente graba
un futuro maldito
si para ti no soy nada.
No encuentro la manera
de amainar este tormento
en el que yo, barco de vela
sin ti, siento que no hay viento.
Acordes inconclusos
cuartetos que me narran
preludios hoy confusos,
cuerdas que caen desgarradas.
En mi mundo me haces falta,
si no estás se me cae el cielo,
si tú me das la espalda
en este bosque yo me pierdo.
Quise rogar al viento
que me muestre sus cartas,
que juegue al escondite
y nos encuentre hoy en tu cama.
Quise rogar al tiempo
que no nos haga falta
luchar cien mil veranos
para que tu estés mañana
pintada en este lienzo,
tú, mi musa soñada,
yo bufón en tu reino
y tú la reina de mi alma
perdiendo nuestros cuerpos
en besos que delatan
que sin ti vivo en guerra,
que no hay paz si tu te marchas.
Sin que tú te enteres
me invento una historia contigo,
un verso que nunca has leído,
tormentas que nunca se calman.
Sin que tú te enteres
me esfuerzo intentando estar vivo,
buscándote en ese pasillo,
de la vida que hoy nos separa.
En esta guerra interna
soy el campo de batalla,
soy la víctima que llora;
sin ti, la vida son balas.
Me pongo una careta
para ocultar mis sentimientos,
en mi baile de sonrisas
"Buenos días" es un "te quiero".
Y tú no has descubierto
la mentira que me daña,
duele llamar amiga
a la dueña de mi alma.
Por eso si sonrío
sé que debes preocuparte,
pues todo en este mundo
siempre quise regalarte.
Y ahora me lamento,
de siempre haberte ocultado
que eres tú por la que sufro,
por la que nunca he luchado,
pues siempre tuve miedo,
de que huyeras de mi vida,
pero en esta triste historia
eres tú la protagonista,
la voz que a mí me calma,
el grito del silencio,
el mayor de los motivos
de tener celos del viento,
viento que te acaricia
al despertar por las mañanas,
lágrimas que se suicidan
para no decirte nada,
por ocultar mis sentimientos
y sonreír como un idiota
mientras te regalo versos
y te pienso en cada nota.
Sin embargo,
parece que ya has escogido,
otro príncipe hay en tu camino,
y contra eso no puedo hacer nada.
Sin que tú te enteres,
te esperaré hoy en este pasillo,
buscando el café del domingo,
y despertando otro martes sin nada...
Siempre serás un motivo para quererte por sorpresa
Flautista
inicio por ti una Cruzada,
camino en la noche manchada
de sueños que nunca cumplí.
Sin que tú te enteres,
yo voy desnudando al destino,
al miedo de vivir contigo
vidas que sin ti se derraman.
El vino de los sueños
en nuestra mente graba
un futuro maldito
si para ti no soy nada.
No encuentro la manera
de amainar este tormento
en el que yo, barco de vela
sin ti, siento que no hay viento.
Acordes inconclusos
cuartetos que me narran
preludios hoy confusos,
cuerdas que caen desgarradas.
En mi mundo me haces falta,
si no estás se me cae el cielo,
si tú me das la espalda
en este bosque yo me pierdo.
Quise rogar al viento
que me muestre sus cartas,
que juegue al escondite
y nos encuentre hoy en tu cama.
Quise rogar al tiempo
que no nos haga falta
luchar cien mil veranos
para que tu estés mañana
pintada en este lienzo,
tú, mi musa soñada,
yo bufón en tu reino
y tú la reina de mi alma
perdiendo nuestros cuerpos
en besos que delatan
que sin ti vivo en guerra,
que no hay paz si tu te marchas.
Sin que tú te enteres
me invento una historia contigo,
un verso que nunca has leído,
tormentas que nunca se calman.
Sin que tú te enteres
me esfuerzo intentando estar vivo,
buscándote en ese pasillo,
de la vida que hoy nos separa.
En esta guerra interna
soy el campo de batalla,
soy la víctima que llora;
sin ti, la vida son balas.
Me pongo una careta
para ocultar mis sentimientos,
en mi baile de sonrisas
"Buenos días" es un "te quiero".
Y tú no has descubierto
la mentira que me daña,
duele llamar amiga
a la dueña de mi alma.
Por eso si sonrío
sé que debes preocuparte,
pues todo en este mundo
siempre quise regalarte.
Y ahora me lamento,
de siempre haberte ocultado
que eres tú por la que sufro,
por la que nunca he luchado,
pues siempre tuve miedo,
de que huyeras de mi vida,
pero en esta triste historia
eres tú la protagonista,
la voz que a mí me calma,
el grito del silencio,
el mayor de los motivos
de tener celos del viento,
viento que te acaricia
al despertar por las mañanas,
lágrimas que se suicidan
para no decirte nada,
por ocultar mis sentimientos
y sonreír como un idiota
mientras te regalo versos
y te pienso en cada nota.
Sin embargo,
parece que ya has escogido,
otro príncipe hay en tu camino,
y contra eso no puedo hacer nada.
Sin que tú te enteres,
te esperaré hoy en este pasillo,
buscando el café del domingo,
y despertando otro martes sin nada...
Siempre serás un motivo para quererte por sorpresa
Flautista
sábado, 7 de diciembre de 2013
Respira...
Me falta el aire, pues siempre quise regalarte el sol,
pero tu luz lo redujo a la menor de las cerillas...
A veces me pregunto por qué seguimos respirando, por qué luchamos contra el invierno que nos quema, por qué caminamos cada mañana si nuestros pasos no hacen que nos crucemos en el más dulce de los accidentes, en el error de hacer que formes parte de mi vida para suplicar que te quedes siempre en ella.
He logrado doctorarme en ilusiones, en esperanzas de sueños que nunca llegaron, pues tuve la costumbre de correr más que los amores, de cerrar ventanas a la primavera, provocando el otoño de un corazón que se secó por no conocerte.
Los fantasmas de recuerdos no vividos perturban la tormenta de mi mente, una guerra de razón contra emociones en la que somos víctimas y verdugos del pasado que no compartimos, del presente que no nos une y del futuro que tal vez nunca vivamos.
No importa dónde te busque,
siempre logras esconderte.
Siempre logras escaparte entre mis dedos, fluir, recordarme que estamos vacíos, que no estamos vivos si no nos conocemos. Siempre logras demostrarme que nos completamos, nos rompemos y nos autodestruimos cuando nos buscamos en ninguna parte, cuando nos derramamos en versos que no comprendemos, cuando no hay lienzo capaz de plasmar lo que sentimos, ni colores que tiñan nuestro futuro con tonos de esperanza, con el calor de un domingo contigo, de una vida en la que, volviéndote el centro de mi mundo, me hagas ingrávido, me eleves, me recuerdes que estoy vivo y me hagas tocar el cielo.
Ya sé que no aparecerás, que eres una ilusión de mi cabeza, un sueño en esta pesadilla, pero no logro despertarme y me niego a aceptar que estoy dormido, que debo rendirme y entregarme al abismo, pues sólo saltaré al vacío si agarras mi mano para guiarme.
De todos modos ya nada importa. Todo dejó de tener sentido cuando comprendí que no vivimos en fábulas ni cuentos. Nacimos en una tragedia griega, crecimos en un drama giocoso y moriremos en el réquiem de dos almas que volaron rotas por no encontrarse, que soñaron heridas bajo alambradas en el cielo, que se inmolaron por llorar días de lluvia en el desierto y no poder beber de ti cuando despierten.
Aún así, te regalo mi último aliento, te entrego mi alma, te envuelvo trozos del cielo mientras, poniendo los pies en el suelo, lamento respirar un aire contaminado con tu ausencia, con la idea de que tal vez sólo te tenga en mi cabeza, que sólo pueda compartir una vida contigo si la invento entre imaginaciones y que toda realidad que nos pertenezca no sea más que una triste fantasía.
Por tanto, no quiero marcharme sin pedirte que regreses, que vengas a mí si en algún universo te importo, si crees que podemos arriesgarnos a soñar despiertos, a mirarnos en secreto en el trabajo, a convertirnos en el motivo que nos haga coger el teléfono con alegría, a taparnos los ojos con las manos sabiendo que guiarás mi cuerpo y mis sábanas.
Créeme, si alguna vez quieres venir, yo siempre te estaré esperando.
Siempre fuiste un motivo para sonreír estando sin aliento.
Flautista
martes, 3 de diciembre de 2013
"Nunca..."
Nunca supe qué me hiciste,
pero en invierno eres el fuego al que me arrojo,
nunca me atreví a decirte
que en mi vida siempre fuiste un gran tesoro.
Siempre quise regalarte
tierra, cielo, sol y estrellas
nunca pude confesarte
que por ti gano cien mil guerras.
Y hoy,
solo,
me arrepiento de no decirte todo,
de sonreír mientras por dentro te lloro,
de no contarte que vivo en una cuerda floja
que me ahorca en este teatro de marionetas,
donde interpreto el sueño que no me abandona,
el sueño de soñarte soñando que me sueñas
y despertar en pesadillas
donde mi secreto ignoras.
Y eso es todo,
soy un cobarde y en secreto te añoro.
Vivo por ti, respiro y siento que floto
cuando vienes como el café de los martes,
cuando mirarte se vuelve mi séptimo arte
y tú, mi octava maravilla de un mundo que
sin ti
ya no me importa,
de acordes rotos en la voz desgarradora
de quienes gritan que el mundo es para soñadores
y por soñarte sienten que el alma les roban,
pues es delito intentar imaginarte
dentro de un cuerpo al que tus dedos nunca rozan.
Mañana,
cuando pienses que en la vida estás sola
recuerda que me entrego
a una caricia soñadora,
al deseo de buscarte, de tenerte, de mirarte
y soñar que tu luz no me abandona,
pues nací para cuidarte, para darte lo mejor
en este mundo aterrador
donde por ti yo quiero ser
mejor persona.
Nunca supe qué decirte,
por eso siempre te quise en silencio.
Flautista
pero en invierno eres el fuego al que me arrojo,
nunca me atreví a decirte
que en mi vida siempre fuiste un gran tesoro.
Siempre quise regalarte
tierra, cielo, sol y estrellas
nunca pude confesarte
que por ti gano cien mil guerras.
Y hoy,
solo,
me arrepiento de no decirte todo,
de sonreír mientras por dentro te lloro,
de no contarte que vivo en una cuerda floja
que me ahorca en este teatro de marionetas,
donde interpreto el sueño que no me abandona,
el sueño de soñarte soñando que me sueñas
y despertar en pesadillas
donde mi secreto ignoras.
Y eso es todo,
soy un cobarde y en secreto te añoro.
Vivo por ti, respiro y siento que floto
cuando vienes como el café de los martes,
cuando mirarte se vuelve mi séptimo arte
y tú, mi octava maravilla de un mundo que
sin ti
ya no me importa,
de acordes rotos en la voz desgarradora
de quienes gritan que el mundo es para soñadores
y por soñarte sienten que el alma les roban,
pues es delito intentar imaginarte
dentro de un cuerpo al que tus dedos nunca rozan.
Mañana,
cuando pienses que en la vida estás sola
recuerda que me entrego
a una caricia soñadora,
al deseo de buscarte, de tenerte, de mirarte
y soñar que tu luz no me abandona,
pues nací para cuidarte, para darte lo mejor
en este mundo aterrador
donde por ti yo quiero ser
mejor persona.
Nunca supe qué decirte,
por eso siempre te quise en silencio.
Flautista
lunes, 25 de noviembre de 2013
Carta de un zombie
A ti, que no necesitas presentaciones.
Si estás leyendo esto es porque ya no estoy contigo, o, al menos, ya no estoy como solía estarlo. Ahora todo es diferente y, como no estoy ocupado respirando, en vez de sobrevivir me preocupo por pensar, por descubrir todo aquello que mi existencia no supo mostrarme.
Me he dado cuenta de que la vida es el mejor de los regalos, pues es el único regalo que realmente nos pertenece. Sin embargo, nunca sabemos apreciarlo porque nos cegamos mirando el envoltorio sin llegar a ver lo realmente importante.
Vivimos en un mundo que nos prepara para un futuro que nunca llega, en el que tenemos que dar la cara ante los demás, ser eficaces y hacer lo que la gente espera. Vivimos en un mundo que no parece pensado para nosotros y, sin darnos cuenta, acabamos viviendo en un mundo en el que más que vivir parecemos estar muertos.
Y luego yo soy el zombie...
Para mí es demasiado tarde, pero a ti quiero pedirte un favor. Quiero que disfrutes la vida que tienes, que seas diferente y luches por ti, por tu felicidad y por la vida que te mereces. No te infravalores y demuestra al mundo que no tienes de qué esconderte. Muerde a quien quiera pisarte, sonríe a quien te extienda su mano, recuerda que no estás solo y vive cada segundo como si fuera el último. A fin de cuentas, tienes la posibilidad de vivir una vida única, algo tan increíble que nadie más podrá experimentarlo, y tienes que aprovechar eso antes de que sea demasiado tarde.
Ahora tengo que marcharme. Siento no poder compartir contigo el mundo que ahora te cedo, pero siempre estaré orgulloso de ti, y allá donde vaya te seguiré admirando. Mi vida ya se termina, y mi existencia caerá en el olvido, pero merecerá la pena si antes de irme logro hacer que recuerdes todo lo bueno que te caracteriza.
Sigue luchando por ser feliz y no dejes que nada te detenga. Sólo así podré descansar en paz.
Flautista (zombie)
Si estás leyendo esto es porque ya no estoy contigo, o, al menos, ya no estoy como solía estarlo. Ahora todo es diferente y, como no estoy ocupado respirando, en vez de sobrevivir me preocupo por pensar, por descubrir todo aquello que mi existencia no supo mostrarme.
Me he dado cuenta de que la vida es el mejor de los regalos, pues es el único regalo que realmente nos pertenece. Sin embargo, nunca sabemos apreciarlo porque nos cegamos mirando el envoltorio sin llegar a ver lo realmente importante.
Vivimos en un mundo que nos prepara para un futuro que nunca llega, en el que tenemos que dar la cara ante los demás, ser eficaces y hacer lo que la gente espera. Vivimos en un mundo que no parece pensado para nosotros y, sin darnos cuenta, acabamos viviendo en un mundo en el que más que vivir parecemos estar muertos.
Y luego yo soy el zombie...
Para mí es demasiado tarde, pero a ti quiero pedirte un favor. Quiero que disfrutes la vida que tienes, que seas diferente y luches por ti, por tu felicidad y por la vida que te mereces. No te infravalores y demuestra al mundo que no tienes de qué esconderte. Muerde a quien quiera pisarte, sonríe a quien te extienda su mano, recuerda que no estás solo y vive cada segundo como si fuera el último. A fin de cuentas, tienes la posibilidad de vivir una vida única, algo tan increíble que nadie más podrá experimentarlo, y tienes que aprovechar eso antes de que sea demasiado tarde.
Ahora tengo que marcharme. Siento no poder compartir contigo el mundo que ahora te cedo, pero siempre estaré orgulloso de ti, y allá donde vaya te seguiré admirando. Mi vida ya se termina, y mi existencia caerá en el olvido, pero merecerá la pena si antes de irme logro hacer que recuerdes todo lo bueno que te caracteriza.
Sigue luchando por ser feliz y no dejes que nada te detenga. Sólo así podré descansar en paz.
Flautista (zombie)
martes, 12 de noviembre de 2013
A contrarreloj
A veces, el tiempo pasa tan rápido que nos atropella sin que lleguemos a enterarnos.
Un día cualquiera nos levantamos de la cama cambiando sueños por responsabilidades, vendiendo valor, renunciando a valores y comprando inseguridades, miedos y obligaciones.
Algunos lo llaman madurez, pero yo prefiero llamarlo hipocresía.
Nos cuesta admitirlo, es más, nos duele pensar en que quepa la menor posibilidad de que esto sea cierto, pero el ser humano es hipócrita por naturaleza. Desde niños, nos enseñan que debemos ser ambiciosos, que debemos esforzarnos por lo que queremos, mover nuestros deseos, luchar por nuestras pasiones y mostrar nuestros sentimientos. Desde que somos pequeños nos enseñan que la vida es para los que se la trabajan y, si algún día manifestamos la menor muestra de flaqueza o inseguridad, ¡ZAS! intentan cazarnos diciendo que es demasiado tarde, porque ya no es que esté mal ser ambicioso, sino que ahora ya no eres un niño y tus ambiciones deben ser otras.
Si lo que nos dijeran es cierto, ha llegado el momento de dejar de soñar con ser futbolista para colgar las botas y trabajar en un banco, de renunciar a formar parte de todo grupo que no sea el de tu comunidad de vecinos. Quieren hacernos creer que es momento de sepultarnos bajo la rutina, de comprometernos con la hipoteca y camuflarnos en la cotidianidad de una vida a la que nunca nos quisimos entregar.
Pero yo no me lo creo...
Porque, por mucho que intenten negarlo, siempre creeré que las ambiciones están para cumplirlas, que los deseos no son sueños, sino premoniciones de lo que algún día conseguiremos, y que, aunque muchos se hayan perdido por el camino que les llevaba a alcanzar sus metas, nosotros debemos de seguir intentándolo, por respeto a los que no pudieron conseguirlo y por respeto a nosotros mismos, que no nos merecemos una vida en la que no seamos verdaderamente felices.
