viernes, 27 de octubre de 2017

Secuestro

«Si quieres volver a verla tendrás que hacer lo que yo te diga».

No podía creer que estuviera leyendo esa nota. Mientras la sostenía en sus temblorosas manos recordaba con qué incredulidad había visto esta situación en varias películas. Sin embargo, ahora su cuerpo estaba invadido por sudores fríos que le recordaban, entre entrecortadas respiraciones, que esta vez la cosa iba muy en serio.

Nadie podría ayudarle.

Sabía que, como pasa en las películas, pedir ayuda a una tercera persona sería peor. Quería llorar desconsoladamente, pero comprendió que no serviría de nada, que la única solución sería enfrentarse a sus miedos y hacer frente a la situación.

Por eso, llenó sus pulmones con una bocanada de aire, se tranquilizó y empezó a recoger su habitación. Sabía que, aunque le diera perea, tendría que obedecer a su madre y ordenar todo para que ella le devolviera la videoconsola.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Memoria

Aquel día quedaría grabado por siempre en su memoria.

Despertó sin ningún esfuerzo y salió al exterior. Allí pudo comprender que el día era maravilloso, por lo que merecía la pena sentarse a disfrutarlo.

Fue entonces, con el Sol a sus espadas, cuando logró valorar la vida que había tenido: una familia increíble, unos amigos maravillosos y un trabajo con el que había soñado desde pequeño. Había alcanzado todas sus metas y se sentía plenamente satisfecho por ello.

Por eso, mientras contemplaba la Tierra en el cielo, agarró unos guijarros y se echó a reír. Un problema en la nave le tenía aislado, sin combustible y sin forma de comunicarse con la estación espacial.

Fue entonces cuando recordó a su profesora de la infancia. «¡Espabila, que siempre estás en la Luna!». Ella nunca habría imaginado tener tanta razón, pero él comprendió que estaba donde debía, donde estuvo siempre y donde estaría para siempre.

jueves, 7 de septiembre de 2017

Monstruo

Me he convertido en el monstruo que nunca quise ser.

Mis pezuñas tiemblan por abandonar lo que soñé,
mis débiles patas me sostienen mientras intento huir de mí,
en mi cola viven las moscas que el Diablo no mata,
y mi vientre vacío ruge por miedo a lo que abandoné.

Mis brazos son las personas a las que extraño sin admitirlo,
mis garras, mi orgullo, que me hieren a mí y a quien se acerque.
Mis alas están rotas, son las alas de la muerte
que mataron todo aquello que algún día quise ser.

En mi cabeza no hay cuernos, nadie me los quiso poner.
Mi lengua viperina dice que soy feliz, pero miente,
mi hocico me permite oler una vida que no me es suficiente,
y mis ojos frente al espejo me muestran como no me quiero ver.

Me he convertido en el monstruo que nunca quise ser
y ahora soy el mayor de mis miedos.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Academia

Hoy, sin quererlo, me dejaste a oscuras,
y sonreí como hace la Luna
cuando se eclipsa observando a la Tierra
mientras ésta le tapa el Sol.

Al verte por la calle estallé en mil supernovas
y, sin que tú te dieras cuenta,
me derrumbé y me reconstruíste
mientras a mí llegó la primavera
con el verde fuego de tus ojos.

Y yo, como un verano que termina,
reaccioné tímidamente
apagándome un silencioso invierno
que no quiso extinguirme
por observar cómo me iluminabas.

Pero volví a dejarte escapar
mientras Madrid te devoraba
como el más fiero de los monstruos,
recordándome que cada día estás cerca
y cada noche estás más lejos.

Y maldigo a la llama de mi cobardía,
a la vela que me mantiene tenue
pero no se apaga para seguir buscándote,
porque cada vez que te pienso de noche
no me asusta estar a oscuras.

Por eso, seguiré buscando,
porque Madrid es un laberinto de monstruos y minotauros,
pero sé que Acuario es el regalo
de quien se guía por cantos de sirena
soñando con ser feliz al volver a casa.

Aprenderé qué hacer para encontrarte,
aunque no me atreva a entrar a la Academia
que cada día me enseña a estar un poco más vivo.


martes, 5 de septiembre de 2017

Charcos

Te buscó en los charcos
soñando con encontrarte
cuando la ciudad y sus muros
aceptasen liberarte en su cama.

