domingo, 25 de diciembre de 2016

Algún día.

Algún día escucharé tu voz
pidiéndome que me quede un rato más en tu cama
mientras los rayos de sol y el olor a café
nos traigan el aroma de una vida compartida.

Algún día seremos supervivientes
sobre el colchón y bajo las sábanas,
acorazados ante un mundo que se destruye poco a poco
mientras nos hacemos inmortales cada noche.

Algún día no tendré que buscarte
porque tú me habrás encontrado.
Sólo en ese momento habré despertado
y hasta entonces vivo para volver a soñarte.

Pero mientras llega ese día vivo incompleto,
imaginando el momento de poder conocerte,
pensando si para ti podré ser suficiente
o si me devorarán las dudas mientras lo intento.

Algún día hablarán de nosotros
en esas canciones que en la radio se escuchan,
dejaré de llorar cuando me escondo en la ducha
y volveré a respirar sin buscarte en mil rostros.

Algún día llegará la primavera,
pasará el invierno y lograrás alcanzarme
para hacerme feliz y traer de levante
felicidad y tu cuerpo bañados de sal y arena.

Algún día las lágrimas no brotarán de mi rostro,
ni el miedo a las dudas o perderme en el vacío.
Algún día me harás triunfar, me lo he prometido
y me ayudarás a convertir mi "yo" en nuestro "nosotros".

Siempre serás un motivo para querer que pasen los días.

Flautista.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Mirar de lejos

¿Y si nunca logro encontrarte?

Si algo he aprendido de las personas
es que algunas son dignas de ser contempladas
mientras que otros sólo podemos mirar de lejos,
como una danza macabra en la que nadie disfruta
o un cuadro que sin ti pierde el mejor de sus colores.

Por desgracia, nadie elige su destino,
aunque siempre podamos pelearlo.
Por eso, confieso que me siento como el gato
al que envidiaron por tener siete vidas
y que por ti quiso morir ocho veces.

Pero es difícil hablar de sentimientos,
de realidades que no se conocen,
como una broma que nadie comprende
y que todos se empeñan en explicarte
con falsos consuelos que en el aire se mueren.

Por eso, vuelvo a buscarte en mi desgracia
pero no logro romper el muro que te mantiene lejos.
No sé dónde encontrarte ni si lo acabaré consiguiendo
pero por ti remuevo el mundo que sujeta el gigante Atlas.

¿Saldré de mi Edén sin probar tu manzana?
¿Diluviará mi cuerpo arropado por el tuyo?
Quiero que seas espina, sangre, llanto y llama
pero sólo tengo ceniza, pues en vez de tenerte te intuyo
mientras vuelve a morirse de frío el espacio que hay en mi cama.

Aún así, sólo quiero que sepas
que durante varios meses me estás manteniendo vivo,
que encendiste una vela en mi invierno más frío
y perderé mi último aliento si el cielo encontrarte me deja.

Siempre serás un motivo para salir a buscarte de nuevo.

Flautista.

martes, 20 de diciembre de 2016

Soñar

A veces sueño con apagar la luz
y que mis manos te busquen a oscuras.

Sueño con huir de un día de lluvia,
con que me desgarres con tus dedos,
sueño con secar mi alma en tus huesos
y salvarme de mi penumbra.

Sueño con el espíritu que crece
cuando escucha tu voz por las noches,
sueño con el rastro felino que esconde
un alma que por ti se desvanece.

Pero no todo es soñar si no estás cuando despierto,
y salgo a la calle a buscarte entre la gente.
Madrid me dice al oído que ojalá algún día te encuentre,
y el viento de levante te esconde entre hormigón muerto.

Aún así sueño con dar contigo,
como la víctima sueña con verdugos que no condenen,
como el preso sueña ser libre sin barrotes que le retienen
y también sueña con riquezas el pobre y solitario mendigo.

Por eso, entre sueños, despierto para soñarte
mientras me lamento cada día porque sin ti me hallo perdido.
No tiene sentido vivir si no puedo encontrarte,
no quiero una vida sin ti si muero por soñar contigo.

Siempre serás un motivo para volver a soñarte.

Flautista.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Promesas

Prometo ir a cada noche buscarte si te pierdo
sin que descubras que te busco en mi dolor.
Prometo estar, prometo que no me iré lejos
si tú amaneces a mi lado del colchón.