Por tanto, me gustaría terminar haciendo un llamamiento. Si a lo largo de nuestra vida nos planteamos rendirnos con aquello que deseamos, si alguna vez nos plantean que no conseguiremos lo que queremos y si alguien nos insinúa que debemos tirar la toalla con algo, pido por favor que respondamos negativamente, pues para rendirnos siempre tendremos tiempo mañana.
El tiempo siempre pasará rápido, pero nuestra felicidad se hará fuerte a contrarreloj si luchamos por lo que queremos.
Siempre habrá un motivo para esforzarnos por todo lo que nos hace felices.
Flautista.
Un día cualquiera nos levantamos de la cama cambiando sueños por responsabilidades, vendiendo valor, renunciando a valores y comprando inseguridades, miedos y obligaciones.
Algunos lo llaman madurez, pero yo prefiero llamarlo hipocresía.
Nos cuesta admitirlo, es más, nos duele pensar en que quepa la menor posibilidad de que esto sea cierto, pero el ser humano es hipócrita por naturaleza. Desde niños, nos enseñan que debemos ser ambiciosos, que debemos esforzarnos por lo que queremos, mover nuestros deseos, luchar por nuestras pasiones y mostrar nuestros sentimientos. Desde que somos pequeños nos enseñan que la vida es para los que se la trabajan y, si algún día manifestamos la menor muestra de flaqueza o inseguridad, ¡ZAS! intentan cazarnos diciendo que es demasiado tarde, porque ya no es que esté mal ser ambicioso, sino que ahora ya no eres un niño y tus ambiciones deben ser otras.
Si lo que nos dijeran es cierto, ha llegado el momento de dejar de soñar con ser futbolista para colgar las botas y trabajar en un banco, de renunciar a formar parte de todo grupo que no sea el de tu comunidad de vecinos. Quieren hacernos creer que es momento de sepultarnos bajo la rutina, de comprometernos con la hipoteca y camuflarnos en la cotidianidad de una vida a la que nunca nos quisimos entregar.
Pero yo no me lo creo...
Porque, por mucho que intenten negarlo, siempre creeré que las ambiciones están para cumplirlas, que los deseos no son sueños, sino premoniciones de lo que algún día conseguiremos, y que, aunque muchos se hayan perdido por el camino que les llevaba a alcanzar sus metas, nosotros debemos de seguir intentándolo, por respeto a los que no pudieron conseguirlo y por respeto a nosotros mismos, que no nos merecemos una vida en la que no seamos verdaderamente felices.
Por tanto, me gustaría terminar haciendo un llamamiento. Si a lo largo de nuestra vida nos planteamos rendirnos con aquello que deseamos, si alguna vez nos plantean que no conseguiremos lo que queremos y si alguien nos insinúa que debemos tirar la toalla con algo, pido por favor que respondamos negativamente, pues para rendirnos siempre tendremos tiempo mañana.
El tiempo siempre pasará rápido, pero nuestra felicidad se hará fuerte a contrarreloj si luchamos por lo que queremos.
Siempre habrá un motivo para esforzarnos por todo lo que nos hace felices.
Flautista.
martes, 5 de noviembre de 2013
Soy
Soy ese frasco vacío
que no sabe de qué se llena,
soy un grito ahogado en el viento,
una sonrisa tapada en las penas.
Soy ese Niño Perdido
que de Nunca Jamás expulsaron,
el sueño que nunca cumpliste,
la rabia de no haberte luchado.
Soy ese error cometido
que te sirvió para ser diferente,
partida sin fin ni reinicio,
juegos que pierden la suerte.
Soy esa gota en el río
que envidia a las nubes que vuelan,
soy comienzo sin principios
de una triste tragicomedia.
Soy lo que nunca admitiste,
aquello que siempre has soñado,
deseos que en tu vida omitiste,
¿realidades? si nunca llegaron...
Soy quien de noche te cuida,
quien de día sonríe por verte,
ya no me importa la vida:
tu ausencia es peor que la muerte.
«Cuando nacemos somos contenedores de almas, de sueños que aún no hemos cumplido. Luchemos por liberar nuestra esencia, por no morir como contenedores vacíos.»
Sigamos adelante. Siempre tendremos ocasión de ser mejores.
Flautista.
domingo, 3 de noviembre de 2013
Deja de pensar
Deja de pensar,
busca un segundo en el que nada sea incorrecto,
haz que todo valga, lucha
y no olvides que te estaré esperando.
Deja de pensar,
hoy nadie puede juzgarte,
el mundo es tuyo, sonríe,
haz que vivir sea un nuevo arte.
Deja de pensar,
inventé el cielo para convertirte en mi estrella,
no olvides lo que tienes, vuela
y haz de este camino la aventura más bella.
Deja de pensar,
que nada eclipse la luz que desprendes,
navega cada mañana, vive libre, sin redes,
pues sólo contigo pierdo el miedo a la muerte.
Deja de pensar,
apaga las puertas, cierra las luces,
haz que nada se escape en nuestro universo infinito,
en ese mundo que creamos cuando rozamos nuestras manos.
Deja de pensar,
respira hondo, coge impulso,
piensa que siempre querré apoyarte,
que no me canso de quererte aunque no me conozcas.
Deja de pensar,
por un momento olvida que nos miran.
Yo te sigo buscando, mi alma no quiere que me rinda.
¿Quién sabe si lograré cruzar nuestros pasos algún día?
Deja de pensar,
nada de palabras, nuestro cuerpo son solo notas.
Hagamos una sinfonía
o un guión de nuestra peli de idiotas.
Deja de pensar,
nada te duele, yo estoy contigo.
Imagina un segundo en el que estoy junto a ti,
pues por buscar ese segundo aún sigo vivo.
«Los pensamientos y sueños solo sirven para mostrar la distancia que nos separa de nuestros deseos. Si dejamos de pensar eliminaremos las distancias.»
Siempre serás un motivo para pensar un poco menos.
Flautista.
busca un segundo en el que nada sea incorrecto,
haz que todo valga, lucha
y no olvides que te estaré esperando.
Deja de pensar,
hoy nadie puede juzgarte,
el mundo es tuyo, sonríe,
haz que vivir sea un nuevo arte.
Deja de pensar,
inventé el cielo para convertirte en mi estrella,
no olvides lo que tienes, vuela
y haz de este camino la aventura más bella.
Deja de pensar,
que nada eclipse la luz que desprendes,
navega cada mañana, vive libre, sin redes,
pues sólo contigo pierdo el miedo a la muerte.
Deja de pensar,
apaga las puertas, cierra las luces,
haz que nada se escape en nuestro universo infinito,
en ese mundo que creamos cuando rozamos nuestras manos.
Deja de pensar,
respira hondo, coge impulso,
piensa que siempre querré apoyarte,
que no me canso de quererte aunque no me conozcas.
Deja de pensar,
por un momento olvida que nos miran.
Yo te sigo buscando, mi alma no quiere que me rinda.
¿Quién sabe si lograré cruzar nuestros pasos algún día?
Deja de pensar,
nada de palabras, nuestro cuerpo son solo notas.
Hagamos una sinfonía
o un guión de nuestra peli de idiotas.
Deja de pensar,
nada te duele, yo estoy contigo.
Imagina un segundo en el que estoy junto a ti,
pues por buscar ese segundo aún sigo vivo.
«Los pensamientos y sueños solo sirven para mostrar la distancia que nos separa de nuestros deseos. Si dejamos de pensar eliminaremos las distancias.»
Siempre serás un motivo para pensar un poco menos.
Flautista.
domingo, 20 de octubre de 2013
Carta al Miedo
Ha pasado mucho tiempo desde que alguien recordó esta historia, desde que se hicieron sus últimas canciones, desde que las estrellas iluminaron la tragedia y tiñeron de desesperanza los sueños de un corazón roto.
Ya no importa a nadie lo que se diga sobre los sueños perdidos, ni sobre las ilusiones que nunca llegaron a alcanzarse. Ahora vivimos en la sociedad maldita, en el mundo de la apariencia y la ambición. No importan las virtudes que tengas, sino las que realmente aparentes tener. Tampoco importa por quién o por qué luches, pues de antemano te informo que la batalla contra el miedo parece estar perdida.
Sin embargo, siempre podremos encontrar un oasis en este desierto, una gota de lluvia que alimente nuestras ilusiones y que demuestre que valen la pena los sacrificios realizados en el camino, pues no es justo que un alma sufra si no va a ser recompensada, y ese sufrimiento siempre nos hace fuertes, nos recuerda que estamos vivos, y nos ayuda a valorar todo lo bueno que nos rodea.
Por eso no me importa haberte perdido, porque sé que me hiciste más fuerte, que de ti aprendí a no creer en las derrotas, que las bifurcaciones no son malas si se ven como un medio para alcanzar otros caminos, para abrirme a nuevas metas, para descubrir nuevos destinos. Reconozco que la despedida fue dura, pero ahora sé que debo abandonarte, que no me alimentaré de tus cadenas, que lograré volar alto, y, desde arriba, te taparé el Sol que alguna vez intentaste ocultarme.
Y, ¿sabes qué es lo mejor de todo? Saber que no puedes hacer nada por evitarlo, saber que me tuviste en tus redes y me hiciste agujerearlas, que descubrí al lobo con piel de cordero, que rompí las lanzas que me dañaban y encontré caminos en el bosque de los miedos, caminos que me mostraron que la vida sigue, y que los árboles siguen vivos para recordarme que lejos de ti está la primavera.
Por eso, ahora mismo te compadezco, porque no lograrás ver el mundo que se expone más allá de tu nariz, porque la vida en tu ombligo se acaba, y, sin que puedas hacer nada por evitarlo, acabarás autodestruyéndote en el bucle de soledad de un invierno que tú mismo creaste, congelando razón y emociones, olvidando que tú no eres el único alimento de mi espíritu.
Por tanto, concluyo esta carta desterrando mis miedos, y enterrándote con ellos en el cofre de recuerdos que siempre debieron permanecer olvidados, pues no hay que arrepentirse del pasado, pero tampoco debemos permitir que éste nos destruya el presente ni nos impida caminar hacia el futuro que merecemos.
Fue un placer tenerte cerca, pero no olvides cerrar la puerta al salir.
Gracias por hacerme luchar por lo que realmente merezco.
Flautista.
martes, 1 de octubre de 2013
Todo llega...
Llegará un día en el que nada importe, un día en el que la vida te perdone tus pecados, en el que perder batallas te haga ganar la guerra y descubras que el futuro deja de ser gris si lo usas para pintar el lienzo de tus ilusiones.
Llegará un momento en el que podrás ser lo que quieras, en el que no habrá excusas, un único instante en el que, si estás alerta, el mundo te elevará con fuerza para depositarte suavemente sobre un lecho de objetivos cumplidos, demostrándote que ya no pasarás sólo la primavera, que marchitarán de amor todos los otoños en soledad en el sofá.
Llegará el momento de recompensar a los valientes, a los soñadores, pues el mundo siempre serán para los que lo imaginen, y ha pasado mucho tiempo desde que nos ilusionamos soñando por primera vez un futuro compartido, una vida atemporal en la que cambio un pasado sin ti por un presente contigo, un futuro con el que cerremos la puerta al invierno, con el que echemos el cerrojo y nada se escape, pues el mundo será para nosotros, encontrándonos en el día a día, perdiéndonos en noches en las que no necesitamos que nos busquen.
Llegará un momento en el que hagamos fuegos artificiales cuando mis dedos caminen por tu espalda, en el que provoquemos el deshielo con mirarnos, en el que estalle una supernova si te acercas y despeguemos a un lugar donde nos estorbe el espacio, donde seamos magnéticos, eternos, donde caigamos al vacío mientras intentamos querernos despacio.
Llegará un día en el que vendrás para quedarte, y ese día será cuando empiece a descubrir que estoy vivo.
Siempre serás un motivo para esperar días mejores.
Flautista.
Llegará un momento en el que podrás ser lo que quieras, en el que no habrá excusas, un único instante en el que, si estás alerta, el mundo te elevará con fuerza para depositarte suavemente sobre un lecho de objetivos cumplidos, demostrándote que ya no pasarás sólo la primavera, que marchitarán de amor todos los otoños en soledad en el sofá.
Llegará el momento de recompensar a los valientes, a los soñadores, pues el mundo siempre serán para los que lo imaginen, y ha pasado mucho tiempo desde que nos ilusionamos soñando por primera vez un futuro compartido, una vida atemporal en la que cambio un pasado sin ti por un presente contigo, un futuro con el que cerremos la puerta al invierno, con el que echemos el cerrojo y nada se escape, pues el mundo será para nosotros, encontrándonos en el día a día, perdiéndonos en noches en las que no necesitamos que nos busquen.
Llegará un momento en el que hagamos fuegos artificiales cuando mis dedos caminen por tu espalda, en el que provoquemos el deshielo con mirarnos, en el que estalle una supernova si te acercas y despeguemos a un lugar donde nos estorbe el espacio, donde seamos magnéticos, eternos, donde caigamos al vacío mientras intentamos querernos despacio.
Llegará un día en el que vendrás para quedarte, y ese día será cuando empiece a descubrir que estoy vivo.
Siempre serás un motivo para esperar días mejores.
Flautista.
sábado, 28 de septiembre de 2013
Arlequín del Silencio...
Hay veces en las que un silencio oculta el más fuerte de los sentimientos.
Como si bailásemos en el Carnaval de las Emociones, mi alma turbada se disfraza de corazón frío, de espíritu inerte que no vive por complacerte, de cuerpo vacío que no muere mientras tus besos me apuñalan para volar a otro destino.
Ya me puedes matar. Si no estás conmigo no sangro.
Nada sentiré si toco el fuego de una vela, pues vivo muerto desde que te convertiste en todo lo que sentía, desde que comprendí que no iluminarías mi mundo despertando a mi lado cada mañana. Aún así, mi mente mantiene la lucha entre mi razón y mis pasiones, entre tu cuerpo y mi cordura, entre tus poros y mi sueños, sueños de besos perdidos que no saben seguir adelante, pues no aceptan ningún camino que no te convierta en la meta de sus pasos.
Pero caminar es difícil si te acompaña el miedo, un miedo que me esconde bajo el antifaz de una amistad prohibida, pues no existe forma de aceptar que no se mezclen nuestros cuerpos, que no pueda cantarte entre mis sábanas, que no desafines mis recuerdos, haciendo que confunda el cielo con las caricias en tu espalda.
Por eso acepto ver cómo mi vida se desperdicia, pues no soy protagonista en el cuento de tu existencia. No seré quien te lleve flores, aunque quiera regalarte la primavera; ni cortaré tu respiración, aunque por ti me falta el aire.
Por tanto, concluyo esta carta deseándote la felicidad que yo no podré ofrecerte, suplicando al cielo que te ayude a alcanzar tus metas, a volar alto, a tocar el sol y a hacer que éste sienta celos del brillo que desprendes, pues no existe mayor luz para todos los que alguna vez pudimos conocerte. Yo estaré aquí, escondido en el suelo, mirando al cielo en silencio, esperando a que un día quieras ser mi estrella, a que des rienda suelta a un cuento en el que los dos seamos felices.
Quererte siempre será el mayor de mis deseos.
Flautista.
Como si bailásemos en el Carnaval de las Emociones, mi alma turbada se disfraza de corazón frío, de espíritu inerte que no vive por complacerte, de cuerpo vacío que no muere mientras tus besos me apuñalan para volar a otro destino.
Ya me puedes matar. Si no estás conmigo no sangro.
Nada sentiré si toco el fuego de una vela, pues vivo muerto desde que te convertiste en todo lo que sentía, desde que comprendí que no iluminarías mi mundo despertando a mi lado cada mañana. Aún así, mi mente mantiene la lucha entre mi razón y mis pasiones, entre tu cuerpo y mi cordura, entre tus poros y mi sueños, sueños de besos perdidos que no saben seguir adelante, pues no aceptan ningún camino que no te convierta en la meta de sus pasos.
Pero caminar es difícil si te acompaña el miedo, un miedo que me esconde bajo el antifaz de una amistad prohibida, pues no existe forma de aceptar que no se mezclen nuestros cuerpos, que no pueda cantarte entre mis sábanas, que no desafines mis recuerdos, haciendo que confunda el cielo con las caricias en tu espalda.
Por eso acepto ver cómo mi vida se desperdicia, pues no soy protagonista en el cuento de tu existencia. No seré quien te lleve flores, aunque quiera regalarte la primavera; ni cortaré tu respiración, aunque por ti me falta el aire.
Por tanto, concluyo esta carta deseándote la felicidad que yo no podré ofrecerte, suplicando al cielo que te ayude a alcanzar tus metas, a volar alto, a tocar el sol y a hacer que éste sienta celos del brillo que desprendes, pues no existe mayor luz para todos los que alguna vez pudimos conocerte. Yo estaré aquí, escondido en el suelo, mirando al cielo en silencio, esperando a que un día quieras ser mi estrella, a que des rienda suelta a un cuento en el que los dos seamos felices.
Quererte siempre será el mayor de mis deseos.
Flautista.
martes, 17 de septiembre de 2013
Dejó de llover
Dejó de llover, pero el tiempo siguió empapando de recuerdos un alma vacía, un alma a la que dejó de importar que los días galopasen sigilosos, pues pasó mucho tiempo sin que nadie llenase sus días, sin que nadie acompañase sus noches.