Te buscó en los charcos
porque vivió con la mala suerte
de no pintarte amaneceres
con sus dedos en tu espalda.

Te buscó en los charcos,
pues no te vio bajo tu ropa
cada noche que, a solas,
soñó con que aparecieses.

Te buscó en los charcos
mientras Madrid se reía,
mientras andaba cada día
soñando con poder cruzaros.

Te buscó en los charcos
y, casi sin quererlo,
te acabó encontrando en sus lágrimas.


Flautista.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Tormenta

Encerró su alma en la caja de muñecas
de las cosas con las que no se juega,
porque no era divertido mostrar lo que pensaba,
porque quiso esconder bajo su rostro la tormenta
y sonaron campanas.

Su corazón despacio latía.
¿De qué servía estar vivo
si tú allí no estabas?
En su existencia moría cautivo,
en tu ausencia de vacío se llenaba
mientras buscaba bajo noches de lluvia
cómo encontrarte por la mañana,
mas todo el mundo sabe que a saltos
las estrellas nunca se alcanzan.

Y la tormenta azotaba su rostro,
esculpiendo sonrisas con sangre y entrañas.
«Nadie puede conocer
las cadenas que suenan en mi alma,
nadie debe comprender
lo que mi espíritu sin fuerzas arrastra».
Así, día tras día,
su cuerpo atormentado reptaba
mientras su alma volaba libre
buscando beber de tu mirada.

Pero en los mares siempre se dijo
que quien navega solo naufraga.
Por eso, sin ti está perdido,
pero los vientos hacia ti nunca avanzan.
Trágica historia le tocó vivir
al marinero del barco de vela
que quiso enamorarse de ti,
de la brisa que a su nave no llega,
del viento que le lleve a casa,
de la sirena que su alma embelesa.
Pues la mayor atrocidad de la sirena
es hacer creer en amores imposibles,
en vientos que no mueven barcos
condenados a hundirse en la tormenta.

Y ahora mira al cielo
y piensa en mí cuando llueva.
Serán los dioses convirtiendo
mi sufrimiento en nuevas primaveras,
pues si eres feliz llenaré campos
de nomeolvides
para que me sientas cerca
aunque nunca pueda alcanzarte,
aunque siempre vivas en mi cabeza.
Pues el cielo me ayuda a llorarte
cuando nace y muere en tormentas.

lunes, 28 de agosto de 2017

Cuervo

Veo cómo el tiempo camina
y a mi reloj de arena roba mil granos,
cómo arranca de mis manos
flores que nunca germinan.

El pasado seca con sal mis heridas
y agarra mis pies para hundirlos en fango
mientras veo que soy un «fui», lo que seré lo estoy dudando
y el presente perdido me desgarra la vida.

Dolor y pólvora, sueños y ceniza
escondo en mi cuerpo mientras miento y sonrío,
mientras mi vida está en blanco y mi lienzo vacío
cubierto con mi falsa felicidad maldita.

Dolor y pólvora, gritos de arena
los que entre versos me ahogan si vivo disimulando.
Ya no sé quién soy, ¿soy quien vive para morir gritando?
¿O ese cuervo que escapa de la marchita hiedra?

miércoles, 5 de julio de 2017

La historia de un amor que murió antes de nacer

Ojalá existiera un mundo
en el que robarte un beso.

Hoy yo sólo pido eso
a unos dioses que me niegan
ser feliz y me condenan
a mirarte desde lejos,
a que no me eches de menos
y yo me muera de pena
cada vez que no estás cerca,
cada vez que no te tengo.

Pues no hay peor castigo
que el de amar sin ser amado
para quien da demasiado,
¡ni que eso fuera un crimen!

Busco la felicidad
que encuentras en otra gente,
pero nunca es suficiente:
sólo encuentro caridad
y no consigo olvidar
que por ti sigo latiendo
y si no salgo corriendo
es por la necesidad
de quererte sin quererlo,
pues me moriré sabiendo
que no te podré alcanzar.

Y te buscaré otra vez
en los labios de otra gente,
en besos que doy ausente
y no me dejan avanzar.

Y te buscaré otra vez,
y moriré por tu calor.
¿Será culpa de este amor
que no logro contener?