Prometo derrotar cien mil molinos
para encontrarte dentro de mi habitación,
prometo, si me dejas, ir contigo
a donde el mundo nos brinde
café para los dos..

Prometo caminar por conocerte,
por mil caminos, mares, ríos y el mismo sol.
Prometo hoy buscar tu voz entre la gente
que en silencio me grites cuando solo te vea yo.

Mas no prometo ser para ti suficiente,
pero lo intento, por ti quiero ser mejor.
También prometo abrir mi cuerpo, alma y mente
si tú te quedas y yo pierdo la razón.

Y no prometo ser capaz de controlarme
si un día te encuentro y pierdo la respiración.
Te pintaré en un susurro disfrazado
de mil matices escritos en tu dirección.

Y yo prometo seguir haciendo lo posible
para que des conmigo y no perderme bajo el sol.
Protégeme, sin ti estoy solo y derrotado
en un juego sin reglas donde siempre pierdo yo.

Siempre serás un motivo para hacerte mil promesas.

Flautista.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Velas

Lo que no escribo parece que olvido,
lo que no digo finjo que no siento.
Tal vez si lo escondo no será algo vivo.
Tal vez, fingiendo ser feliz, no demuestre estar muerto.

Camino entre aguas gélidas aparentando dirigir mi rumbo,
pero no salgo a flote, no emerjo y tampoco me quiebro,
aparento navegar sin naufragar moribundo,
sin que nadie me pregunte cuándo llegaré a buen puerto.

Pero no olvido que la mar espera a los valientes,
que no ofrece caminos fáciles sino viajes de aventureros,
que volver a Ítaca es difícil, como bien me contó Homero,
y por eso sonrío a una vida que enfrento con uñas y dientes.

Aún así, como cualquier soldado,
llega un momento en el quiero abandonar batallas,
porque no puedo vivir si estoy siempre peleando,
pero no puedo morir mientras aún conserve agallas.

Y puede que por eso siga caminando perdido,
navegando sin rumbo y con velas sin viento.
Tal vez necesite parar y recuperar el aliento,
para poder enfrentarme a lo que aún no he vivido.

Siempre serás un motivo para izar las velas.

Flautista.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Tormenta

Desde que se sentó en aquel viejo escritorio sabía que la carta jamás llegaría a su destino. Aún así, se sentía resguardado bajo una oscuridad que sólo se quebraba ante la luz de una pequeña vela. Por tanto, decidió que era un buen momento para dejar volar algunas palabras otorgándoles libertad para elegir un destino que él nunca pudo escoger.

Fuera había una tormenta que se estrellaba contra la ventana intentado leer sus palabras, mientras que un viento silbante azotaba al navío susurrándole al oído los secretos de la frágil existencia humana. Aún así, sentía que sería fuerte como las velas de esa galera, que podría desafiar a los elementos y acabar con vida esa noche, suponiendo que se pueda llamar vida a la existencia que vivía condenado desde que olvidó su corazón en el último puerto.

Sin embargo, sabía que ya era tarde para volver, que el sol no volvería a brillar sobre su rostro y que la soledad de un barco vacío era un castigo que le azotaría cada noche.

Pero un relámpago brillaba de vez en cuando a través del cielo, recordando que también existe luz en los parajes más oscuros, aunque una luz inalcanzable siempre será más destructiva que una oscuridad sabiamente aceptada.

Por tanto, decidió abandonar aquel pequeño camarote y subir a la cubierta del barco con una de las botellas de vino de la bodega. La lluvia y el viento bailaron para celebrar su llegada, y las olas rugieron como leones hambrientos, deseosas de llevarle a escuchar el canto de las nereidas.

Fue entonces cuando el vino y la mala suerte jugaron un papel protagonista, haciendo que el barco zozobrase y él perdiese el equilibrio. Aún recuerda la sensación de caer por la borda, describiendo la caida como un ascenso a los cielos mientras que las gélidas aguas abrazaban su cuerpo como una lluvia de cuchillos.


Pero ya nada importaba. Su mensaje estaba guardado dentro de la botella y también había sido engullido por el océano. Por tanto, se limitó a cerrar los ojos y a sentir cómo el oxigeno abandonaba sus pulmones mientras esperaba que Poseidón se apiadase de su alma. 