Dejó de llover, las luces se apagaron, pero los poetas intentaron ser fuertes, hacer que brillasen versos que hablaban de nuestra historia, versos que encendiesen de envidia a las estrellas del cielo, versos que elevasen el espíritu de los hombres y que pongan en la tierra los pies de los dioses.
Dejó de llover, pero los latidos se derramaron. Ya no servía vivir, pues tu ausencia mermó la vida en existencia, en un camino pedregoso donde se atragantan las emociones, donde echarte de menos contamina el aire, donde los cuerpos se convierten en cárceles que impiden al alma volar a tu lado, buscarte en la noche del tiempo y amanecer en un futuro contigo.
Dejó de llover, y el mundo perdió su rumbo. La comedia del absurdo se tiñó de drama en nuestras vidas, y el Arlequín del otoño se burló de cada centímetro que nos separa, de cada vez que muero recordando tu ausencia, de cada noche que me desvivo suplicando que no me olvides.
Dejó de llover, los sueños se deshidrataron. El mundo se volvió gris, y yo, como un loco testarudo, descubrí que no iba a rendirme, que la vida me trajo al mundo para llenarte el cielo de colores, para deshacernos en cada nota y regalarte un mundo en el que seas feliz por siempre.
Por eso dejó de llover, porque ya pasó la tormenta, pero el Sol salió de nuevo para permitirme buscarte cada mañana.
Siempre fuiste un motivo para desafiar a la lluvia.
Te querré en tempestades y calma.
Flautista.
Dejó de llover, las luces se apagaron, pero los poetas intentaron ser fuertes, hacer que brillasen versos que hablaban de nuestra historia, versos que encendiesen de envidia a las estrellas del cielo, versos que elevasen el espíritu de los hombres y que pongan en la tierra los pies de los dioses.
Dejó de llover, pero los latidos se derramaron. Ya no servía vivir, pues tu ausencia mermó la vida en existencia, en un camino pedregoso donde se atragantan las emociones, donde echarte de menos contamina el aire, donde los cuerpos se convierten en cárceles que impiden al alma volar a tu lado, buscarte en la noche del tiempo y amanecer en un futuro contigo.
Dejó de llover, y el mundo perdió su rumbo. La comedia del absurdo se tiñó de drama en nuestras vidas, y el Arlequín del otoño se burló de cada centímetro que nos separa, de cada vez que muero recordando tu ausencia, de cada noche que me desvivo suplicando que no me olvides.
Dejó de llover, los sueños se deshidrataron. El mundo se volvió gris, y yo, como un loco testarudo, descubrí que no iba a rendirme, que la vida me trajo al mundo para llenarte el cielo de colores, para deshacernos en cada nota y regalarte un mundo en el que seas feliz por siempre.
Por eso dejó de llover, porque ya pasó la tormenta, pero el Sol salió de nuevo para permitirme buscarte cada mañana.
Siempre fuiste un motivo para desafiar a la lluvia.
Te querré en tempestades y calma.
Flautista.
jueves, 5 de septiembre de 2013
Carta eterna
Si algo me caracteriza es no saber valorar las cosas buenas que me regala la vida. Sin embargo, he logrado ver que eres uno de los mayores tesoros que ésta pudo ofrecerme.
Sin darte cuenta me hiciste mejor persona, sacaste lo mejor de mí y no pediste nada a cambio, aunque yo no supe valorarlo. No supe ver que un ángel me acompañaba, que tu presencia me hizo más fuerte, que en mi camino seguí avanzando porque fuiste causa y destino de mis pasos, que logré volar porque te convertiste en las alas que me guiaron y hoy, sabiendo que los barcos de nuestras vidas toman rumbos distintos, quiero escribirte esta carta para darte las gracias por iluminarme el mundo, por ser chispa de vida en el más lóbrego de los inviernos.
También quiero pedirte perdón por mis errores, por todo lo que no compartí contigo, por el orgullo que me separó de tu lado y por el miedo que me impidió buscarte cuando más te necesitaba, pues este tímido alumno que hoy te escribe nunca supo estar a la altura de quien le enseñó todo en el arte de la vida.
Hoy nuestros mundos se separan, pero el mar del tiempo sabe que volveremos a encontrarnos, que nunca estarás lejos, que vivirás siempre en mi mente, que eres vital en mi presente, mi futuro y mi pasado.
Por favor, no me olvides nunca. Te prometo que yo nunca podré hacerlo, pues por ti siempre intentaré ser mejor persona.
Ich liebe dich.
Flautista.
domingo, 1 de septiembre de 2013
Tempus fugit
A veces no nos damos cuenta de la facilidad con la que el tiempo se nos escurre entre los dedos.
No somos capaces de aceptarlo, pero los segundos siempre avanzan impasibles, constantes e imperceptiblemente veloces. No miran a nadie ni se preocupan de que los disfrutemos. Sin embargo, cuando nos damos cuenta, no están, se han perdido.
Es en ese momento cuando nos arrepentimos de lo vivido, cuando lamentamos no haber hecho aquello que siempre soñamos, cuando nos damos cuenta de que hemos enterrado vacío el cofre de los recuerdos. Mientras nos acostumbrábamos a la idea de que siempre tendremos un mañana, el calendario decidió dejar de regalarnos hojas, convirtiendo sueños en lágrimas y provocando la muerte de ilusiones que no siempre llegaron a nacer.
Por tanto, he decidido que debo vivir más intensamente. Me he dado cuenta de que para luchar por un sueño no basta con las palabras, sino que hacen falta acciones. Además, he logrado ver que los sentimientos nunca deben darse por hecho, sino que hay que demostrar a las personas cuánto las queremos. Palabras como "Te quiero" o "Gracias" se dicen muy fácilmente y, aunque soy el primero que critica cuánto se han devaluado en una sociedad que suele estar gobernada por las apariencias, también soy el primero que valora los sentimientos que generan cuando se dicen con la sinceridad más absoluta.
De este modo, se puede mejorar gracias al pasado, pues los errores duelen al cometerlos pero cicatrizan cuando logramos aprender de ellos. Por tanto, ha llegado el momento de cambiar las cosas, de esforzarnos por seguir creciendo y convertirnos en mejor personas. Al menos, debemos intentarlo para equilibrar ese sentimiento de culpa originado al ver todo lo que quisimos y nunca llegamos a hacer.
Luchemos por ser mejores. Todavía tenemos tiempo.
Flautista.
No somos capaces de aceptarlo, pero los segundos siempre avanzan impasibles, constantes e imperceptiblemente veloces. No miran a nadie ni se preocupan de que los disfrutemos. Sin embargo, cuando nos damos cuenta, no están, se han perdido.
Es en ese momento cuando nos arrepentimos de lo vivido, cuando lamentamos no haber hecho aquello que siempre soñamos, cuando nos damos cuenta de que hemos enterrado vacío el cofre de los recuerdos. Mientras nos acostumbrábamos a la idea de que siempre tendremos un mañana, el calendario decidió dejar de regalarnos hojas, convirtiendo sueños en lágrimas y provocando la muerte de ilusiones que no siempre llegaron a nacer.
Por tanto, he decidido que debo vivir más intensamente. Me he dado cuenta de que para luchar por un sueño no basta con las palabras, sino que hacen falta acciones. Además, he logrado ver que los sentimientos nunca deben darse por hecho, sino que hay que demostrar a las personas cuánto las queremos. Palabras como "Te quiero" o "Gracias" se dicen muy fácilmente y, aunque soy el primero que critica cuánto se han devaluado en una sociedad que suele estar gobernada por las apariencias, también soy el primero que valora los sentimientos que generan cuando se dicen con la sinceridad más absoluta.
De este modo, se puede mejorar gracias al pasado, pues los errores duelen al cometerlos pero cicatrizan cuando logramos aprender de ellos. Por tanto, ha llegado el momento de cambiar las cosas, de esforzarnos por seguir creciendo y convertirnos en mejor personas. Al menos, debemos intentarlo para equilibrar ese sentimiento de culpa originado al ver todo lo que quisimos y nunca llegamos a hacer.
Luchemos por ser mejores. Todavía tenemos tiempo.
Flautista.
viernes, 23 de agosto de 2013
El canto de la marioneta.
Ha pasado mucho tiempo desde que descubrí que mi vida no me pertenece, que la batalla está perdida, que mi corazón se entregó a ti mucho antes de comenzar esta guerra contra mis propios sentimientos.
Desde hace varias noches el viento me grita que mi alma es tuya, que por ti nacen las canciones, que a ti vuelan mis versos y que en ti se encuentra el perfume de los sentimientos que nunca alcanzaron mi cuerpo vacío, un cuerpo inerte que ama sin ser correspondido.
Así, como una marioneta de mis pasiones, me doy cuenta de que mi mundo conspira para regalarte su luz cada mañana, para que el viento acaricie tu rostro mientras yo muero de celos al saber que no seré quien seque tus lágrimas, que no descubriré a qué sabe una vida contigo.
Por ese motivo mi alma llora desgarrada, porque cada lágrima que derrama nace de un beso que no te di mientras mis latidos cuentan las noches que no pude regalarte, los días que estoy condenado a vivir sin tenerte. Y yo, escondido bajo la armadura de mi sonrisa, me rompo por dentro en un mundo que deja de tener sentido si no lo disfruto contigo, un mundo en el que las canciones se convierten en ruido si tú no las escuchas, en el que muero perdido al no poder encontrarme en los rincones de tu cuerpo.
De todos modos, no quiero perder la esperanza, quiero tomar esto como una prueba en vez de considerar que es un castigo. Es la única forma de dar sentido a una vida que no puedo entregarte, a una existencia que me apuñala si no estás conmigo. Así, mientras mi cuerpo se desafina, mi alma entona el réquiem de un sueño que no viví contigo, invitando a un poeta loco a escribir el guión de nuestra historia, una elegía que hará llorar al cielo cuando logre encontrarte a mi lado, cuando nos tiñamos de primavera, cuando seamos un sólo cuerpo en el que se fusionen las mitades que crecieron por separado.
Siempre serás un motivo para no rendirse: El espectáculo debe continuar.
Te querré hasta que se cierre el telón de nuestra existencia.
Flautista.
Desde hace varias noches el viento me grita que mi alma es tuya, que por ti nacen las canciones, que a ti vuelan mis versos y que en ti se encuentra el perfume de los sentimientos que nunca alcanzaron mi cuerpo vacío, un cuerpo inerte que ama sin ser correspondido.
Así, como una marioneta de mis pasiones, me doy cuenta de que mi mundo conspira para regalarte su luz cada mañana, para que el viento acaricie tu rostro mientras yo muero de celos al saber que no seré quien seque tus lágrimas, que no descubriré a qué sabe una vida contigo.
Por ese motivo mi alma llora desgarrada, porque cada lágrima que derrama nace de un beso que no te di mientras mis latidos cuentan las noches que no pude regalarte, los días que estoy condenado a vivir sin tenerte. Y yo, escondido bajo la armadura de mi sonrisa, me rompo por dentro en un mundo que deja de tener sentido si no lo disfruto contigo, un mundo en el que las canciones se convierten en ruido si tú no las escuchas, en el que muero perdido al no poder encontrarme en los rincones de tu cuerpo.
De todos modos, no quiero perder la esperanza, quiero tomar esto como una prueba en vez de considerar que es un castigo. Es la única forma de dar sentido a una vida que no puedo entregarte, a una existencia que me apuñala si no estás conmigo. Así, mientras mi cuerpo se desafina, mi alma entona el réquiem de un sueño que no viví contigo, invitando a un poeta loco a escribir el guión de nuestra historia, una elegía que hará llorar al cielo cuando logre encontrarte a mi lado, cuando nos tiñamos de primavera, cuando seamos un sólo cuerpo en el que se fusionen las mitades que crecieron por separado.
Siempre serás un motivo para no rendirse: El espectáculo debe continuar.
Te querré hasta que se cierre el telón de nuestra existencia.
Flautista.
domingo, 18 de agosto de 2013
Carta de disculpa
Si algo duele de mi pasado es saber que no estarás en mi futuro.
El sol sigue girando, los días siguen viniendo para desafiarnos, para recordar todo aquello que no tenemos y alimentarse del sufrimiento que produce tu ausencia. Son muchos los corazones rotos que se resignan a una vida infeliz, a una vida a media luz en la que el alma llore en silencio, pero hace tiempo que me cansé del vino de las ilusiones, de soñar un futuro que murió antes de nacer.
Por eso escribo esta carta, porque me niego a ser el juguete roto que nunca logró impresionarte, porque no es justo darte mi vida si ya estoy muerto en cada verso que te escribo, porque el espacio y el tiempo sólo son soldados que intentan desafiar a este sentimiento que anidó en mi corazón para florecer como el secreto que siempre deseé contarte.
Nunca te diste cuenta, pero siempre fuiste el fuego que jugó a iluminar mis días de lluvia, la nieve del beso que no me diste, del deshielo desafinado que nunca llegó a nosotros, pues jamás llegamos a encontrarnos y acabamos llorando un invierno disfrazado de infierno para nosotros.
Sin embargo, aunque sé que es tarde, mi corazón cobarde sigue gritando por todo lo que no supo entregarte, por el reino que mereces y no tuve el valor de construir para ti, por ser la única estrella del cielo capaz de alumbrar mis noches y por haber sido el sol que, sin darse cuenta, logró alumbrar el camino de mis días.
Y ahora, paradójicamente, lloro por lo que nunca he tenido, por el valor que no llegó para regalarte el cielo, por las canciones que no te hice, por los besos que no vinieron, y lloro por ser un cobarde que se conformó con ser tu amigo porque tenía miedo de que huyeras lejos.
Por tanto, me despido pidiéndote disculpas, pues siento todo el amor que nunca llegué a mostrarte, todos los momentos que quise regalarte y se ahogaron en el tintero de los sueños. De ahí cojo las fuerzas para escribirte esta carta, para pedir perdón por una vida de ensueño en la que desperté sin atreverme a vivirla contigo.
Siempre serás un motivo para envidiar al cielo que te cobija.
Te querré mientras viva, te querré hasta morir queriendo.
Flautista.
El sol sigue girando, los días siguen viniendo para desafiarnos, para recordar todo aquello que no tenemos y alimentarse del sufrimiento que produce tu ausencia. Son muchos los corazones rotos que se resignan a una vida infeliz, a una vida a media luz en la que el alma llore en silencio, pero hace tiempo que me cansé del vino de las ilusiones, de soñar un futuro que murió antes de nacer.
Por eso escribo esta carta, porque me niego a ser el juguete roto que nunca logró impresionarte, porque no es justo darte mi vida si ya estoy muerto en cada verso que te escribo, porque el espacio y el tiempo sólo son soldados que intentan desafiar a este sentimiento que anidó en mi corazón para florecer como el secreto que siempre deseé contarte.
Nunca te diste cuenta, pero siempre fuiste el fuego que jugó a iluminar mis días de lluvia, la nieve del beso que no me diste, del deshielo desafinado que nunca llegó a nosotros, pues jamás llegamos a encontrarnos y acabamos llorando un invierno disfrazado de infierno para nosotros.
Sin embargo, aunque sé que es tarde, mi corazón cobarde sigue gritando por todo lo que no supo entregarte, por el reino que mereces y no tuve el valor de construir para ti, por ser la única estrella del cielo capaz de alumbrar mis noches y por haber sido el sol que, sin darse cuenta, logró alumbrar el camino de mis días.
Y ahora, paradójicamente, lloro por lo que nunca he tenido, por el valor que no llegó para regalarte el cielo, por las canciones que no te hice, por los besos que no vinieron, y lloro por ser un cobarde que se conformó con ser tu amigo porque tenía miedo de que huyeras lejos.
Por tanto, me despido pidiéndote disculpas, pues siento todo el amor que nunca llegué a mostrarte, todos los momentos que quise regalarte y se ahogaron en el tintero de los sueños. De ahí cojo las fuerzas para escribirte esta carta, para pedir perdón por una vida de ensueño en la que desperté sin atreverme a vivirla contigo.
Siempre serás un motivo para envidiar al cielo que te cobija.
Te querré mientras viva, te querré hasta morir queriendo.
Flautista.
lunes, 12 de agosto de 2013
Resistencia
Ha pasado mucho tiempo
desde que pude sentir
que yo a ti te pertenezco,
que yo respiro por ti.
Nunca tuve tu perfume,
nunca te pude alcanzar.
Esa fue la gran condena
que aún hoy debo pagar.
Mas no puedo retenerte,
sé que no eres para mí.
Créeme si te digo "Duele".
Si no estás quiero morir.
Sé que yo debo ser fuerte,
arriesgarme con valor
para tentar a la suerte y
teñir amistad de amor.
Yo no pierdo la esperanza,
yo no la quiero perder.
Si la muerte a mí me alcanza
en otra vida buscaré
formas de darte mi alma,
cómo a tu lado volver,
regalarte cada mañana
sol de un nuevo amanecer,
poner en tus pies la Luna
y las estrellas también.
Mi alma siempre ha sido tuya,
si sonríes, sonreiré;
déjame estar a tu lado:
sólo así feliz seré.
<<Sé que resistiré el tormento de no tenerte. No importa el daño que haga tu ausencia, pues todo merecerá la pena si algún día logro encontrarte.>>
Te querré hasta que logre entregarte mi vida.