Y te buscaré otra vez,
pues me mata este dolor,
esta historia de un amor
que murió antes de nacer.

lunes, 3 de julio de 2017

Castigo

Triste castigo el que sufre
quien recuerda amores nonatos,
muertos sin ser confesados
por no ver cómo interrumpen
a quien hoy los ha ocultado.

Fantasmas del pasado ríen,
me acompañan cada noche,
recuerdan que fui un fantoche
que nunca supo ser amado
por quien como un ángel vive
oculto, sin ser encontrado
por este poeta maldito
que con las entrañas vacías vive,
encontrando fuerza y declive
en soñar que estás a su lado.

A pesar de todo me haces fuerte,
como la oscuridad enriquece
a las teclas blancas del piano,
mas cada noche duermo llorando
por vivir y no tenerte,
y al cielo agradezco conocerte
sin que me hayas abandonado.
No puedo ofrecerte mucho,
pero de mí todo te has ganado.

Sólo espero que algún día,
si me permiten las estrellas,
pueda bailar con quien me llena
ante un destino afortunado,
vivir con quien crecí queriendo,
soñar que estás a mi lado
y despertarme sonriendo
si en mi cama te has quedado.
Me bastaría con una noche,
para ser feliz eternamente,
aunque la mayor de mis suertes
es poder ser agraciado
con verte en mis amaneceres
y reencontrarte en el ocaso.

Gracias por aflorar en mí
sentimientos que creía prohibidos.

Flautista

martes, 13 de junio de 2017

Anhedonia

Nota: Este poema lo ha inspirado la música que puedes escuchar pinchando en este enlace





Como un rayo de sol que atraviesa las nubes de tormenta,
pintando el mes de Mayo con la calidez de la primavera,
apareciste de imprevisto resonando en mi cabeza,
ensoñando mi pensamiento, dando a mi alma ligereza.

Y así, haciendo que cese la lluvia y salga el sol a medianoche,
me recordaste que merece la pena seguir respirando,
caminar para intentar escucharte, para entregarme sin reproche
y así conectarme a un mundo en el que sin ti sigo llorando.

Arráncame los miedos y tíralos junto a mi ropa,
demuestra que los dioses también se encuentran en la tierra,
que vibran contra las cuerdas y pueden soñar despiertos,
y junto al fuego logran fundirse de forma sinestésica.

Despierta en mí mis deseos más ocultos,
haz que vibre el aire en mi pecho como mi corazón contra tus cuerdas,
golpea mi espíritu y funde mi vida en un segundo
para poder latir contigo y revivir mi alma muerta.

No sé, tal vez me toque pasar mi arco por las cuerdas del destino,
tocar el violoncello del tiempo y vivir lo que mi alma anhela.
Anhedónica existencia la del que vive escondido
sin disfrutar lo que tiene y soñando lo que no encuentra.

Siempre serás el motivo por el que Chopin siga llorando.


Flautista.

sábado, 29 de abril de 2017

Mitología

Podría contemplarte durante horas,
detener el tiempo y abandonarme
para saltar al vacío y que tu voz me recoja,
para volver a caer y que vengas a rescatarme.

Y yo, asteroide perdido de órbita silenciosa,
buscaré por el cielo tu calor fulgurante.
Esperaría mil años para verte un instante
y renacer para siempre en la mayor supernova.

Mirarte es sentir que regreso a casa,
que en mi pecho nazca un Mayo florido,
que soy indestructible si estás conmigo,
que mi felicidad aumentas y mis males espantas.

Mitológica criatura, extraña profecía
la que me hace soñar que puedo estar contigo,
que puedo ser feliz y romper mi castigo
cuando me llenas de luces que por siempre brillan.

¿Cantarán sobre nosotros en algún disco prohibido?
Le pregunto a los dioses, más no me contestan
y a Cronos le pido que tenga paciencia
y antes de morir me brinde un segundo contigo.


Siempre serás un motivo para querer encontrarte en el Olimpo.

martes, 25 de abril de 2017

Nosotros

Llora mi alma vacía e incompleta
cada noche que lamenta tenerte tan lejos. 
Ese es mi castigo, la condena del poeta
por amar la belleza y hacerlo sin complejos,
sin ataduras que limiten, sin temor a la tormenta
aunque la lluvia preceda a los rayos y truenos
de un amor que, en el fondo, sabrá que no llega
pues nos estamos buscando pero no nos conocemos. 