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Hämeenlinna

¿Y si me he olvidado de ti?
No lo recuerdo, lo siento.
Me he levantado con resaca,
me he pasado con las lágrimas
y ahora estoy buscando una cerveza
en el bar de las nuevas oportunidades.

Puede que sea como esas ratas perdidas
que se huyen de la flauta y sus encantos,
que se pierden por Madrid y no hablan tanto
mientras buscan lo nuevo de sus calles vacías.
Puede que sea mentira, o puede que ya no sea.
No sé quién soy ni quien podría ser contigo,
pero ahora me da igual, o eso es lo que me digo
mientras no me escucha nadie y voy donde no me lean.

Ahora florezco en otros rostros,
en caras llenas de luz que me alejen de tu vino amargo,
pero no pude beber de ti, el mundo rompió nuestra botella
antes de sacar de la bodega las cartas que hoy desangro.
Por eso, abstemio de tu alma sigo escribiendo,
porque sin ti no supe andar y creo que estoy volando.

Tal vez he encontrado alas lejos de donde perdí el aliento.

Pero puede que todo sea un espejismo,
que no sea yo, que no esté contento.
que mi realidad se congele en el Ártico,
o que muriese ardiendo bajo el reloj del centro.
De todos modos, ¿qué es morir?
No deja de latir un corazón yerto,
solo busca escapar, arrancar y funcionar nuevo
mientras observa que se ahoga el sol lejos del hielo.

Cemento, hormigón y cristales
enterraron aquello por lo que luché tanto,
lo que jamás admití, lo que despierto viví soñando
y sin paredes ni tejados despego con saltos mortales.
Irónica la existencia, la necesidad de vida,
las ansias de crear lazos que no son correspondidos:
cuando quise vivir en ti me desahuciaste maldito
y ahora busco refugio donde nadie me perciba.

De todos modos, te doy las gracias,
pues tu lapidario silencio me despertó del letargo.
Abandoné mis sueños dulces en un mundo de paladar amargo
donde creer que puedo ser feliz fue la mayor de mis desgracias.

Por eso, ahora, con la flor y sal de mi vida
busco primaveras que acaben con mi deshielo.
Aliento en la luz, alma de titiritero
para que mi última noche en la tierra sea mi mayor consuelo.

Gracias por enseñarme que debo acompañar un "te quiero" con un "lo siento".

Flautista.

viernes, 22 de julio de 2016

Voces

Se me ha olvidado tu voz.
No recuerdo la última vez
que preguntaste cómo estaba,
ni recuerdo la última vez
que estuviste cuando hice preguntas.
Por eso, ahora me guardo las dudas,
porque me he convertido en un interrogante vacío,
en una playa virgen a la que nadie accede,
y me escondo en una vida de dientes de sable.

Se me ha olvidado tu voz
y tu rostro cada vez vibra
con menos fuerza en mi mente.
Pero nadie pregunta cómo estoy
ni qué me parece esta ausencia de fuego y espinas.
Nadie pregunta y yo no contesto,
sello mis labios con cien noches rotas.

Y ahora, cuando el silencio suena golpeado contra mi cara
soy consciente de que nunca te diré adiós del todo.
Una parte de mí sigue contigo, no se marcha,
como la sombra de Peter Pan en la habitación de Wendy,
como el deseo de crecer contigo o quedarme pequeño para siempre.

Por eso, en silencio, soy incapaz de dar la cara,
porque no sé si gano o pierdo, vivo muerto en un empate
y aún así sé que en cualquier momento puedo derrumbarme
en cuanto escuche tu voz, en cuanto me vuelva a faltar el aire.


Siempre serás un motivo para callar voces en mi recuerdo.

Flautista.

jueves, 7 de julio de 2016

Si alguna vez me lees

Si alguna vez me lees
quiero que sepas que hice todo lo posible,
que me esforcé por ser mejor para ti
y evitar el abismo que crece entre nosotros.

Si alguna vez me lees
quiero que sepas que sigo pensando
en todo aquello que pude regalarte
antes de que mi infierno borrase tu rostro.

Pero no estoy seguro de que vayas a leerme.
Si nunca leíste mis ojos no creo que atiendas a mis palabras,
porque lo más importante es lo que siento y no pronuncio,
eso que nos aterra y nos destruye a partes iguales.