Flautista.
desde que pude sentir
que yo a ti te pertenezco,
que yo respiro por ti.
Nunca tuve tu perfume,
nunca te pude alcanzar.
Esa fue la gran condena
que aún hoy debo pagar.
Mas no puedo retenerte,
sé que no eres para mí.
Créeme si te digo "Duele".
Si no estás quiero morir.
Sé que yo debo ser fuerte,
arriesgarme con valor
para tentar a la suerte y
teñir amistad de amor.
Yo no pierdo la esperanza,
yo no la quiero perder.
Si la muerte a mí me alcanza
en otra vida buscaré
formas de darte mi alma,
cómo a tu lado volver,
regalarte cada mañana
sol de un nuevo amanecer,
poner en tus pies la Luna
y las estrellas también.
Mi alma siempre ha sido tuya,
si sonríes, sonreiré;
déjame estar a tu lado:
sólo así feliz seré.
<<Sé que resistiré el tormento de no tenerte. No importa el daño que haga tu ausencia, pues todo merecerá la pena si algún día logro encontrarte.>>
Te querré hasta que logre entregarte mi vida.
Flautista.
martes, 6 de agosto de 2013
En tierra de nadie...
No lloraré esta noche
batallas que están perdidas,
no podré llorarlas siendo
soldado que no luchó
por mantenerte a mi lado,
por que viéramos el sol.
Me entregué a un deseo cobarde,
a un amor que no nació.
Debí decirte que mi arte
florece versos contigo
y en tus besos muero yo.
Y ahora, en tierra de nadie,
lloro lo que no te di,
lo que quise regalarte,
y nunca pudo salir.
Lamentando la condena
de vivir sin verte aquí,
quise asesinar al tiempo
que contigo yo no compartí,
pero mi alma estaba presa
en la cárcel de vivir
con un amor que duele y pesa,
que no voló de ti hasta mí.
Mas de nada ya me sirve
lamentar mi rendición,
borracho de tu ausencia
soy cobarde, un traidor,
que no tuvo la decencia
de decirte sin pudor
que, por ti, mi vida es plena,
que, sin ti, nunca soy yo
alguien que valga la pena,
alguien que viva un amor
correspondido, que me premia
con sentir siempre tu calor,
y ahora mi vida está muerta:
se rompió el cielo con tu adiós.
Pero en el fin de mi alma rota
te deseo que seas feliz.
Fuiste mi luna, mi gran estrella,
y ahora en mi mundo es de noche,
pues ya no te tengo aquí.
Y ahora, en tierra de nadie,
lloro lo que no te di,
lo que quise regalarte
y nunca pudo salir.
Siempre serás un motivo para querer cambiar el pasado.
Te querré aunque no me atreva a decirlo.
Flautista.
sábado, 3 de agosto de 2013
La visita del tiempo...
Esta noche vino el Tiempo para reírse de los segundos que se me clavan al no tenerte, para recordarme que lloro tu ausencia mientras la lluvia me deja seco, que el fuego no me quema, pues nada siento si no estás conmigo, y que sólo soy arena, pues sin ti viví con un corazón marchito.
Esta noche vino el Tiempo para decirme que mi existencia se ha desafinado, que no sirve vivir si no puedo regalarte mis latidos, si mi vida me condena a echarte de menos desde antes de que vengas, a morir en vida dentro de un mundo que jamás podrás iluminarme, a caminar bajo la oscuridad de un amor no correspondido.
Esta noche vino el Tiempo para borrarme el camino hasta tu pelo, para decirme que no habrá luces esperándome en tu portal, que no encontraré forma de abandonar esta pesadilla y despertar en ti cada mañana, pues naciste entre mis sueños, pero nunca volaste para crear una realidad conmigo.
Esta noche vino el Tiempo para cantarme un réquiem infinito, el réquiem de un corazón que muere por no perderse entre tus dedos, por no hacer música con tu cuerpo, por teñirse de gris siendo víctima del tormento, por asesinar un sentimiento antes de que haya nacido.
Esta noche vino el Tiempo para bailar por los desamparados, por los que vivimos con corazones rotos, por los que nos resignamos a una amistad que nos mantiene agonizantes, por los que preferimos ser llamados "amigo" antes de ser abandonados bajo un sentimiento que no escogimos, bajo un amor que no pedimos y que se convirtió en víctima y verdugo de las pasiones que nos mantienen vivos.
Esta noche vino el Tiempo para pedirme que me rinda, pero le dije que siempre te estaré esperando.
Siempre fuiste un motivo para desafiar al Tiempo.
Te querré hasta que se pare el mundo.
Flautista.
jueves, 1 de agosto de 2013
No hay colores...
No hay colores para plasmar los sentimientos de un corazón que sufre, un corazón congelado en el invierno, un corazón que desafinado sigue latiendo, pero nunca estuvo vivo, pues por ti murió hace tiempo.
No hay colores para teñir los pedazos de un alma rota, de un tímido deseo que nunca compartí contigo, de las señales que te mandé y que nunca recibiste, pues mi falsa sonrisa ocultaba la lluvia y el fuego que arrasan mi cuerpo triste.
No hay colores para reducir la distancia que nos separa, los kilómetros que oscurecen el mundo cuando no te veo, haciendo que cada día sin ti sea un día de lluvia mientras yo muero de sed soñando que algún día miramos el mismo cielo, soñando que estás conmigo, aunque al despertar veo que nunca has venido.
No hay colores para desafiar al tiempo, para hacerle ver que te sigo esperando, para hacerte ver que no me importa nada, mientras suplico al viento que me muestre el camino para llegar a ti, pues todo camino es corto cuando te conviertes en el mejor de los destinos.
No hay colores que me hagan olvidarte, que logren destruir los sentimientos que me dañan, que curen a los poetas de su locura, que hagan alegres a las canciones de nuestra historia, que permitan que nuestro futuro juntos no sea transparente, incierto, inexistente.
No hay colores que me hagan feliz en este mundo, y tú has llegado como el mayor de los arcoiris.
Siempre serás un motivo para dar color a mi vida.
Flautista.
No hay colores para teñir los pedazos de un alma rota, de un tímido deseo que nunca compartí contigo, de las señales que te mandé y que nunca recibiste, pues mi falsa sonrisa ocultaba la lluvia y el fuego que arrasan mi cuerpo triste.
No hay colores para reducir la distancia que nos separa, los kilómetros que oscurecen el mundo cuando no te veo, haciendo que cada día sin ti sea un día de lluvia mientras yo muero de sed soñando que algún día miramos el mismo cielo, soñando que estás conmigo, aunque al despertar veo que nunca has venido.
No hay colores para desafiar al tiempo, para hacerle ver que te sigo esperando, para hacerte ver que no me importa nada, mientras suplico al viento que me muestre el camino para llegar a ti, pues todo camino es corto cuando te conviertes en el mejor de los destinos.
No hay colores que me hagan olvidarte, que logren destruir los sentimientos que me dañan, que curen a los poetas de su locura, que hagan alegres a las canciones de nuestra historia, que permitan que nuestro futuro juntos no sea transparente, incierto, inexistente.
No hay colores que me hagan feliz en este mundo, y tú has llegado como el mayor de los arcoiris.
Siempre serás un motivo para dar color a mi vida.
Flautista.
lunes, 15 de julio de 2013
Temblando...
Temblando quise esconderme cuando comprendí que estaba soñando un imposible, cuando me di cuenta de que no puedo alcanzarte, de que no nací para tenerte, de que viví para soñarte y de que moriré sabiendo que no es a mí a quien buscarás cada noche.
Temblando me di cuenta de que no sé aceptar la realidad, de que nada tiene sentido sabiendo que no podré tenerte cerca, de que no me sirve volar si no me esperas al otro lado, de que no será a mí a quien guardes en lo más profundo de tu mente y viviré desprotegido, sólo en un mundo que no se creo para que lo compartamos.
Temblando me di cuenta de que debo marcharme, que sólo puedo perturbar tu felicidad, que siempre fuiste motivo de alegría y de mi tristeza, pero mi frágil corazón no puede soportar más daño. Llega un momento en el que es imposible recomponer los pedazos.
Temblando me di cuenta de que los finales felices han muerto, que no tiene sentido seguir engañándome, que las canciones no hablan de nosotros, y que nunca se crearán versos capaces de contar nuestra historia, pues siempre vivimos en cuentos diferentes.
Temblando me di cuenta de que se secó la primavera, de que mi cuerpo se mueve sin vida como un autómata condenado a sentimientos que nunca serán correspondidos, encarcelándome en un deseo que jamás pude hacer realidad. Tal vez sea mejor así. De nada sirve una vida si no puedo compartirla contigo.
Tú siempre serás feliz. Yo siempre estaré temblando...
Flautista
Temblando me di cuenta de que no sé aceptar la realidad, de que nada tiene sentido sabiendo que no podré tenerte cerca, de que no me sirve volar si no me esperas al otro lado, de que no será a mí a quien guardes en lo más profundo de tu mente y viviré desprotegido, sólo en un mundo que no se creo para que lo compartamos.
Temblando me di cuenta de que debo marcharme, que sólo puedo perturbar tu felicidad, que siempre fuiste motivo de alegría y de mi tristeza, pero mi frágil corazón no puede soportar más daño. Llega un momento en el que es imposible recomponer los pedazos.
Temblando me di cuenta de que los finales felices han muerto, que no tiene sentido seguir engañándome, que las canciones no hablan de nosotros, y que nunca se crearán versos capaces de contar nuestra historia, pues siempre vivimos en cuentos diferentes.
Temblando me di cuenta de que se secó la primavera, de que mi cuerpo se mueve sin vida como un autómata condenado a sentimientos que nunca serán correspondidos, encarcelándome en un deseo que jamás pude hacer realidad. Tal vez sea mejor así. De nada sirve una vida si no puedo compartirla contigo.
Tú siempre serás feliz. Yo siempre estaré temblando...
Flautista
sábado, 13 de julio de 2013
La fábula del manzano
Hace mucho tiempo, crecía un manzano mágico en el patio de una hermosa joven. El árbol parecía fuerte y robusto, pero había un gran problema que le atormentaba: Aunque el manzano estaba perdidamente enamorado de la joven, ésta no era capaz de percibirlo, pues sólo le veía como un árbol.
No obstante, desde que el manzano fue talado, en el cielo creció una nube con forma de árbol. Esta nube siempre se podía ver desde el patio de la joven y, a los que conocemos la historia, nos recuerda que hay amores que nunca podremos alcanzar, que no todo el mundo sabrá valorarnos como realmente merecemos y que, por mucho daño que nos hagan, siempre tendremos a alguien a quien no dejaremos de querer.
El amor es poderoso y no atiende a razones.
Flautista.
Por este motivo el manzano se empezó a desesperar. Él sólo quería llamar la atención de la joven, hacerla feliz, demostrar que era más que un simple árbol y que, si ella se lo permitía, acompañaría a la joven hasta el fin de sus días.
Por tanto, un día habló con uno de los gorriones de su copa para pedirle consejo. El pájaro, que presumía de conocer bien a los humanos, le dijo lo siguiente:
<<Si quieres enamorar a la joven, tienes que demostrar que eres el mejor. Impresiónala, muestra todo lo que vales y ofrécele todas las cosas buenas que le puedes regalar. Ella lo acabará apreciando y siempre querrá estar contigo.>>A raíz de ese consejo, el árbol se esmeró para cumplir todos los deseos de la joven de la mejor manera posible, ofreciéndole las manzanas más sabrosas de todo el reino y regalándole sombra en las cálidas tardes de verano. Sin embargo, la joven seguía sin ver las intenciones del árbol, sin entender lo que éste sentía. Por tanto, el árbol acabó enfermando ante un amor no correspondido y, cuando quiso darse cuenta, la joven lo mandó talar e hizo leña de él para poder pasar el invierno.
No obstante, desde que el manzano fue talado, en el cielo creció una nube con forma de árbol. Esta nube siempre se podía ver desde el patio de la joven y, a los que conocemos la historia, nos recuerda que hay amores que nunca podremos alcanzar, que no todo el mundo sabrá valorarnos como realmente merecemos y que, por mucho daño que nos hagan, siempre tendremos a alguien a quien no dejaremos de querer.
El amor es poderoso y no atiende a razones.
Flautista.
miércoles, 10 de julio de 2013
Ya no llueve...
El mundo se ha parado.
Ya no llueve, no hay nada vivo, pues no sirve seguir viviendo si tú te has marchado. No estás aquí, y tu ausencia ha destruido todo aquello por lo que merecía la pena seguir luchando.
Pero tal vez nunca llegaste...
Quizá sólo seas una ilusión creada en mi cabeza, el anhelo de un amor imposible que nunca me será correspondido, un sueño que se desafina cada noche que me acuesto sin encontrarte, cada día que, confuso, intento vivir mientras me resigno a no tenerte, suponiendo que se pueda llamar vida al sufrimiento que me hace seguir respirando un aire que no puedo compartir contigo.
Y yo, mientras tanto, sólo espero a que llegue el momento en el que el viento se detenga, en el que tu perfume desaparezca de mi cabeza, en el que las canciones dejen de recordar que no estás conmigo y los versos se transformen en todos los besos que siempre quise darte. Pero la espera es dolorosa, porque viene teñida de rendición, recordándome que estoy cediendo, que siempre fui un cobarde y que por no atreverme a demostrarte lo importante que eres en mi vida te he perdido antes de llegar a alcanzarte.
De este modo se ha secado el jardín de mis esperanzas, un jardín que crecía bajo tu luz, alimentado por el deseo de tenerte cerca, de regalarte el cielo si me lo pides. Pero ya no queda agua para seguir creciendo, ni me quedan lágrimas para seguir llorándote. Por eso, aunque ahora tengo claro que no compartiremos amaneceres, sólo puedo darte las gracias por haber sacado lo mejor de mí, por haber hecho que quiera ser mejor persona y por haberme dado motivos para seguir luchando, para intentar volar de nuevo. No obstante, espero que no te sientas culpable de mi rendición. Tal vez sea mejor que me entregue a la muerte. De todos modos, algo me dice que estoy muerto desde que tú me robaste el alma.
Gracias por todo. Si algo bueno tuvo esta vida fue que me permitió haberte conocido.
Te querré aunque mi vida se apague.
Flautista.
lunes, 8 de julio de 2013
Carta perdida
No sé por qué sigo empeñado en escribirte...
A veces me pregunto si llegará un día en el que logre alcanzarte, un día en el que deje de sentir que voy detrás de un espejismo, de un sueño que me persigue dormido o despierto, de un ángel que me recuerda todo lo que nunca podré tener.
Sé que nunca fui perfecto, que siempre tuviste mejores opciones. Sin embargo, algo me dice que debo seguir esforzándome, que debo seguir intentando crecer para que llegue un momento en el que sea capaz de romper el vuelo y tú vengas a volar conmigo.
No obstante, mis esperanzas desaparecen al ver que mi cama sigue vacía, que nadie me acompaña en los amaneceres, que las noches de verano se quedan frías y el invierno es un infierno si tú no apareces, si tú no me guías mientras mi desaliento crece.
De este modo, mi cuerpo sigue llorando todos los abrazos que no te di, enterrando besos que nunca florecieron, apagando un deseo que me quema por dentro mientras me dejo sepultar bajo la avalancha de una amistad conformista en la que muero arrollado por una sonrisa que escuda todo lo que siento realmente.
Por tanto, sólo puedo finalizar esta carta suplicando que algún día llegue a su destino, que comprendas las señales que mi cuerpo intenta mandarte y que me ayudes a poner un final feliz a nuestra tragicomedia, un final eterno en el que nada ni nadie logre separarnos.
Siempre te quise de un modo infinito.
Gracias por ayudarme a volar.
Flautista.
A veces me pregunto si llegará un día en el que logre alcanzarte, un día en el que deje de sentir que voy detrás de un espejismo, de un sueño que me persigue dormido o despierto, de un ángel que me recuerda todo lo que nunca podré tener.
Sé que nunca fui perfecto, que siempre tuviste mejores opciones. Sin embargo, algo me dice que debo seguir esforzándome, que debo seguir intentando crecer para que llegue un momento en el que sea capaz de romper el vuelo y tú vengas a volar conmigo.
No obstante, mis esperanzas desaparecen al ver que mi cama sigue vacía, que nadie me acompaña en los amaneceres, que las noches de verano se quedan frías y el invierno es un infierno si tú no apareces, si tú no me guías mientras mi desaliento crece.
De este modo, mi cuerpo sigue llorando todos los abrazos que no te di, enterrando besos que nunca florecieron, apagando un deseo que me quema por dentro mientras me dejo sepultar bajo la avalancha de una amistad conformista en la que muero arrollado por una sonrisa que escuda todo lo que siento realmente.
Por tanto, sólo puedo finalizar esta carta suplicando que algún día llegue a su destino, que comprendas las señales que mi cuerpo intenta mandarte y que me ayudes a poner un final feliz a nuestra tragicomedia, un final eterno en el que nada ni nadie logre separarnos.
Siempre te quise de un modo infinito.
Gracias por ayudarme a volar.
Flautista.
lunes, 1 de julio de 2013
El silencio de una noche de verano...