Aún así, del oscuro puzzle somos las dos únicas piezas,
y mi mente se pregunta cuándo estaremos completos.
Tú, mi mayor estrella; yo muriendo por darte el cielo, 
y a Perséfone le lloro con mis heridas abiertas.

Maldito idiota el enamorado sin suerte
que sufre sin conocer a quien regala sus latidos,
quien desea encontrar en estos versos perdidos
a quien abra su infierno y le salve de la muerte,
pero en estas letras no aparece nadie,
y yo soy uno más al que Hades ha vencido
mientras viví soñando encontrarte
sin darme cuenta de que a mí me he perdido.

Mas si la vida fuera justa y una oportunidad nos diera
bajo las sábanas crearíamos nuevos universos,
horizontes cercanos a carnes descubiertas
en las que mis labios gritarían en el mayor silencio
para recitar mil sinfonías y renacer en primavera.

Tú, agua de mis deseos, oasis desaparecido
que en escenarios intento encontrarte a ciegas,
y que en silencio te escapas como un gris felino
que me quita siete vidas y con su ausencia me atormenta. 

Y yo, poeta loco, que te escribo sin reconocerlo
con un alma extraviada, perdida buscando cariño,
si no te encuentro pronto sé que acabaré muerto
pero sólo con buscarte me siento algo más vivo. 

Siempre serás un motivo para querer crear un Nosotros.

Flautista

viernes, 14 de abril de 2017

Vermissen

Hoy escribo sobre ti,
porque sé que no lo imaginas.

Mientras suena la música
que ambos escogimos
recuerdo todo aquello
que jamás recuperaremos.
Y yo, orgulloso idiota,
no admitiré nunca cuánto me arrepiento
de no valorarte lo suficiente
aunque ahora lleve atadas a los tobillos
las piedras de tu ausencia.

Tú intentaste salvarme
de una guerra contra mí mismo,
de caer en un abismo
en el que no supe encontrarme.
Y ahora que no te veo,
te escucho sordo en mi cabeza
y duele la realidad que, con crudeza,
me recuerda que no estás cerca
y que de mí mismo estoy lejos.

Cuánto aprendí de ti
y qué poco te dejé verlo,
tú, rescatándome en invierno
mientras yo te intentaba enterrar en la nieve.
Recordarte de nuevo es sufrirte dos veces,
pero es ese dolor el que me hace comprender
que cuando estabas cerca logré estar vivo
y hoy casi ni lo puedo parecer.

Por eso, aprovecho que no me lees,
que nos separan el espacio y el tiempo,
aprovecho para decir que lo siento,
aunque no pueda intentarlo otra vez.
Si la vida es un juego no paro de perder,
y vivo mi pesadilla más que vivir mi sueño
pensando que fui Caín con quien no debí serlo
y ahora hacia atrás ya no puedo volver.

Sin embargo, si alguna vez descubres esto,
quiero que sigas brillando con esa estrella,
quiero que no olvides que en mí dejaste una huella
que me ayudó a crecer aunque no supe verlo.
Y así, en lo más profundo de mi mente,
tendrás un hogar, cobijo en invierno
y hoy, este poeta loco
dice adiós a quien le ayudó a estar cuerdo.

Te echaré de menos tanto como mereces.

sábado, 1 de abril de 2017

Cartas

Con el tiempo la vida me muestra
que somos un juego de cartas.

Habrá personas para las que serás su primera mano,
buscándote en momentos cómodos y sin involucrarse de lleno.
Por otro lado, habrá quien te considere su última baza
y le cueste soltarte aunque no tenga remedio.

Algunas personas te verán como su escalera,
como una vía de paso hacia nuevos objetivos.
Otras, por el contrario, te considerarán su póker,
pues podrás completarlas y generar algo vivo.

También están las personas baraja,
que te buscarán cuando todo sean oros y copas
pero escaparán del mazo de tu vida
cuando todo sean picas, cuando las espadas te asolan.

Por eso, ten cuidado con tu mano,
porque el destino es un crupier caprichoso
y si no juegas bien tus cartas
perderás la partida, tal vez pierdas todo.

¿Quieres jugar otra partida?