Y claro, si no me lees
será más fácil enterrarme en tu olvido,
fingir que esto no ha pasado,
que no es real, que nunca he existido.

Aún así, si alguna vez me lees
quiero que sepas que reviviría cada segundo,
cada momento compartido cuando nadie nos miraba,
cuando brotaba una mirada en la que me hacías comprender todo.

Si alguna vez me lees
vaciaré ante ti los bolsillos de mi conciencia,
demostraré que el amor entiende de paciencia
y que no habrá un invierno que congele lo que atesoro.

Pero tengo claro que no vas a leerme,
que no podré empezar la historia que quise escribir contigo,
que ya no podré cantar, que en mi silencio me he perdido,
que ya no existe primavera para beber vino sin estar solo.

Por eso, aunque no vayas a leerme
aún mantengo vivo lo que hoy crece en silencio,
porque no lo escogimos y a mí me quema por dentro
pero si no se apaga la llama dejaré crecer al fuego.

Por tanto, si alguna vez me lees
espero que no olvides que por ti soy mejor persona,
que aunque entre nosotros haya espinas sigo buscando la rosa
y de todo mi jardín serás mi mayor tesoro.


Siempre serás un motivo para desear que me leas.

Flautista.

martes, 10 de mayo de 2016

Fantasma

Ante el dolor de una flor que nació muerta
arrojé sal al jardín de mi vida.

Olvidé las caras de quienes fueron mi primavera,
arrojé al fuego las playas que llenamos de recuerdos
y no escuché las advertencias de aquellos que me dijeron
que no somos eternos y podemos morir sin dejar huella.

Volé alto y perdí los hilos,
perdí el juicio y también la partida
y ahora me escondo como un niño
fingiendo ser fuerte y llorando a escondidas.

Una parte de mí ahora florece maldita.
Ya ha pasado mucho tiempo desde que me lo dijeron:
«Te escondes bajo la capa, y el resto podrá verlo.
Pronto descubrirán la maldad que en ti habita.»

Sin embargo, entre ceniza y espinas
late un corazón que realmente no es de hielo,
como un metrónomo inútil recuerda lo que fue un buen tiempo
y ahora mide segundos de una vida que está vacía.

Por eso, vengo a gritar donde nadie me escucha
que a pesar de mis errores sentí un aprecio sincero,
que me pude equivocar y cada día lo lamento,
pero la justicia del tiempo a diario me decapita.

Pero nadie me oye, y llega el invierno.
El frío me roba el poco calor de mi vida.
Ya no hay luz, sopla el viento
y me atormenta un mundo que se me ha caído encima.

Por eso, escondido y a oscuras
voy lamiendo mis heridas como un animal perdido
mientras celebro el recuerdo de lo que logré haber vivido
aunque cayera en el olvido y en mí solo quede amargura.

Y ahora, como un fantasma
convivo con alguien que se apodera de mi cuerpo.
No soy yo, aún lo recuerdo,
pero no logro encontrarme en esta burda trampa.

Y ahora, como un fantasma
espero que sepáis lo que quise ofreceros.
Si hubierais seguido cerca os hubiera dado el cielo,
y ahora, entre mis dedos
gotea mi vida, se me escapa.




Siempre habrá un motivo para recordar qué es sentirse vivo.
Fantasma.

lunes, 2 de mayo de 2016

Olvidado

Hoy no quiero hablar de ti
ni quiero hablar de mí,
pero sin quererlo
de nuevo me perdí
por un bosque de teclas
pensando en un destino
que sé que nunca llega.

Hoy no quiero hablar de ti
ni quiero hablar de mí.
Por eso mantengo este silencio
ruidoso como el frío
de mi cama vacía.
Glaciares, atmósferas de hielo.
No hay manta, ni gritos, ni cuerpos.
No hay nadie.
No estás y yo estoy muerto.

Hoy no quiero hablar de ti
ni quiero hablar de mí.
Hoy el ascensor me está quedando grande
como un pantalón viejo
mientras subo al infierno
fingiendo buenos días.

Hoy no quiero hablar de ti
ni quiero hablar de mí.
Recuerdo que en un tiempo
los dos fuimos jardín
y volamos eternos
perdidos noche y día.
Helados, hoy nos movemos muertos.
No somos piedra, solo máscaras de hielo
y no hay nadie que no vea que lo lamento.