En el silencio de una noche de verano escucho a mi alma gritando que te echa de menos. Nada puede callarla, pues no hay mayor dolor que el de un corazón que sufre, que se muere por regalarte cada latido, aunque no tengas la menor idea de que eres tú quien hace que siga latiendo.
En el silencio de una noche de verano se escuchan a mis lágrimas suicidas, cantando a un amor que nunca me atreví a entregarte, recitando los versos que creaste en mi cabeza, ofreciendo al mundo un amor que se ahoga en el salado mar de la cobardía.
En el silencio de una noche de verano se aprecia el vuelo de mi ilusión por seguir buscándote, la huida de mi cuerpo mientras agoniza por no fusionarse con el tuyo, mientras intenta escapar de la estela que deja el miedo al rechazo, a que no comprendas la falta que me haces y a que puedas destruirme cuando descubras que mi vida te pertenece.
En el silencio de una noche de verano pido al cielo que llegues pronto, que vengas un día diciendo que no quieres marcharte, que te conviertas en el motor que hace seguir girando a mi mundo, en el piano que armonice las pasiones de mi alma, en los amaneceres acompañados, en las noches compartidas, donde nada importe fuera de la habitación en la que nos encontremos cuando el sol no nos mire.
En el silencio de una noche de verano intentaré que llueva el valor que necesito, que algún día logre enfrentarme a mis propios sentimientos, que te cuente lo que oculto, que deje de estar muerto y por ti vuelva a nacer para entregarte mi cuerpo, haciendo que los dos volemos lejos y nadie pueda encontrarnos.
Gracias por ser mi sueño de una noche de verano.
Te querré siempre.
Flautista.
En el silencio de una noche de verano se escuchan a mis lágrimas suicidas, cantando a un amor que nunca me atreví a entregarte, recitando los versos que creaste en mi cabeza, ofreciendo al mundo un amor que se ahoga en el salado mar de la cobardía.
En el silencio de una noche de verano se aprecia el vuelo de mi ilusión por seguir buscándote, la huida de mi cuerpo mientras agoniza por no fusionarse con el tuyo, mientras intenta escapar de la estela que deja el miedo al rechazo, a que no comprendas la falta que me haces y a que puedas destruirme cuando descubras que mi vida te pertenece.
En el silencio de una noche de verano pido al cielo que llegues pronto, que vengas un día diciendo que no quieres marcharte, que te conviertas en el motor que hace seguir girando a mi mundo, en el piano que armonice las pasiones de mi alma, en los amaneceres acompañados, en las noches compartidas, donde nada importe fuera de la habitación en la que nos encontremos cuando el sol no nos mire.
En el silencio de una noche de verano intentaré que llueva el valor que necesito, que algún día logre enfrentarme a mis propios sentimientos, que te cuente lo que oculto, que deje de estar muerto y por ti vuelva a nacer para entregarte mi cuerpo, haciendo que los dos volemos lejos y nadie pueda encontrarnos.
Gracias por ser mi sueño de una noche de verano.
Te querré siempre.
Flautista.
viernes, 28 de junio de 2013
Me hace daño verte
Me hace daño verte.
Es duro verte sabiendo que no me miras, que son muchos los que te rodean, pocos los que te importan y menos los que cuidas.
Me hace daño verte.
Duele tenerte cerca y sentirte lejos. Es duro quererte, ver que nunca llegaré a merecerte y que amaré a un espejismo hasta que mis heridos sentimientos me condenen a muerte.
Me hace daño verte.
Sufro sabiendo que no descubrirás esto, que no sabrás que mi alma te pertenece, que te llora cada rincón de mi cuerpo, que el único motivo por el que no me siento vivo es porque no quiero vivir sabiendo que no te tengo.
Me hace daño verte.
Me daña fingir que no pasa nada, mirarte a la cara mientras muero por darte un beso, sonreír en silencio mientras lucho contra este secreto que me desgarra el alma.
Me hace daño verte.
Me hiere saber que no puedo alcanzarte, que nunca cumplirás mis sueños, que no vendrás para apagarme, que si no estás ardo por dentro.
Me hace daño verte, pero más duele no encontrarte. Por eso, mientras siga vivo, seguiré buscándote sin descanso.
Te querré aunque me duela en cada centímetro de mi cuerpo.
Gracias por ser el dolor más dulce.
Flautista.
Es duro verte sabiendo que no me miras, que son muchos los que te rodean, pocos los que te importan y menos los que cuidas.
Me hace daño verte.
Duele tenerte cerca y sentirte lejos. Es duro quererte, ver que nunca llegaré a merecerte y que amaré a un espejismo hasta que mis heridos sentimientos me condenen a muerte.
Me hace daño verte.
Sufro sabiendo que no descubrirás esto, que no sabrás que mi alma te pertenece, que te llora cada rincón de mi cuerpo, que el único motivo por el que no me siento vivo es porque no quiero vivir sabiendo que no te tengo.
Me hace daño verte.
Me daña fingir que no pasa nada, mirarte a la cara mientras muero por darte un beso, sonreír en silencio mientras lucho contra este secreto que me desgarra el alma.
Me hace daño verte.
Me hiere saber que no puedo alcanzarte, que nunca cumplirás mis sueños, que no vendrás para apagarme, que si no estás ardo por dentro.
Me hace daño verte, pero más duele no encontrarte. Por eso, mientras siga vivo, seguiré buscándote sin descanso.
Te querré aunque me duela en cada centímetro de mi cuerpo.
Gracias por ser el dolor más dulce.
Flautista.
miércoles, 26 de junio de 2013
No lo olvides...
No olvides que puedo huir,
puede que siempre no esté presente.
Dejé de ser tu animal,
ahora soy mucho más fuerte.
No olvides que puedo huir,
si no me cuidas me irás perdiendo.
Rompí cadenas, tiré el bozal,
me preparé para salir corriendo.
No olvides que puedo huir,
el mundo no gira en torno a tu ombligo,
puedo renacer, correr, volar
y olvidar que tuve un corazón herido.
No olvides que puedo huir,
que perro con hambre muerde a su dueño,
que puedo llenarte de felicidad
o llenar de pesadillas tus mejores sueños.
No olvides que puedo huir,
que por ti no acepto entregarme a la muerte.
Valora lo que tienes, cuida a los demás,
¿Quién sabe si mañana cambiará tu suerte?
<<Te quiero, pero no más que a mí>>
Flautista
puede que siempre no esté presente.
Dejé de ser tu animal,
ahora soy mucho más fuerte.
No olvides que puedo huir,
si no me cuidas me irás perdiendo.
Rompí cadenas, tiré el bozal,
me preparé para salir corriendo.
No olvides que puedo huir,
el mundo no gira en torno a tu ombligo,
puedo renacer, correr, volar
y olvidar que tuve un corazón herido.
No olvides que puedo huir,
que perro con hambre muerde a su dueño,
que puedo llenarte de felicidad
o llenar de pesadillas tus mejores sueños.
No olvides que puedo huir,
que por ti no acepto entregarme a la muerte.
Valora lo que tienes, cuida a los demás,
¿Quién sabe si mañana cambiará tu suerte?
<<Te quiero, pero no más que a mí>>
Flautista
lunes, 24 de junio de 2013
Incoherente...
Siempre tendía a buscar el amor en las manos equivocadas, a mendigar el cariño de unos ojos que no devolvían la mirada, a soñar con unos besos que volaban a otros labios, y, de tanto mirar a lo lejos, nunca percibió lo que le rodeaba.
Solía entregarse sentimientos de segunda mano, a un calor inerte que secase sus lágrimas, a un deseo de sentir que alguien quería compartir sus noches, de encontrar a alguien capaz de luchar por sus sueños, de ofrecerle la luna para que fuera feliz y de hacer que cada despertar fuera mágico sabiendo que despertarían juntos.
La lluvia fue compañera de sus soledades, espejo del llanto de amores no comprendidos, recuerdo de tiempos pasados en los que los corazones eran sinceros y los sueños emitían un aroma que podía tocarse con el roce de los dedos.
La desdicha acompañaba sus mañanas, el miedo arropaba sus anhelos y, como un animal enjaulado, cada vez se escondía más bajo su rígida armadura, bajo el cofre que escondía su infelicidad y mostraba al resto una sonrisa que hacía que ardiese por dentro.
Poco a poco se iba muriendo, y yo no me atrevía a confesarle el amor que siempre le quise entregar.
<<Te querré más de lo que piensas, aunque nunca lo hubieras imaginado.>>
Flautista.
Solía entregarse sentimientos de segunda mano, a un calor inerte que secase sus lágrimas, a un deseo de sentir que alguien quería compartir sus noches, de encontrar a alguien capaz de luchar por sus sueños, de ofrecerle la luna para que fuera feliz y de hacer que cada despertar fuera mágico sabiendo que despertarían juntos.
La lluvia fue compañera de sus soledades, espejo del llanto de amores no comprendidos, recuerdo de tiempos pasados en los que los corazones eran sinceros y los sueños emitían un aroma que podía tocarse con el roce de los dedos.
La desdicha acompañaba sus mañanas, el miedo arropaba sus anhelos y, como un animal enjaulado, cada vez se escondía más bajo su rígida armadura, bajo el cofre que escondía su infelicidad y mostraba al resto una sonrisa que hacía que ardiese por dentro.
Poco a poco se iba muriendo, y yo no me atrevía a confesarle el amor que siempre le quise entregar.
<<Te querré más de lo que piensas, aunque nunca lo hubieras imaginado.>>
Flautista.
domingo, 23 de junio de 2013
Carta a un sueño...
Hoy he vuelto a soñarte, pero no logré encontrarte al abrir los ojos. No quería despertar, no quería aceptar que estuvieras lejos, que yo estaba sólo y que nadie llegaría a conocer este sueño secreto.
Sin embargo, a veces creo que debo buscarte. No sé qué hacer, no sé cómo reaccionarías si algún día descubres la verdad, pero, sin darme cuenta, creo que me estoy muriendo poco a poco, que me acostumbro al dolor de tu ausencia como una herida que deja de sangrar, pero me mantengo vivo con la falsa esperanza de que algún día logre reunir las palabras adecuadas, encontrar el calor que me haga seguir adelante y lograrte decir esas palabras con las que nunca volveré a tener frío. Aún así, sin ti me siento perdido, loco, y me resigno a aparentar ser un valiente mientras que mis textos demuestran que soy un cobarde, que no sé qué hacer para merecerte, o para hacerte ver que lo estoy intentando.
Siento que nací en un mundo equivocado, un mundo donde el miedo al rechazo tiene más fuerza que los comienzos bonitos, donde la vida crecerá haciéndome caminar solo, donde no viviremos planes de domingo, donde las baladas no hablen de nosotros y el piano del tiempo haga que caigan en un olvido sordo todos los sueños que nunca viví contigo.
No obstante, el viento siempre me dijo que debo seguir esforzándome, que algún día seré fuerte, que creceré, volaré y lograré encontrarte, que llegará un día en el que no hagan falta mentiras, en el que las sonrisas sean sinceras y no necesite fingir una felicidad que me destruye por dentro, que me desmorona como un castillo de arena, que demuestra que soy débil si no te tengo y que necesito que todos mis pasos me lleven hacia a ti.
No sé muy bien si algún día haré que seas consciente de todo esto, que entiendas que eres mi sueño de las noches de verano, el motivo por el que cada día salgo a la calle e intento seguir adelante, mi refugio en los días de lluvia, mi calor en los días soleados y la única causa por la que cada día estoy dispuesto a sonreír de nuevo.
De todos modos, quiero que sepas que siempre te he querido, que lo sentido por ti es algo sincero, algo capaz de parar el tiempo, de ofrecer a mis oídos la música que nunca habían escuchado, de hacer que la vida sin ti me haga sentir pequeño y débil, pero que el mero hecho de saber que me miras me convierta en un gigante capaz de plantar cara a cualquier Don Quijote que intente importunarme.
Por tanto, concluyo esta carta deseándote la felicidad que yo nunca supe ofrecerte, la alegría que yo no pude darte y los besos nonatos que murieron al no aprender cómo volar de mis labios.
Gracias por bailar conmigo la danza que algunos poetas locos llamaron vida.
Te querré hasta que pongamos final feliz a nuestro cuento.
Flautista.
Sin embargo, a veces creo que debo buscarte. No sé qué hacer, no sé cómo reaccionarías si algún día descubres la verdad, pero, sin darme cuenta, creo que me estoy muriendo poco a poco, que me acostumbro al dolor de tu ausencia como una herida que deja de sangrar, pero me mantengo vivo con la falsa esperanza de que algún día logre reunir las palabras adecuadas, encontrar el calor que me haga seguir adelante y lograrte decir esas palabras con las que nunca volveré a tener frío. Aún así, sin ti me siento perdido, loco, y me resigno a aparentar ser un valiente mientras que mis textos demuestran que soy un cobarde, que no sé qué hacer para merecerte, o para hacerte ver que lo estoy intentando.
Siento que nací en un mundo equivocado, un mundo donde el miedo al rechazo tiene más fuerza que los comienzos bonitos, donde la vida crecerá haciéndome caminar solo, donde no viviremos planes de domingo, donde las baladas no hablen de nosotros y el piano del tiempo haga que caigan en un olvido sordo todos los sueños que nunca viví contigo.
No obstante, el viento siempre me dijo que debo seguir esforzándome, que algún día seré fuerte, que creceré, volaré y lograré encontrarte, que llegará un día en el que no hagan falta mentiras, en el que las sonrisas sean sinceras y no necesite fingir una felicidad que me destruye por dentro, que me desmorona como un castillo de arena, que demuestra que soy débil si no te tengo y que necesito que todos mis pasos me lleven hacia a ti.
No sé muy bien si algún día haré que seas consciente de todo esto, que entiendas que eres mi sueño de las noches de verano, el motivo por el que cada día salgo a la calle e intento seguir adelante, mi refugio en los días de lluvia, mi calor en los días soleados y la única causa por la que cada día estoy dispuesto a sonreír de nuevo.
De todos modos, quiero que sepas que siempre te he querido, que lo sentido por ti es algo sincero, algo capaz de parar el tiempo, de ofrecer a mis oídos la música que nunca habían escuchado, de hacer que la vida sin ti me haga sentir pequeño y débil, pero que el mero hecho de saber que me miras me convierta en un gigante capaz de plantar cara a cualquier Don Quijote que intente importunarme.
Por tanto, concluyo esta carta deseándote la felicidad que yo nunca supe ofrecerte, la alegría que yo no pude darte y los besos nonatos que murieron al no aprender cómo volar de mis labios.
Gracias por bailar conmigo la danza que algunos poetas locos llamaron vida.
Te querré hasta que pongamos final feliz a nuestro cuento.
Flautista.
sábado, 22 de junio de 2013
Tragicomedia...
Siempre hay más
de mil maneras de amar
un recuerdo que, en verdad,
no creció fuera de un sueño.
Fuiste el mar,
en tu cuerpo quise nadar,
pero no pude respirar
y yo me hundí en ese tormento
de una historia sin final,
agridulce, como un beso.
Nunca encendí la luz
que me guiase a tu portal,
perdido yo no supe andar,
y me tumbó el sufrimiento
de luchar solo y caminar
sabiendo que te llorarán
dos mil rincones de mi cuerpo.
Ahora quiero enloquecer,
sentido no veo a vivir sin verte
pues no es vida para mí
respirar sin poseerte,
no alimentarme de ti,
no dejar que me hagas fuerte.
De nada sirve vivir
cuando sin ti sólo hay muerte.
Desafiné mi alma cuando quise buscarte,
mis ojos lloraron sordos cuando no pudieron verte,
siempre fue un gusto imaginarte,
siempre soñé retenerte,
y nunca logré contarte
que en mi cuerpo creció fuerte
un amor que aún hoy palpita,
un sentimiento que es perenne,
no caduca, no marchita,
un anhelo de tenerte,
de poder darte mi vida,
dejar que el tiempo nos lleve
siempre hacia un nuevo día
donde pueda concederte
canciones, versos y alegrías,
donde el mundo envidie mi suerte
por compartir contigo mi vida,
porque, contigo, nunca más llueve.
<<Hay tragedias que te marcan, que condicionan tu destino. Sufro la peor de todas: no vivir una vida contigo>>
Siempre serás un motivo para seguir escribiendo.
Flautista.
de mil maneras de amar
un recuerdo que, en verdad,
no creció fuera de un sueño.
Fuiste el mar,
en tu cuerpo quise nadar,
pero no pude respirar
y yo me hundí en ese tormento
de una historia sin final,
agridulce, como un beso.
Nunca encendí la luz
que me guiase a tu portal,
perdido yo no supe andar,
y me tumbó el sufrimiento
de luchar solo y caminar
sabiendo que te llorarán
dos mil rincones de mi cuerpo.
Ahora quiero enloquecer,
sentido no veo a vivir sin verte
pues no es vida para mí
respirar sin poseerte,
no alimentarme de ti,
no dejar que me hagas fuerte.
De nada sirve vivir
cuando sin ti sólo hay muerte.
Desafiné mi alma cuando quise buscarte,
mis ojos lloraron sordos cuando no pudieron verte,
siempre fue un gusto imaginarte,
siempre soñé retenerte,
y nunca logré contarte
que en mi cuerpo creció fuerte
un amor que aún hoy palpita,
un sentimiento que es perenne,
no caduca, no marchita,
un anhelo de tenerte,
de poder darte mi vida,
dejar que el tiempo nos lleve
siempre hacia un nuevo día
donde pueda concederte
canciones, versos y alegrías,
donde el mundo envidie mi suerte
por compartir contigo mi vida,
porque, contigo, nunca más llueve.