Hoy no quiero hablar de ti
ni quiero hablar de mí.
pero hace tiempo que perdí
por ti mi ultimo aliento,
por eso hoy no te escribo,
por eso aún lo siento.

Hoy no quiero hablar de ti
ni quiero hablar de mí.
Hoy ya no merezco
mi corona de espinas.
Mi cuerpo siente dentro
el dolor que ya no grita.
Olvidado, soy piedra en este cuento.
No hay nadie que escuche este tormento,
no hay nadie, y oculto lo mantengo.
No hay nadie, y muero en mi silencio.

domingo, 17 de abril de 2016

Vuelta a casa

Trabajar los domingos era algo que no le gustaba, y puede que ese fuera el motivo por el que el día se le había hecho tan largo. Menos mal que ya había terminado su jornada, aunque el chubasco que le esperaba al salir del edificio le recordaba que había llegado un otoño al que no tenía demasiado cariño.

De camino al autobús decidió escuchar algo de música, y su teléfono le regaló unos nocturnos para piano que le hicieron escapar de la jungla de bocinas que le rodeaban. Era la delicadeza de Chopin la que le hacía encontrar algo de calidez en el invierno, y por eso siguió caminando con pasos en do sostenido menor. 

Casi sin darse cuenta subió al autobús con pasos mecánicos, como un autómata renacentista que se mueve generando la ilusión de estar vivo. El traqueteo del vehículo le recordaba la inestabilidad imperante en su existencia. Como un náufrago buscaba algún punto de apoyo, y siempre que creía haberlo encontrado llegaba una curva que le robaba sus ilusiones. Aún así, no debía caerse, pues esto le recordaría que siempre se puede estar peor. 

La lluvia volvió a arroparle al abandonar el bus, y decidió acompañarle durante unos minutos en los que bañaba los jardines del vecindario. Estos jardines, bajo la lluvia, parecían disfrutar de una naturaleza que les comprendía, y siempre pensó que esa sensación es la que conectaba todo, la comprensión de un vínculo que acabaría floreciendo como la mejor de las primaveras. 

En la tienda de la esquina compró una botella de vino tinto y comenzó a pensar en la película que vería antes de dormir. Siempre le gustó el cine para evadir la realidad, para olvidar los golpes que el mundo le ofrecía y sentir que, por un momento, podría protagonizar esa historia que nunca se atrevió a vivir. Sin embargo, no contó con que la realidad siempre lleva ventaja, con que el destino mueve ficha primero y, tras colocar la llave en la cerradura, comenzó a girar la muñeca sin contar con que el día aún le daría otra bofetada.

Había llegado a casa pero una vez más allí no le esperaba nadie.

jueves, 31 de marzo de 2016

Carta al miedo

Nunca me definí como un valiente, pero tampoco deseé este daño. 

Nunca quise que pasara esto, que llegase a este punto de no retorno en el que resulta imposible dar media vuelta. 

Nunca quise este dolor. No quise sentir cómo me desgarraba por dentro, cómo me marchitaba y me perdía mientras buscaba el norte, mientras anhelaba el brillo de una estrella polar que llevaba tiempo apagada. Nunca quise ser mi propio desastre natural, ni deseé pasar por esto, pero hay cosas que no decidimos. 

Nunca busqué este destrozo, generar este abismo irreparable que me hiciera olvidar mi esencia o lo que realmente la forma. Nunca quise vivir en esta caverna, pero no existe un mundo en el que tengan cabida las ideas más oscuras de mi pensamiento.

Sin embargo, a veces la vida da volteretas y nos obliga a interpretar papeles inesperados, a ser marionetas de un retorcido Demiurgo que nos obliga a confundir las dos caras que tiene la moneda de nuestra existencia. Puede que fuera este mismo titiritero el que me haya condenado, el que me hiciera destruir casas igual que destruyeron la mía, el que me arrancase entrañas como el peor de los cuervos y me hiciese devolver las lanzas que me clavaron sin hacer que me pregunte por qué las recibía. 

Y ahora, sabiendo que es tarde, no busco perdón. No busco salvarme, pues comprendo que mis actos fueron movidos por los hilos del miedo a lo que nunca admito.

Fue ese mismo miedo el que provocó la destrucción de lo que más quería, el que logró engañarme para atacar igual que un animal acorralado. Fue él quien me acechó agazapado en el rincón más profundo de mi ser y me hizo disfrazarme de víctima para vendarme los ojos y no dejarme comprobar que estaba haciendo el trabajo de mil verdugos. 

Tal vez él sea el culpable de que me marche, tal vez todo se resuma en el miedo a lo que hoy descubro, el miedo a mi verdadera naturaleza. 

Fdo: Dr. Jekyll.

viernes, 25 de marzo de 2016

Recuerdos

¿Recuerdas todo lo que no vivimos?
Pudimos ser eternos, inmortales,
volar tan alto que pusiéramos caliente al sol
y eclipsarnos cada noche
bajo un baile de sábanas sin máscaras que nos descubran.

¿Recuerdas lo que no dijimos?
Yo aún me trago mis palabras
imaginando qué te diría cada mañana
después de noches tormentosas
en las que nuestros cuerpos hablan sin tener que decirnos nada.

¿Recuerdas lo que no probamos?
Murieron todos los cafés que no compartimos,
dejamos de preparar cenas de sofá y manta los domingos
y nos marchitamos en un eterno lunes donde nos vimos como extraños.

Aún así, nos seguimos recordando
o puede que sólo yo recuerde lo que no hemos vivido.
Tal vez no recuerde, tal vez sólo esté soñando,
pero no quiero despertar si no puedo despertar contigo.


Siempre serás un motivo para mantenerte en mi recuerdo.

Flautista.

domingo, 20 de marzo de 2016

Hamlet

Somos lo que no podemos decir,
la mirada que disimulamos,
el disimulo al fingir sonreír
y ocultar que por dentro lloramos.

Somos la ausencia que duele y nos quema,
la distancia a la que maldecimos,
somos lo que ahora ya nunca decimos,
somos lo que callamos y aún así nos condena.

Somos el sueño que a nadie contamos,
el deseo que en silencio encerrado mantenemos.
Somos aquello que siempre sabremos
aunque nunca haya nadie a quien se lo admitamos.

Por eso seguimos adelante, malviviendo,
con emociones que cojean por lo que no expresamos,
porque no podemos elegir lo que experimentamos
pero nadie tiene culpa de lo que estamos sufriendo.

Por eso, seguimos adelante callados,
porque nadie pude ayudarnos con lo que estamos sintiendo,
porque no elegimos el camino, pero aun así caminaremos
buscando un futuro en el que nos sintamos calmados.

Somos esa identidad que no mostramos,
somos lo que no somos, y no sé si nunca lo seremos.


«Lo que llevo yo dentro no se expresa. Lo demás es ropaje de la pena.»
(William Shakespeare, "Hamlet")

lunes, 7 de marzo de 2016

Carta injusta

No es justo que extrañe lo que yo mismo abandoné.

No es justo creer que puedo actuar sin consecuencias, viajar hacia atrás en el tiempo y borrarlo todo como si nada hubiera pasado, como si pudiera permitirme volver a abrir cicatrices, jugar a que tengo derecho a olvidar mis errores y querer hacer que los olvides cuando me doy cuenta de mis fallos.

Por eso escribo esta carta, para que contarte lo que no debes leer.

Porque la vida no es justa.

La vida no es justa y tengo que aprender a vivir con ello, con las injusticias que sufro y con las que cometo. Toca vivir con rocas atadas a los tobillos, con la sensación de que estallamos en mil pedazos, y aunque nos sentaran en la misma mesa nos separarían un millón de universos.

Y ahora es cuando tendría miles de ruegos si preguntas, cuando recuerdo que el invierno era menos frío hace un año, cuando construíamos hogares al lado de un piano mientras hablábamos de aquella playa en la que caminamos como dos extraños.

Pero no, la vida no es justa.

La vida no es justa y nos ha distanciado. Bajo un manto de perspectivas nos miramos con lentes de espejos rotos, distantes y erizados como dos gatos que se encuentran en un tejado de Lavapiés, como miramos a un sombrero que no nos pertenece desde el otro lado de un escaparate, olvidando que me hiciste grande, que me enseñaste cosas de mí que yo desconocía, y que aprendí a valorar un mundo en el que sabía que estabas cerca.