<<Hay tragedias que te marcan, que condicionan tu destino. Sufro la peor de todas: no vivir una vida contigo>>
Siempre serás un motivo para seguir escribiendo.
Flautista.
jueves, 20 de junio de 2013
Invierno...
Cuando vivir
duele más que soñar
prefiero dormir,
aunque sigo despierto.
Si hoy duele amar
mucho más que sentir
intento ocultar
que por ti ya estoy muerto.
Duele fingir,
me cansa el antifaz
con el que intento redimir
lo que por ti estoy sintiendo,
pero es duro aceptar
que tú eres cielo, yo soy mar
y no te logro alcanzar
ni en mis más hermosos sueños.
Hoy no duele llorar,
mis ojos ya murieron secos,
cansados de invocar
un futuro que es incierto,
en el que me logras calmar
como lluvia en un desierto.
Ya no voy a gritar,
sólo esperaré a la muerte
pues vivir es un puñal
que se clava al no tenerte,
al vivir un invierno mortal
en el que mi alma no se deshiele
ya no me sirve soñar,
vivo y muero por quererte.
duele más que soñar
prefiero dormir,
aunque sigo despierto.
Si hoy duele amar
mucho más que sentir
intento ocultar
que por ti ya estoy muerto.
Duele fingir,
me cansa el antifaz
con el que intento redimir
lo que por ti estoy sintiendo,
pero es duro aceptar
que tú eres cielo, yo soy mar
y no te logro alcanzar
ni en mis más hermosos sueños.
Hoy no duele llorar,
mis ojos ya murieron secos,
cansados de invocar
un futuro que es incierto,
en el que me logras calmar
como lluvia en un desierto.
Ya no voy a gritar,
sólo esperaré a la muerte
pues vivir es un puñal
que se clava al no tenerte,
al vivir un invierno mortal
en el que mi alma no se deshiele
ya no me sirve soñar,
vivo y muero por quererte.
jueves, 13 de junio de 2013
Carta de agradecimiento
En el reino de los cobardes me hiciste querer ser un valiente.
Sin que tú te dieras cuenta, cada día intenté ser mejor persona. Luché por convertirme en alguien mejor, por merecer todo lo que ofreces a los demás, por despertar una sonrisa en tu rostro y dormir las lágrimas que derramo al saber que no estás cerca.
El tiempo fue testigo de mis esfuerzos por tenerte, de mi lucha contra el olvido intentando abrirme espacio en tu mente, muriendo ante la idea de un futuro en el que no te encuentre, ante la obra de teatro que vivo sin sentido sabiendo que tú no la protagonizas.
Pero cada intento de conseguirte me llovió en mil fracasos, cada beso que no te di floreció en mil puñales, cada "te quiero" que no me atreví a decir desafinó mi alma, y en la primavera de tu ausencia sólo espero dejar de temblar algún día, superar mis miedos, dejar de ocultarme y demostrarte que siempre fuiste el sol que calentó mis días.
Sin embargo, el miedo a tu rechazo se apodera de mí. Si no te tengo cerca no sé caminar, no quiero moverme si eso hace que me arriesgue a perderte, y, si mis pasos no se dirigen a ti, no tendrá sentido seguir caminando.
Por eso, ahora sólo puedo esperar, derramarme en estos textos que intento que comprendas, entregar mi alma en cada letra y hacerte ver que te pertenece, que nací para buscarte, que viví para quererte y que moriré por encontrarte, por lograr que algún día te quedes y los amaneceres dejen de desnudar un alma que se vació hace tiempo, que siempre quiso vivir para beber de ti.
Por último, sólo puedo despedirme dándote las gracias, mostrándome complacido ante la idea de tu existencia. Ten en cuenta que este agradecimiento es sincero. Siempre dolerá no tenerte, pero nadie escoge lo que siente, y yo no puedo obligarte a buscarme cuando no quieres que yo te encuentre. De todos modos, debo darte las gracias por todo, por enseñarme que la vida es un camino de rosas y puñales y porque, aunque no lo sepas, siempre fuiste un motivo para intentar ser mejor persona.
Te querré hasta que un deshielo derrita nuestros cielos.
Gracias por todo, tu desamor me ha hecho más fuerte.
Flautista
Sin que tú te dieras cuenta, cada día intenté ser mejor persona. Luché por convertirme en alguien mejor, por merecer todo lo que ofreces a los demás, por despertar una sonrisa en tu rostro y dormir las lágrimas que derramo al saber que no estás cerca.
El tiempo fue testigo de mis esfuerzos por tenerte, de mi lucha contra el olvido intentando abrirme espacio en tu mente, muriendo ante la idea de un futuro en el que no te encuentre, ante la obra de teatro que vivo sin sentido sabiendo que tú no la protagonizas.
Pero cada intento de conseguirte me llovió en mil fracasos, cada beso que no te di floreció en mil puñales, cada "te quiero" que no me atreví a decir desafinó mi alma, y en la primavera de tu ausencia sólo espero dejar de temblar algún día, superar mis miedos, dejar de ocultarme y demostrarte que siempre fuiste el sol que calentó mis días.
Sin embargo, el miedo a tu rechazo se apodera de mí. Si no te tengo cerca no sé caminar, no quiero moverme si eso hace que me arriesgue a perderte, y, si mis pasos no se dirigen a ti, no tendrá sentido seguir caminando.
Por eso, ahora sólo puedo esperar, derramarme en estos textos que intento que comprendas, entregar mi alma en cada letra y hacerte ver que te pertenece, que nací para buscarte, que viví para quererte y que moriré por encontrarte, por lograr que algún día te quedes y los amaneceres dejen de desnudar un alma que se vació hace tiempo, que siempre quiso vivir para beber de ti.
Por último, sólo puedo despedirme dándote las gracias, mostrándome complacido ante la idea de tu existencia. Ten en cuenta que este agradecimiento es sincero. Siempre dolerá no tenerte, pero nadie escoge lo que siente, y yo no puedo obligarte a buscarme cuando no quieres que yo te encuentre. De todos modos, debo darte las gracias por todo, por enseñarme que la vida es un camino de rosas y puñales y porque, aunque no lo sepas, siempre fuiste un motivo para intentar ser mejor persona.
Te querré hasta que un deshielo derrita nuestros cielos.
Gracias por todo, tu desamor me ha hecho más fuerte.
Flautista
sábado, 1 de junio de 2013
Alma muerta
Hoy ya no quiero llorar,
mi alma rompiste en pedazos;
ya no te puedo buscar
ni volver sobre mis pasos.
Hoy empiezo a comprender
que no alumbrarás mis noches
pero harás que la tristeza
de mi pecho siempre brote.
Pero no quiero llorar,
no quiero que sepas nada,
tú ya me enseñaste a amar
y a recibir estocadas.
Nunca sabrás qué sentí
cuando tú estuviste cerca.
Nunca sabrás que, por ti,
mi alma aguantó fuego y flechas.
Pero no voy a llorar
por amor que no he tenido,
nunca te voy a mostrar
lo que por ti yo he sentido.
Ahora me toca fingir,
sonreír cuando te acercas,
resignarme a tu amistad
aunque mi alma se muera
por poderte demostrar
que mi vida a ti te entrega,
que no quiero caminar
si mis pasos hoy me alejan
de un futuro junto a ti,
del momento en que tu sientas
lo que yo siento por ti,
que, sin ti, mi alma está muerta
y yo no quiero morir
sin hacer que tú comprendas
que por ti aprendí a vivir,
que siempre me diste fuerzas
para avanzar y seguir
luchando con cielo y tierra
intentando conseguir
que algún día tú comprendas
que mi vida es para ti,
que, sin ti, mi alma está muerta.
mi alma rompiste en pedazos;
ya no te puedo buscar
ni volver sobre mis pasos.
Hoy empiezo a comprender
que no alumbrarás mis noches
pero harás que la tristeza
de mi pecho siempre brote.
Pero no quiero llorar,
no quiero que sepas nada,
tú ya me enseñaste a amar
y a recibir estocadas.
Nunca sabrás qué sentí
cuando tú estuviste cerca.
Nunca sabrás que, por ti,
mi alma aguantó fuego y flechas.
Pero no voy a llorar
por amor que no he tenido,
nunca te voy a mostrar
lo que por ti yo he sentido.
Ahora me toca fingir,
sonreír cuando te acercas,
resignarme a tu amistad
aunque mi alma se muera
por poderte demostrar
que mi vida a ti te entrega,
que no quiero caminar
si mis pasos hoy me alejan
de un futuro junto a ti,
del momento en que tu sientas
lo que yo siento por ti,
que, sin ti, mi alma está muerta
y yo no quiero morir
sin hacer que tú comprendas
que por ti aprendí a vivir,
que siempre me diste fuerzas
para avanzar y seguir
luchando con cielo y tierra
intentando conseguir
que algún día tú comprendas
que mi vida es para ti,
que, sin ti, mi alma está muerta.
lunes, 20 de mayo de 2013
Imagina...
Imagina un mes de Abril
con el sol surcando el cielo,
acuarelas para abrir
tierra y mar a un mundo incierto.
Duermo ardiendo en tu carmín,
sueño que por ti estoy cuerdo,
por ti, yo quiero vivir;
sin ti, siento que estoy muerto.
Imagina a este bufón
intentando regalar
a Mayo un gran invierno,
un deshielo que, al besar,
evapore el sufrimiento,
una rosa que al nacer
desafine este tormento
y nos permita morir
juntos en un solo cuerpo.
Imagina un despertar,
un mundo por disfrutar,
encontrarte entre mis dedos,
un deseo de gritar
que en mi mundo eres el centro.
El colchón rompe a llorar
recordando ese momento
en el que quise soñar
y fuiste mi mejor sueño.
Ahora intenta imaginar
que de mi valor soy dueño
para poderte contar
que por ti ya no hay invierno.
En Mayo llegaste a mí,
sin ti siempre será Enero.
Duele fingir no sentir,
duele parecer de hielo
y hoy me voy a despedir,
no hay trabajo para un sueño
sin poderte dedicar
ni mis versos ni mis besos
ni poderte demostrar
que si yo me estoy muriendo
es por salir a bailar
y perderme entre tu cuerpo.
<<Imagina un mundo perfecto, un mundo en el que nada pueda mejorarse, en el que seas feliz y no conozcas el sufrimiento. Ahora descríbemelo. Yo imagino el mío, pero sólo a ti te encuentro>>.
Siempre serás el motivo para seguir imaginando.
Flautista.
con el sol surcando el cielo,
acuarelas para abrir
tierra y mar a un mundo incierto.
Duermo ardiendo en tu carmín,
sueño que por ti estoy cuerdo,
por ti, yo quiero vivir;
sin ti, siento que estoy muerto.
Imagina a este bufón
intentando regalar
a Mayo un gran invierno,
un deshielo que, al besar,
evapore el sufrimiento,
una rosa que al nacer
desafine este tormento
y nos permita morir
juntos en un solo cuerpo.
Imagina un despertar,
un mundo por disfrutar,
encontrarte entre mis dedos,
un deseo de gritar
que en mi mundo eres el centro.
El colchón rompe a llorar
recordando ese momento
en el que quise soñar
y fuiste mi mejor sueño.
Ahora intenta imaginar
que de mi valor soy dueño
para poderte contar
que por ti ya no hay invierno.
En Mayo llegaste a mí,
sin ti siempre será Enero.
Duele fingir no sentir,
duele parecer de hielo
y hoy me voy a despedir,
no hay trabajo para un sueño
sin poderte dedicar
ni mis versos ni mis besos
ni poderte demostrar
que si yo me estoy muriendo
es por salir a bailar
y perderme entre tu cuerpo.
<<Imagina un mundo perfecto, un mundo en el que nada pueda mejorarse, en el que seas feliz y no conozcas el sufrimiento. Ahora descríbemelo. Yo imagino el mío, pero sólo a ti te encuentro>>.
Siempre serás el motivo para seguir imaginando.
Flautista.
miércoles, 15 de mayo de 2013
La rosa encantada...
Ya no sueño, ya no vivo,
sólo muero en pesadillas,
nunca hubo mayor dolor
que no tenerte en mi vida.
Ya no río, ya no sufro,
respiro mientras espero
a que la muerte me lleve
y olvide que fuiste un sueño.
Ya no sueño, ya no vivo,
inerte estoy si no estás cerca.
El calor no está conmigo,
muero ahogado en la tormenta.
Ya no río, ya no sufro,
no siento si tú estás lejos.
No te asustes, no sonrío:
Por tu amor yo ya estoy muerto.
Mas no llores, no es tu culpa
que te de mi corazón.
Es culpa de tus virtudes,
que robaron mi razón.
Mi invierno ya se avecina,
mi otoño ya se acabó,
mas el rosal de mis sueños
siempre seguirá en flor
con una sola rosa encantada
que recuerde que tú y yo,
tal vez, en futuras vidas,
logremos sembrar mejor
un futuro compartido
donde tú aceptes mi amor.
Hasta entonces, me despido,
no sabrás ni quién soy yo.
Para ti, nunca he existido,
tal vez así sea mejor,
pues no quiero haberte herido
como herí a mi corazón,
él siempre te ha querido
sin la menor dilación.
Su amor no correspondido
siempre fue su perdición
haciéndome dar la vida
por la triste sinrazón
de quererte en mi vida
si en la tuya no estoy yo.
sólo muero en pesadillas,
nunca hubo mayor dolor
que no tenerte en mi vida.
Ya no río, ya no sufro,
respiro mientras espero
a que la muerte me lleve
y olvide que fuiste un sueño.
Ya no sueño, ya no vivo,
inerte estoy si no estás cerca.
El calor no está conmigo,
muero ahogado en la tormenta.
Ya no río, ya no sufro,
no siento si tú estás lejos.
No te asustes, no sonrío:
Por tu amor yo ya estoy muerto.
Mas no llores, no es tu culpa
que te de mi corazón.
Es culpa de tus virtudes,
que robaron mi razón.
Mi invierno ya se avecina,
mi otoño ya se acabó,
mas el rosal de mis sueños
siempre seguirá en flor
con una sola rosa encantada
que recuerde que tú y yo,
tal vez, en futuras vidas,
logremos sembrar mejor
un futuro compartido
donde tú aceptes mi amor.
Hasta entonces, me despido,
no sabrás ni quién soy yo.
Para ti, nunca he existido,
tal vez así sea mejor,
pues no quiero haberte herido
como herí a mi corazón,
él siempre te ha querido
sin la menor dilación.
Su amor no correspondido
siempre fue su perdición
haciéndome dar la vida
por la triste sinrazón
de quererte en mi vida
si en la tuya no estoy yo.
viernes, 10 de mayo de 2013
Llanto del cobarde...
Has convertido mis sueños
en recuerdos no vividos,
inventé un futuro inerte
en el que nunca faltabas,
la letra de mis canciones
siempre protagonizabas,
pero perdí los deseos
que juntos no cumplimos.
En todas mis canciones
fuiste fundamental,
en este mes de Mayo
hiciste al sol brillar,
pero no supiste ver
que a ti me quise entregar
y en este oscuro invierno
me volviste a abandonar.
¿De qué me sirve soñarte
si no estás al despertar?
¿De qué me sirve inventarte
si no te puedo alcanzar?
No puedo echarte de menos,
tú nunca llegaste a estar,
no supe dar ese paso
y ya no puedo esperar.
Aquí se acaba la historia,
nuestro "pudimos ser más".
Tal vez, en mi otra vida,
lo volvamos a intentar
y en el lienzo del destino
pintemos un buen final
donde no haya cobardía,
donde te pueda mostrar
que por ti me estoy muriendo,
que contigo quiero estar.
en recuerdos no vividos,
inventé un futuro inerte
en el que nunca faltabas,
la letra de mis canciones
siempre protagonizabas,
pero perdí los deseos
que juntos no cumplimos.
En todas mis canciones
fuiste fundamental,
en este mes de Mayo
hiciste al sol brillar,
pero no supiste ver
que a ti me quise entregar
y en este oscuro invierno
me volviste a abandonar.
¿De qué me sirve soñarte
si no estás al despertar?
¿De qué me sirve inventarte
si no te puedo alcanzar?
No puedo echarte de menos,
tú nunca llegaste a estar,
no supe dar ese paso
y ya no puedo esperar.
Aquí se acaba la historia,
nuestro "pudimos ser más".
Tal vez, en mi otra vida,
lo volvamos a intentar
y en el lienzo del destino
pintemos un buen final
donde no haya cobardía,
donde te pueda mostrar
que por ti me estoy muriendo,
que contigo quiero estar.
martes, 23 de abril de 2013
Poeta muerto...
Mi vida es un conjunto de sentimientos frustrados e inseguridades acumuladas.
Nací en el hogar de la desconfianza, donde te enseñan que los sueños existen para no cumplirlos y, atrapado en un cuerpo envejecido, descubres que cada día es tarde para alcanzar un nuevo deseo.
Crecí en el reino negativo, donde el "no" habita como concepto, donde las aspiraciones marchitan; donde siempre te vencen los retos; donde las metas, desde la lejanía, muestran que nunca llegarás a buen puerto.