Pero nuestros mundos cambiaron, estallando en supernovas que nos arrojaron a diferentes agujeros negros. Sin embargo, yo no noté la diferencia, pues desde que te marchaste mi mundo ya estaba flotando en el vacío.

Por eso, ahora que no me lees, confieso que lamento lo que hemos perdido. Lamento que nos hayamos perdido y, aunque sé que no es justo, como un idiota te sigo echando de menos.


Siempre serás un motivo para sufrir por las injusticias.


Flautista.

martes, 1 de marzo de 2016

Poemas

Seguiré haciendo poemas
aunque hoy hacia ti no volarán mis palabras,
hoy ya no vuelan, sólo se expresan
buscando significado, perdidas, vacías y planas.

Seguiré haciendo poemas
porque llorar en verso me recuerda estar vivo,
porque el drama entre letras muere perdido y cautivo
y la vida me sonríe liberándome de condenas.

Seguiré haciendo poemas
por todas las cosas buenas que aún no hemos vivido,
porque debemos seguir volando, buscar libres nuestro destino
aunque yo salga de casa dejándote la puerta abierta.

Seguiré haciendo poemas,
como llevo años haciendo, sintiendo, cayendo y volando,
porque gracias a estos versos puedo seguir avanzando.
Ellos me hacen ser feliz, me hacen desteñir las penas.

Seguiré haciendo poemas,
sobre todo ahora que alegres hemos jugado nuestras cartas,
sobre todo ahora que la primavera está derritiendo escarcha
y el hielo se hace río bajo la luna llena.

Aún así soy feliz, en mí no vive la pena.
Buscaré en mil rostros la sonrisa que has creado en el mío,
sonreiré al verte volar, en mí tendrás un amigo
y yo, mientras tanto, seguiré haciendo poemas.

lunes, 8 de febrero de 2016

Asfixia

Y si ahora te marchas dime cómo respiro.
Dime qué hago si te llevas mi aire, si te vas de rositas
mientras me quedo con la corona de espinas de recordarte lejos.

No sabré caminar, pero querré echar a correr.
Querré escapar hasta encontrarte, hasta volverte a respirar,
querré que me exploten los pulmones mientras te busco con mis dedos,
mientras escapas entre mis recuerdos y me estrello contra una realidad
que se ríe de mí al verme cuesta abajo y sin frenos.

Pero contigo cuesta no acelerar, y sin ti quiero escapar de nuevo.
Quiero correr hasta debajo de tus sábanas,
quiero recorrerte sin perder más tiempo,
quiero tocarte, componerte y descomponerme,
estallar en mil supernovas,
eclipsarme mientras contemplo tu cuerpo
y mi cuerpo yace inmaterial
como un tubo vacío que muere si no nota el viento.

Perder la esencia, morir, resucitar
y volver a cazarme soñándote en un beso.
Buscarte, encontrarte y despertar,
y alinear los planetas para que me mires de nuevo
aunque te pierda en un pestañeo fugaz.

Tempus fugit, preludio y fuga.
Mi cabeza estalla y sólo ves el silencio.
Por favor, comprende, mira más allá,
que con acordes de colores me has llenado el cielo,
y en una lluvia de vino intento nadar
pero mi vida no se salva aunque en la tabla tenga hueco.

Acordes de colores,
disonancias en mi pensamiento,
como una conexión incoherente entre ideas perdidas
todavía sueño que curas mis heridas,
pero mis alas están rotas, y yo aún sigo cayendo.

Y todo porque ahora te marchas,
y yo sin ti
no,
no,
yo sin ti no respiro,
yo no soy sin ti,
sin ti soy suspiros
sin ti no hay respiro,
sin ti yo me piro
sin ti no estoy vivo.
Sin ti
ya
estoy muerto.

domingo, 31 de enero de 2016

Historia

¿Sabes? Hubo un tiempo en el que lo creí posible,
un tiempo en el que estaba viva nuestra historia,
en el que los espejos me ayudaban a buscarte,
y soñaba con encontrar el País de las Maravillas entre tus sábanas.

Hubo un tiempo en el que lo creí posible,
en el que dejé de ser Bestia porque tus ojos me hacían bello, 
en el que fui sapo y príncipe, en el que de noche paramos el tiempo,
pero rompimos los relojes y se escapó nuestro momento.

Aún así, te sigo buscando,
pues no quiero crecer si no te tengo conmigo.
Prefiero un Nunca Jamás en el que ser un niño perdido
antes que dejar de volar cada vez que te veo.

Aún así, te sigo buscando,
como busco al genio al que pedirte en mis deseos,
como un zapato valioso por el que quiera darte mi reino,
como esa voz dormida que te sueña cuando estoy despierto.

Tal vez sea mi culpa, tal vez todo falle porque sigo creyendo en los cuentos,
pero también eres el motivo por el que siempre querré vivir nuestra historia.

lunes, 25 de enero de 2016

Cicatrices

Ahora que ya no estás
me dio por echar de menos
aquellas tardes de lluvia,
libros y pasillos viejos. 

Ahora que ya no estás
mi alma buscará la horca.
La cuerda no bastará:
quiere morir en tu boca.

Ahora que ya no estás
mi cuerpo tiene cicatrices
de abrazos que curan mal,
de música sin matices,
y yo te quiero buscar,
sin ti estoy perdido y solo
y todo por no mostrar
que eres mi mayor tesoro.

Y hoy maldigo a la distancia
entre tu cama y la mía.
Los kilómetros se clavan
en la más triste agonía.
En el cielo de nonatos
hoy marchitan mil caricias,
las que no me atreví a darte,
las que soñé que pedías.

Ahora que ya no estás
me di cuenta de una cosa:
poesía al verte pude hallar
y música cuando me rozas.

Ahora que ya no estás
sé que seguiré soñando
con despertarnos algún día
sin que puedan separarnos.

Siempre serás un motivo para buscarte en cada invierno.

Flautista.

lunes, 18 de enero de 2016

Amapolas

Cayó la noche que nunca quise que llegara.
Las margaritas se convirtieron en amapolas
mientras sangraba mi futuro incierto,
irreal como mi castillo en las nubes
que murió mientras estaba lloviendo.

Ya se acabó la función, pero hoy no aplaude nadie.
Abandonamos un escenario de ilusiones marchitas.
Nada se escucha, nadie nos mira.
Como ratas escapamos para seguir adelante.

Menudo cuadro, ¿te imaginas?
qué diferente pudo haber sido.
Pero los sentimientos y los actos viven en guerra,
y la vida no entiende razones ni destinos.

Por eso, acabé deshojado en primavera
y lloré en un verano lo que no pude haber comprendido.
Me río de Atlas, gigante maldito,
por quejarse del peso del mundo cuando más pesan las conciencias.

En mi caverna interna viví escondido,
en los tejados y callejones quise buscar mi condena.
Fue un error, era un preso sin pena
y hoy mis barrotes por fin se han perdido.

Por eso busco un futuro que no sé dónde se encuentra,
emocionalmente parado recuerdo qué es estar vivo.
Lo reconozco. Escuece, es algo que cuesta,
pero quiero vivir por mí y no quiero morir contigo.


Siempre serás un motivo para partir mi alma en amapolas.


Flautista.

miércoles, 6 de enero de 2016

La leyenda del viajero

Vine de la tierra de los cálidos inviernos,
donde el aceite es vida y la lluvia viene de un cielo emocionado por el descanso,
una tierra en la que el afecto no entiende de tiempo o espacio,
donde la familia se siente sin sangre que te mantenga atado.

Vine de la tierra de corazón blanco y verde,
donde Enero es soleado y el invierno huele a leña,
una tierra en la que el mundo no te ahoga en su tormenta,
y puedes olvidar aquello que sufrimiento o dolor te ha dado.

Vine de la tierra de los olivos nobles,
donde siempre aprendes algo, aunque creas no darte cuenta,
una tierra de poesía y arte, donde el alma sin cárcel vuela,
donde reúnes fuerzas para enfrentar a un mundo que nos declara la guerra.

Vine de la tierra de la lluvia más alegre,
donde las noches te dan recuerdos y los castillos te dan fuerzas,
una tierra en la que todo es posible si lo intentas
y el mundo te anima a que consigas ser libre.

Vine de la tierra que construye las leyendas
y, una vez más, me hace daño sentirla lejos.

Siempre serás un motivo para querer volver a casa.

Flautista.

Ícaro

Cuanto más cerca del Sol logro volar, mayor es el impacto de mi caída. Puede que sea mi osadía la que tenga que lamentar mientras me ha...