Pero mi vida ya no es vida, es el más triste de los cuentos. Vivo un cuento de rosas de espinas, donde cada pétalo muere de sufrimiento, de sufrimiento en un invierno que a mí nadie me ilumina.
Mi vida nunca fue vida, mi vida es mi tormento. Vivo el tormento de la torre vencida, de la soledad como compañera del lamento, de los corazones que mueren sin compañía donde el único triunfo es saber que aún no estoy muerto.
El amor me contamina, por él estoy muriendo. Dos rechazos tuve en vida, pero el tercero no te muestro. Para que no agrandes la herida no te cuento lo que siento, no te digo que por ti vuelve a ser de día.
Mi vida ya no es vida, es el más incompleto de los versos, versos que mi alma olvidan, versos que esconden mi lamento, donde los silencios ahogados gritan, donde sonrío tapando mi sufrimiento aunque mi alma se desgarre con mi sonrisa, aunque nadie sepa que muero por dentro.
Con esto llego a mi final, espero el acorde perfecto, pero dejé de creer en codas felices en las que soy protagonista del concierto. No tengo fuerzas para cadenciar. No vivo, no concluyo. Hace tiempo que estoy muerto...
Nací en el hogar de la desconfianza, donde te enseñan que los sueños existen para no cumplirlos y, atrapado en un cuerpo envejecido, descubres que cada día es tarde para alcanzar un nuevo deseo.
Crecí en el reino negativo, donde el "no" habita como concepto, donde las aspiraciones marchitan; donde siempre te vencen los retos; donde las metas, desde la lejanía, muestran que nunca llegarás a buen puerto.
Pero mi vida ya no es vida, es el más triste de los cuentos. Vivo un cuento de rosas de espinas, donde cada pétalo muere de sufrimiento, de sufrimiento en un invierno que a mí nadie me ilumina.
Mi vida nunca fue vida, mi vida es mi tormento. Vivo el tormento de la torre vencida, de la soledad como compañera del lamento, de los corazones que mueren sin compañía donde el único triunfo es saber que aún no estoy muerto.
El amor me contamina, por él estoy muriendo. Dos rechazos tuve en vida, pero el tercero no te muestro. Para que no agrandes la herida no te cuento lo que siento, no te digo que por ti vuelve a ser de día.
Mi vida ya no es vida, es el más incompleto de los versos, versos que mi alma olvidan, versos que esconden mi lamento, donde los silencios ahogados gritan, donde sonrío tapando mi sufrimiento aunque mi alma se desgarre con mi sonrisa, aunque nadie sepa que muero por dentro.
Con esto llego a mi final, espero el acorde perfecto, pero dejé de creer en codas felices en las que soy protagonista del concierto. No tengo fuerzas para cadenciar. No vivo, no concluyo. Hace tiempo que estoy muerto...
sábado, 20 de abril de 2013
Sueños y estaciones
Como si de un sueño se tratase, me quedo paralizado cada vez que me miras.
Soñar siempre es algo maravilloso, especialmente desde que sé que en mis sueños puedo encontrarte, que no te alejas, que vives en mi cabeza y nada puede separarnos. Sin embargo, los sueños se terminan y, casi sin darme cuenta, me sorprendo cantando nanas al Sol para que llegue la noche y pueda volver a alcanzarte. No obstante, todas las noches muero un poco por dentro cuando te miro en sueños y siempre me dices la misma frase:
En ese momento todo desaparece, y recuerdo que no estoy contigo. Rodeado de sudor, mis sábanas lloran tu ausencia sin una Luna que las escuche, y mi cuerpo, echándote de menos aunque nunca hayas llegado, muere de deseo mientras tiene hambre de ti, mientras añora tu sabor como si fueras el más adictivo de los manjares.
Así vuelve mi realidad, una realidad de piedra gris, en la que te pienso para seguir vivo; una realidad fría como el mayor de los glaciares, en la que buscar tu calor es lo único que me hace luchar contra el invierno.
De este modo, el tiempo pasa y la primavera me recuerda que no llegas, que mis sueños se mueren con el deshielo y que tú no apareces más allá de mi mente. Y yo, alérgico a la distancia, veo cómo mi vida empieza a perder el sentido si no eres parte de ella, mientras espero que todo concluya en un otoño infinito, pues hace tiempo que te llevaste el verano y yo dejé de sentir calor por no tenerte cerca.
Por último, sólo puedo desearte que seas feliz, que alguien te de todos los besos que nunca me atreví a entregarte, que te abracen cada noche y hagan en tu nombre las canciones más bellas jamás escuchadas. Yo, mientras tanto, me marcharé sin hacer ruido. Mi papel en este sueño ha terminado y puede que algún día logre despertar a tu lado sin necesitar volver a soñarte.
Siempre serás el motivo por el que soñar un poco más.
Flautista.
Soñar siempre es algo maravilloso, especialmente desde que sé que en mis sueños puedo encontrarte, que no te alejas, que vives en mi cabeza y nada puede separarnos. Sin embargo, los sueños se terminan y, casi sin darme cuenta, me sorprendo cantando nanas al Sol para que llegue la noche y pueda volver a alcanzarte. No obstante, todas las noches muero un poco por dentro cuando te miro en sueños y siempre me dices la misma frase:
"No soy real".
En ese momento todo desaparece, y recuerdo que no estoy contigo. Rodeado de sudor, mis sábanas lloran tu ausencia sin una Luna que las escuche, y mi cuerpo, echándote de menos aunque nunca hayas llegado, muere de deseo mientras tiene hambre de ti, mientras añora tu sabor como si fueras el más adictivo de los manjares.
Así vuelve mi realidad, una realidad de piedra gris, en la que te pienso para seguir vivo; una realidad fría como el mayor de los glaciares, en la que buscar tu calor es lo único que me hace luchar contra el invierno.
De este modo, el tiempo pasa y la primavera me recuerda que no llegas, que mis sueños se mueren con el deshielo y que tú no apareces más allá de mi mente. Y yo, alérgico a la distancia, veo cómo mi vida empieza a perder el sentido si no eres parte de ella, mientras espero que todo concluya en un otoño infinito, pues hace tiempo que te llevaste el verano y yo dejé de sentir calor por no tenerte cerca.
Por último, sólo puedo desearte que seas feliz, que alguien te de todos los besos que nunca me atreví a entregarte, que te abracen cada noche y hagan en tu nombre las canciones más bellas jamás escuchadas. Yo, mientras tanto, me marcharé sin hacer ruido. Mi papel en este sueño ha terminado y puede que algún día logre despertar a tu lado sin necesitar volver a soñarte.
Siempre serás el motivo por el que soñar un poco más.
Flautista.
domingo, 7 de abril de 2013
Enjaulado...
Si hay algo que duela en esta vida es tener que vivir preso de mis emociones.
Necesitaría ayuda para romper barreras, para que el suelo no se agriete bajo mis pies si intento acercarme a ti, para que el espejo deje de mostrarme la cara de un cobarde que no es capaz de decirte lo que siente, un cobarde que, sin que tú te des cuenta, prefiere vivir un sólo segundo contigo antes que resignarse a una vida en la que sabe que no podrá tenerte.
Sin embargo, algo me impide poder ser libre, poder hacerte ver que me estoy envenenando bajo la ponzoña de una falsa amistad, una falsa amistad con la que escondo que mi vida te pertenece, una falta amistad con la que celebro cada uno de tus triunfos amorosos, aunque cada triunfo se convierta en un puñal incrustado en mi pecho, condenándome a morir bajo una avalancha de falsos consejos para darte, bajo todos los "Dale un beso" que realmente son un "Quiero que me beses", bajo todas las lágrimas derramadas cada vez que me dices que para ti soy sólo un gran "amigo".
Pero no puedo culparte, tú no te mereces esto. Te mereces a alguien capaz de hacer música sólo para que sonrías, alguien que juntase los continentes para que se den el beso que tú y yo nunca nos dimos, alguien capaz de reinar sobre tus emociones, convirtiéndose en el primero que te viene a la cabeza cuando despiertas y en el primero que sueñas cada noche.
No obstante, nunca fui un rey para ti. Sólo fui ese bufón convertido en tu pañuelo de lágrimas, ese apoyo que te lanzó a los brazos de otra gente sin hacerte ver que yo también tengo brazos dispuestos a abrazarte, ese al que nadie mira mientras llora desconsolado por no ser el protagonista de la escena del beso que interpretas con otros.
Por eso, sé que debo resignarme a no tenerte. Sé que debo vivir bajo el antifaz de tu amistad, aunque cada "Te quiero" que tus labios no me envían me acabe desgarrando entrañas y cada "Te quiero" que no me atrevo a enviarte se convierta en una lágrima que desfallece en mi rostro cuando tú no te das cuenta.
Por tanto, sólo tengo un último deseo, el deseo de que algún día descubras que siempre te he querido, que para mí eres tan importante que siempre estuve dispuesto a sacrificar mi felicidad con tal de que tú logres alcanzar la tuya.
Ahora me marcho, pero no quiero que llores. Si descubres esto algún día, yo estaré lejos, aceptando no tenerte, mientras que el tiempo que paso recordándote se reirá de mí, haciéndome consciente de que desperdicio mi vida al no luchar por ti, al no tener valor suficiente para dejar de vivir enjaulado, enfrentarme al mundo y esforzarme por tenerte.
Gracias por hacer que imagine contigo los mejores momentos de mi vida. Ojalá hubiera tenido valor para vivirlos.
Te querré hasta que el Sol y la Luna dejen de sobrevolar nuestros cielos.
Flautista.
Necesitaría ayuda para romper barreras, para que el suelo no se agriete bajo mis pies si intento acercarme a ti, para que el espejo deje de mostrarme la cara de un cobarde que no es capaz de decirte lo que siente, un cobarde que, sin que tú te des cuenta, prefiere vivir un sólo segundo contigo antes que resignarse a una vida en la que sabe que no podrá tenerte.
Sin embargo, algo me impide poder ser libre, poder hacerte ver que me estoy envenenando bajo la ponzoña de una falsa amistad, una falsa amistad con la que escondo que mi vida te pertenece, una falta amistad con la que celebro cada uno de tus triunfos amorosos, aunque cada triunfo se convierta en un puñal incrustado en mi pecho, condenándome a morir bajo una avalancha de falsos consejos para darte, bajo todos los "Dale un beso" que realmente son un "Quiero que me beses", bajo todas las lágrimas derramadas cada vez que me dices que para ti soy sólo un gran "amigo".
Pero no puedo culparte, tú no te mereces esto. Te mereces a alguien capaz de hacer música sólo para que sonrías, alguien que juntase los continentes para que se den el beso que tú y yo nunca nos dimos, alguien capaz de reinar sobre tus emociones, convirtiéndose en el primero que te viene a la cabeza cuando despiertas y en el primero que sueñas cada noche.
No obstante, nunca fui un rey para ti. Sólo fui ese bufón convertido en tu pañuelo de lágrimas, ese apoyo que te lanzó a los brazos de otra gente sin hacerte ver que yo también tengo brazos dispuestos a abrazarte, ese al que nadie mira mientras llora desconsolado por no ser el protagonista de la escena del beso que interpretas con otros.
Por eso, sé que debo resignarme a no tenerte. Sé que debo vivir bajo el antifaz de tu amistad, aunque cada "Te quiero" que tus labios no me envían me acabe desgarrando entrañas y cada "Te quiero" que no me atrevo a enviarte se convierta en una lágrima que desfallece en mi rostro cuando tú no te das cuenta.
Por tanto, sólo tengo un último deseo, el deseo de que algún día descubras que siempre te he querido, que para mí eres tan importante que siempre estuve dispuesto a sacrificar mi felicidad con tal de que tú logres alcanzar la tuya.
Ahora me marcho, pero no quiero que llores. Si descubres esto algún día, yo estaré lejos, aceptando no tenerte, mientras que el tiempo que paso recordándote se reirá de mí, haciéndome consciente de que desperdicio mi vida al no luchar por ti, al no tener valor suficiente para dejar de vivir enjaulado, enfrentarme al mundo y esforzarme por tenerte.
Gracias por hacer que imagine contigo los mejores momentos de mi vida. Ojalá hubiera tenido valor para vivirlos.
Te querré hasta que el Sol y la Luna dejen de sobrevolar nuestros cielos.
Flautista.
domingo, 31 de marzo de 2013
Carta a oscuras
¿Sabes? Ahora que nadie nos mira me gustaría acercarme sin hacer ruido y pasar la noche a tu lado. No necesitaría nada más. Teniéndote cerca, el mundo podría pararse. Para mí, no habría mundo más allá del aroma que tu piel desprende.
De este modo, convertiría la habitación en un santuario donde la chimenea, el piano y el té que tomamos juntos sean testigos del juego de nuestros cuerpos, de cómo intentamos que los dos seamos uno, mientras el colchón siente celos de que no le dirijas a él tus caricias.
Sin embargo, la Luna me ha dicho que no es en mí en quien piensas por las noches, que es otro sol el que alumbra tus días y que, por mucho que me empeñe, la única forma que tengo para que me pertenezcas será soñarte en mi cabeza.
Y eso duele.
Duele, porque no es justo que mi alma sea tuya sin que te des cuenta, porque no está bien sonreír mientras veo que son otras personas las que te cortan la respiración, porque mientras aceleras mis latidos sólo quiero arrancarme el corazón al ver que no soy quien acelera los tuyos. Duele ver que no me perteneces, y que nunca lograré hacer nada para encontrarte, para que mis ojos sean esos que busques en mitad de la noche.
Sin embargo, me he dado cuenta de que no sé luchar por ti. No sé cómo hacerte ver que eres el centro de mi vida, que mi historia no tiene sentido si tú no la protagonizas. No sé cómo demostrarte que nací para quererte, que viviré para amarte y moriré el día que acepte que no estoy destinado a tenerte. No sé cómo hacerte ver que eres mi tiempo, mi lugar y mi espacio, que nada tiene sentido cuando no estás cerca y que, si estás cerca de mí, el resto del mundo deja de tener sentido, pues tú eres lo único que me importa.
Por tanto, mientras tú no te das cuenta de nada, decido escudarme en una sonrisa, decido fingir que mi corazón no está roto, que funciona perfectamente, aunque nunca me atreva a demostrar que tú eres el motor que lo mantiene vivo. Prefiero sonreír mientras me hablas de otras personas, aunque por dentro me desgarre al ver que no soy yo de quien quieres hablar. Prefiero hacerte creer que estoy bien, que no me duele no tenerte, aunque mi alma muera poco a poco sepultada bajo la sonrisa de esta falsa amistad que nos une.
De todos modos, si tú nunca te das cuenta y yo no tengo valor para luchar por ti, este es el único destino que me queda: inmolarme poco a poco en un amor que nunca podrá llegar a ser consumado.
Por tanto, aunque me duela decirlo, finalizo esta carta deseando que seas feliz. Yo seguiré mandándote señales, por si algún día aceptas empezar a recibirlas.
Siempre serás el motivo por el que llorar de alegría y tristeza.
Te quiero, no lo olvides.
Flautista.
De este modo, convertiría la habitación en un santuario donde la chimenea, el piano y el té que tomamos juntos sean testigos del juego de nuestros cuerpos, de cómo intentamos que los dos seamos uno, mientras el colchón siente celos de que no le dirijas a él tus caricias.
Sin embargo, la Luna me ha dicho que no es en mí en quien piensas por las noches, que es otro sol el que alumbra tus días y que, por mucho que me empeñe, la única forma que tengo para que me pertenezcas será soñarte en mi cabeza.
Y eso duele.
Duele, porque no es justo que mi alma sea tuya sin que te des cuenta, porque no está bien sonreír mientras veo que son otras personas las que te cortan la respiración, porque mientras aceleras mis latidos sólo quiero arrancarme el corazón al ver que no soy quien acelera los tuyos. Duele ver que no me perteneces, y que nunca lograré hacer nada para encontrarte, para que mis ojos sean esos que busques en mitad de la noche.
Sin embargo, me he dado cuenta de que no sé luchar por ti. No sé cómo hacerte ver que eres el centro de mi vida, que mi historia no tiene sentido si tú no la protagonizas. No sé cómo demostrarte que nací para quererte, que viviré para amarte y moriré el día que acepte que no estoy destinado a tenerte. No sé cómo hacerte ver que eres mi tiempo, mi lugar y mi espacio, que nada tiene sentido cuando no estás cerca y que, si estás cerca de mí, el resto del mundo deja de tener sentido, pues tú eres lo único que me importa.
Por tanto, mientras tú no te das cuenta de nada, decido escudarme en una sonrisa, decido fingir que mi corazón no está roto, que funciona perfectamente, aunque nunca me atreva a demostrar que tú eres el motor que lo mantiene vivo. Prefiero sonreír mientras me hablas de otras personas, aunque por dentro me desgarre al ver que no soy yo de quien quieres hablar. Prefiero hacerte creer que estoy bien, que no me duele no tenerte, aunque mi alma muera poco a poco sepultada bajo la sonrisa de esta falsa amistad que nos une.
De todos modos, si tú nunca te das cuenta y yo no tengo valor para luchar por ti, este es el único destino que me queda: inmolarme poco a poco en un amor que nunca podrá llegar a ser consumado.
Por tanto, aunque me duela decirlo, finalizo esta carta deseando que seas feliz. Yo seguiré mandándote señales, por si algún día aceptas empezar a recibirlas.
Siempre serás el motivo por el que llorar de alegría y tristeza.
Te quiero, no lo olvides.
Flautista.
viernes, 29 de marzo de 2013
Sin ti...
Prometo que no quería,
pero te vuelvo a escribir
por volver a confesarte
que sin ti no sé vivir.
Yo no sé qué brujería
has lanzado sobre mí,
hoy mi vida ya no es mía,
hoy sin ti no sé vivir.
Sentir esto no quería,
pero algo nació en mí,
mas mi triste cobardía
no me dejará admitir
que mi alma ya no es mía,
que vuelvo a morir por ti.
Que me quieras, utopía,
no quererte, un sinvivir;
si no estás, pierdo la vida,
sin ti, yo vuelvo a morir.
Pero no podré mostrarte
lo que eres para mí.
Nunca llegaré a importarte,
jamás tú vas a sentir
que por quien tu pecho late
es por quien quiso escribir
versos para regalarte
y dar su vida al decir:
<<Sin ti, no hay sol en mis días,
sin ti, yo no sé vivir>>.
miércoles, 27 de marzo de 2013
Rendición
Me he dado cuenta de que nunca podré tenerte.
Supongo que, por mucho que lo intente, en temas de amor no se puede luchar contra imposibles. Tú no naciste para mí, aunque me duela admitirlo, y yo nací para quererte en secreto, sin que nunca llegues a darte cuenta.
Melibea no fue para Romeo, del mismo modo en que Julieta no fue para Calisto. De este modo, sé que no te pertenezco, aunque te pido que aceptes mi corazón. Si no late por ti, en mi cuerpo ya no lo quiero.
Cuanto más me acerco a ti, más siento que te alejas. Nos miramos de formas diferentes, como un cazador mira a su presa, y en este juego tenemos reglas distintas: tú sonríes, y yo me muero por tenerte.
Pero no te puedo culpar. No está hecha la miel para la boca del asno, ni se pueden dar perlas a los cerdos. Sé que no soy para ti y, aunque duela, debo entenderlo, pues nuestra canción ha terminado, y en ningún momento llegamos a cantarla juntos.
Por tanto, debo aceptar que moriré de hambre de ti, que la única forma de meterte en mi cama será soñándote, que el tiempo se parará cada vez que me mires, pero continuará su curso sólo para recordarme que no estás conmigo mientras mueren mis lágrimas secas al no entender cómo se puede vivir sin compartir una vida contigo.
De todos modos, lanzaré una última súplica: si algún día sientes algo, si crees que nace una mínima posibilidad de que estemos juntos, si consideras que puede merecer la pena intentarlo, avísame. Te estaré esperando.
Espero noticias tuyas, pero, hasta entonces, yo me rindo.
Siempre serás el motivo por el que merezca la pena seguir viviendo.
Flautista.
Supongo que, por mucho que lo intente, en temas de amor no se puede luchar contra imposibles. Tú no naciste para mí, aunque me duela admitirlo, y yo nací para quererte en secreto, sin que nunca llegues a darte cuenta.
Melibea no fue para Romeo, del mismo modo en que Julieta no fue para Calisto. De este modo, sé que no te pertenezco, aunque te pido que aceptes mi corazón. Si no late por ti, en mi cuerpo ya no lo quiero.
Cuanto más me acerco a ti, más siento que te alejas. Nos miramos de formas diferentes, como un cazador mira a su presa, y en este juego tenemos reglas distintas: tú sonríes, y yo me muero por tenerte.
Pero no te puedo culpar. No está hecha la miel para la boca del asno, ni se pueden dar perlas a los cerdos. Sé que no soy para ti y, aunque duela, debo entenderlo, pues nuestra canción ha terminado, y en ningún momento llegamos a cantarla juntos.
Por tanto, debo aceptar que moriré de hambre de ti, que la única forma de meterte en mi cama será soñándote, que el tiempo se parará cada vez que me mires, pero continuará su curso sólo para recordarme que no estás conmigo mientras mueren mis lágrimas secas al no entender cómo se puede vivir sin compartir una vida contigo.
De todos modos, lanzaré una última súplica: si algún día sientes algo, si crees que nace una mínima posibilidad de que estemos juntos, si consideras que puede merecer la pena intentarlo, avísame. Te estaré esperando.
Espero noticias tuyas, pero, hasta entonces, yo me rindo.
Siempre serás el motivo por el que merezca la pena seguir viviendo.
Flautista.
lunes, 18 de marzo de 2013
Invisible
Entregaría todo lo que poseo en este mundo por vivir un sólo segundo en el que logre tenerte cerca.
Sin embargo, jamás serás consciente de esto. No me atreveré a decirte que te pertenecen mis textos, que de ti nace mi poesía, que sin ti mi arte está muerto. Nunca descubrirás que es por ti por quien mi corazón late, que sólo respiro para poder buscar tu sonrisa, y que cada vez que te alejas mis ojos se ahogan en un mar de lágrimas.
Yo, mientras tanto, sólo quiero estar en tu historia, y me esfuerzo por silenciar la guerra que me explota dentro al no decirte lo que siento, intentando que mi corazón sea invisible, silencioso, aunque me cueste la vida. Pero ya nada importa: prefiero morir antes de aceptar una vida en la que no encuentre modo de tenerte.
No obstante, no es fácil vivir con esta carga. No es sencillo hacer que mis labios sonrían cuando lo que quieren es besarte. No es fácil escribirte cuando mis manos sólo quieren lograr que no te escapes, que no te alejes, y que detengamos el tiempo mientras jugamos a los besos, a esos besos que queman el invierno, y que me hacen olvidar el infierno de tu ausencia.
Pero nunca sabrás nada. Yo no tendré el valor necesario para decírtelo, y el tiempo me irá demostrando que no nací para tenerte, que no me perteneces, que nuestras mitades no encajan. Por tanto, sólo puedo enterrar este sufrimiento bajo un mar de sonrisas con las que disimulo ser feliz mientras muero de dolor al oír cómo te pierdes entre otros cuerpos. Aún así, no te culpo. No tienes la culpa de lo que estoy sintiendo, y sólo soy yo el que debe afrontar este castigo, el que debe vivir sin tenerte, sabiendo que, para mí, siempre estarás lejos.
De todos modos, no quiero rendirme. Seguiré buscando la forma de que estés conmigo, y lucharé por tenerte, por lograr que me mires, mientras siento que poco a poco voy muriendo y desaparezco ante tus ojos.
<<Recuérdame, pero olvida mi destino>>.
Flautista.
Sin embargo, jamás serás consciente de esto. No me atreveré a decirte que te pertenecen mis textos, que de ti nace mi poesía, que sin ti mi arte está muerto. Nunca descubrirás que es por ti por quien mi corazón late, que sólo respiro para poder buscar tu sonrisa, y que cada vez que te alejas mis ojos se ahogan en un mar de lágrimas.
Yo, mientras tanto, sólo quiero estar en tu historia, y me esfuerzo por silenciar la guerra que me explota dentro al no decirte lo que siento, intentando que mi corazón sea invisible, silencioso, aunque me cueste la vida. Pero ya nada importa: prefiero morir antes de aceptar una vida en la que no encuentre modo de tenerte.
No obstante, no es fácil vivir con esta carga. No es sencillo hacer que mis labios sonrían cuando lo que quieren es besarte. No es fácil escribirte cuando mis manos sólo quieren lograr que no te escapes, que no te alejes, y que detengamos el tiempo mientras jugamos a los besos, a esos besos que queman el invierno, y que me hacen olvidar el infierno de tu ausencia.
Pero nunca sabrás nada. Yo no tendré el valor necesario para decírtelo, y el tiempo me irá demostrando que no nací para tenerte, que no me perteneces, que nuestras mitades no encajan. Por tanto, sólo puedo enterrar este sufrimiento bajo un mar de sonrisas con las que disimulo ser feliz mientras muero de dolor al oír cómo te pierdes entre otros cuerpos. Aún así, no te culpo. No tienes la culpa de lo que estoy sintiendo, y sólo soy yo el que debe afrontar este castigo, el que debe vivir sin tenerte, sabiendo que, para mí, siempre estarás lejos.
De todos modos, no quiero rendirme. Seguiré buscando la forma de que estés conmigo, y lucharé por tenerte, por lograr que me mires, mientras siento que poco a poco voy muriendo y desaparezco ante tus ojos.
<<Recuérdame, pero olvida mi destino>>.
Flautista.
miércoles, 13 de marzo de 2013
La fábula de la piedra
Hubo un tiempo muy anterior al ser humano en el que los animales y plantas no eran los únicos seres vivos. Son pocos los que lo saben, pero cuando el mundo comenzaba a existir también existían otros seres capaces de darle vida: las piedras.
En cierto modo, se puede decir que las piedras eran como las plantas que nos rodean actualmente, seres que no se mueven, que no emiten sonidos, pero que están llenas de vida y pueden sentir alegría o dolor aunque no lo manifiesten.
Un día, hubo una piedra que notó que una criatura se posaba sobre su superficie. Era una criatura cálida, suave y ligera como un beso. Sobre la piedra se había posado un pájaro y, aunque este salió volando poco tiempo después, la piedra sintió que el ave le había robado un trozo de su alma. Ella tardó en comprenderlo, pero, cuando se dio cuenta, no fue capaz de negarlo: la piedra se había enamorado del pájaro.
Desde entonces, la piedra no paraba de pensar en el pájaro. Sólo quería estar con él y compartir cada segundo de sus vidas. Soñaba que nada los separaría y que serían eternamente felices. Sin embargo, esos sueños acababan en el más brusco de los despertares cuando la piedra recordaba que ella no era un pájaro, que no estaba hecha para que estuvieran juntos, que jamás podría volar con él y que el pájaro nunca llegaría a saber lo que ella sentía.
Aún así, la piedra seguía deseando poder volver a estar con el pájaro. Buscaba constantemente alguna forma de llamar su atención pero, al no poder hablar, era complicado que el pájaro se percatase de su existencia. De este modo, la piedra, en un ataque de desesperación, aprovechó una ráfaga de aire para dejarse llevar y poner fin a su vida al caer por un acantilado. Fue una decisión dolorosa y difícil, pero, sin poder estar con el pájaro, la piedra sentía que su vida había perdido el sentido.
Sin embargo, los dioses se apiadaron de la piedra, al ver que ésta era víctima de un amor que consideraba inalcanzable. Por tanto, cuando la piedra fue a estrellarse contra el fondo del acantilado, se deshizo en minúsculas motas de polvo. De este modo, el aire la arrastraría para poder volar eternamente junto al pájaro que siempre había amado.
Porque, si de verdad lo deseas, siempre podrás estar con aquellos a los que amas.
Flautista.
En cierto modo, se puede decir que las piedras eran como las plantas que nos rodean actualmente, seres que no se mueven, que no emiten sonidos, pero que están llenas de vida y pueden sentir alegría o dolor aunque no lo manifiesten.
Un día, hubo una piedra que notó que una criatura se posaba sobre su superficie. Era una criatura cálida, suave y ligera como un beso. Sobre la piedra se había posado un pájaro y, aunque este salió volando poco tiempo después, la piedra sintió que el ave le había robado un trozo de su alma. Ella tardó en comprenderlo, pero, cuando se dio cuenta, no fue capaz de negarlo: la piedra se había enamorado del pájaro.
Desde entonces, la piedra no paraba de pensar en el pájaro. Sólo quería estar con él y compartir cada segundo de sus vidas. Soñaba que nada los separaría y que serían eternamente felices. Sin embargo, esos sueños acababan en el más brusco de los despertares cuando la piedra recordaba que ella no era un pájaro, que no estaba hecha para que estuvieran juntos, que jamás podría volar con él y que el pájaro nunca llegaría a saber lo que ella sentía.
Aún así, la piedra seguía deseando poder volver a estar con el pájaro. Buscaba constantemente alguna forma de llamar su atención pero, al no poder hablar, era complicado que el pájaro se percatase de su existencia. De este modo, la piedra, en un ataque de desesperación, aprovechó una ráfaga de aire para dejarse llevar y poner fin a su vida al caer por un acantilado. Fue una decisión dolorosa y difícil, pero, sin poder estar con el pájaro, la piedra sentía que su vida había perdido el sentido.
Sin embargo, los dioses se apiadaron de la piedra, al ver que ésta era víctima de un amor que consideraba inalcanzable. Por tanto, cuando la piedra fue a estrellarse contra el fondo del acantilado, se deshizo en minúsculas motas de polvo. De este modo, el aire la arrastraría para poder volar eternamente junto al pájaro que siempre había amado.
Porque, si de verdad lo deseas, siempre podrás estar con aquellos a los que amas.
Flautista.
martes, 12 de marzo de 2013
La carta que no te envío...
¿Sabes? A veces pienso en todo lo que me gustaría decirte, en todo eso que me callo cada vez que te tengo cerca. Si te digo la verdad, no sé por qué me lo callo: algunos lo llamarían cobardía, otros timidez. También están los que dirían que es miedo a perderte, a que te alejes y yo no pueda seguirte. Sinceramente, no sé quién tiene razón. Tal vez la tengan todos, o ninguno. Lo único que tengo claro es que cada "TE QUIERO" que no te digo me acaba envenenando por dentro.
Ya no recuerdo cómo llegaste a mi vida. Con lo despistado que soy, seguramente me habría dejado la puerta abierta, o tal vez, viniendo momentáneamente a pedir sal, te acabaste quedando para endulzar mis días. Pero ahora la puerta está cerrada y, si por mi fuera, la cerraría con llave para que no te marches, esforzándome al máximo para lograr que te quedes.
Sin embargo, no todo depende de mí. El amor es un cuento de dos protagonistas, y no sé si tú protagonizarás mi historia. La soledad es mi compañera mientras te observo desde el rincón oscuro del salón, suplicando al tiempo que se detenga cada vez que me miras, queriendo inmortalizar cada segundo contigo mientras los latidos de mi corazón se vuelven inversamente proporcionales a los centímetros que nos separan. Pero a mí nadie me observa, y poco a poco me pierdo en las palabras que nunca me atreveré a decirte.
Por eso muero en esta carta, la carta que nunca llegaré a entregarte, la carta en la que confieso que mi alma te pertenece, que vivo para intentar complacerte y que muero al saber que nunca podré alcanzarte.
Siempre serás el motivo por el que querré detener el tiempo.
Flautista
Ya no recuerdo cómo llegaste a mi vida. Con lo despistado que soy, seguramente me habría dejado la puerta abierta, o tal vez, viniendo momentáneamente a pedir sal, te acabaste quedando para endulzar mis días. Pero ahora la puerta está cerrada y, si por mi fuera, la cerraría con llave para que no te marches, esforzándome al máximo para lograr que te quedes.
Sin embargo, no todo depende de mí. El amor es un cuento de dos protagonistas, y no sé si tú protagonizarás mi historia. La soledad es mi compañera mientras te observo desde el rincón oscuro del salón, suplicando al tiempo que se detenga cada vez que me miras, queriendo inmortalizar cada segundo contigo mientras los latidos de mi corazón se vuelven inversamente proporcionales a los centímetros que nos separan. Pero a mí nadie me observa, y poco a poco me pierdo en las palabras que nunca me atreveré a decirte.
Por eso muero en esta carta, la carta que nunca llegaré a entregarte, la carta en la que confieso que mi alma te pertenece, que vivo para intentar complacerte y que muero al saber que nunca podré alcanzarte.
Siempre serás el motivo por el que querré detener el tiempo.
Flautista
jueves, 28 de febrero de 2013
Romance Anónimo
Ahora no puedo decirte
quién da luz a mis mañanas,
en quién pienso cada día y
quién mis noches acompaña.
Ahora no puedo decirte
quién volvió mi vida un sueño,
de quién son mis emociones,
pues de mí ya no soy dueño.
Ahora no puedo decirte
por quién cada noche lloro,
a quién imagino a mi lado
y cada mañana añoro.
Pero quisiera decirte,
para quién son mis canciones,
que sepas qué estoy sintiendo
y, aún así, no me abandones.
quién da luz a mis mañanas,
en quién pienso cada día y
quién mis noches acompaña.
Ahora no puedo decirte
quién volvió mi vida un sueño,
de quién son mis emociones,
pues de mí ya no soy dueño.
Ahora no puedo decirte
por quién cada noche lloro,
a quién imagino a mi lado
y cada mañana añoro.
Pero quisiera decirte,
para quién son mis canciones,
que sepas qué estoy sintiendo
y, aún así, no me abandones.
domingo, 24 de febrero de 2013
Game Over
Yo nunca quise perderte,
pero de mí te escondiste
en el invierno del tiempo
y yo no supe seguirte.
Yo nunca quise perderte,
tú quisiste abandonarme
pero ahora me reprochas
haber seguido adelante.
El tiempo ya no nos busca,
yo ya no puedo encontrarte,
pero gracias a tu ausencia
logré entregarme a mi arte.
Ahora no llores mi pérdida,
no volveré a suplicarte
que te quedes hoy conmigo.
Llené el hueco que dejaste.
Sin ti, logré tener vida;
contigo, quise inmolarme
bajo un sol que no calienta,
con un deseo que no arde,
el deseo de que te pierdas:
En nuestro juego no ganaste.
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