Flautista.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Tiempo y ceniza

Clavó su mirada al fuego
de la chimenea encendida.
Quería abandonar el juego
y terminar la partida
sin decir nada a nadie,
omitiendo despedidas
para lograr que su alma
se entregue al tiempo dormida
y ya no seguir luchando,
y ya no coser heridas,
sólo descansar de todo,
que en esta vida maldita
bailamos con cicatrices
hasta el fin de nuestros días.

Y no merece la pena
vivir siempre peleando
por futuros que no llegan.
Si el tiempo se va marchando
la vida ya nos condena
y nos vamos marchitando
como flores que se secan,
sin llegar a preocuparnos
por las cosas que nos llenan,
por las buenas compañías,
por aquellos que nos dejan
y lo que no les decimos
al abandonar la mesa.
Y mientras, el tiempo pasa,
se marcha y no regresa.

Siempre serás alguien con quien quiera pasar mi tiempo.

Flautista.

viernes, 3 de marzo de 2017

Girar

«Tal vez sólo haya que girar para hacer historia.»

Por eso decidió dar la vuelta a todo, empezando por girar aquel taburete que le mantenía esclavizado en la barra de aquel bar.

Ya no valía la pena pasar allí más tiempo ahogándose entre tragos y lamentaciones. Tocaba recomponerse, recoger los pedazos de un corazón que se había entregado como la más pobre de las propinas y marcharse.

Pero costaba mucho avanzar en un sitio tan oscuro, allí donde las inseguridades bailaban con el humo mientras se pedía otro vodka con miedo a no dar la talla.

Por eso sus pies se movían temblorosos sobre un suelo que crujía juzgándole y, aunque intentó respirar hondo para sacar pecho y armarse de valor solo consiguió sentirse vulnerable al estar más expuesto que nunca.

Pero ya no podía dar marcha atrás. Todos los ojos del bar estaban persiguiendo sus pasos igual que una manada de hienas siguen con recelo a un animal moribundo.

Sin embargo, cuando iba a alcanzar la puerta, el camarero giró un interruptor y apagó las luces. Su respiración se aceleró en cuanto sus ojos dejaron de ver, sus manos se adelantaron con desesperación y en cuanto alcanzaron la cerradura sintieron la presencia de una fría llave que cerraba su camino.

En ese momento, el camarero mostró su verdadera identidad y con una diabólica voz le dijo:

«Sólo tienes un intento para abrir la cerradura. ¿Hacia dónde girarás la llave?»

Y escuchando al Diablo comprendió que tenía en sus manos la llave de su destino y que sólo él sería responsable de cómo marcaría su suerte la decisión que tomase, de sólo él dependía el giro que daría su vida al imitar el giro de la llave.

Así comprendió que tal vez sólo haya que girar para hacer historia.

lunes, 27 de febrero de 2017

Inadmisible

Inadmisible,
como el niño que no acepta
quiénes son los Reyes Magos,
como aquel primer amor
que aún puede sonrojarnos,
como la película de moda
que no dirás que no te gusta.

Inconfesable,
como el secreto que creemos
que llevaremos a la tumba,
como el sueño que nos eleva
y a la vez nos derrumba,
haciéndonos querer huir
y a la vez querer quedarnos.

Así me hacen sentir, como una marioneta
que sólo sabe tropezar y perderse en las aceras.

He cometido más de mil errores,
creí que a mí me daba la vuelta el mundo
pero de noche se secaron las flores
y bajo el sol vuelvo a ser un vagabundo
que busca un sitio para pasar la noche
junto a unos labios que me hagan Demiurgo,
creador y rey en la corte de bufones
donde despierto de mi sueño profundo.

Inadmisibles fueron mis errores
e inconfesable la carga que me dieron.


Flautista

martes, 21 de febrero de 2017

Romance de ojos negros

Me capturaron sus ojos
oscuros como inviernos.

Yo no pude hacer nada,
salvo rendirme a lo eterno
de su oscura mirada,
de azabache el tormento
que sacude mi alma
en el espacio y el tiempo,
que mi aliento empaña
robando mis dulces sueños.

No hay piedad para quien mira
a esos nocturnos luceros
que iluminan a quien camina
escapando del Cerbero
con el alma malherida,
con el espíritu yerto
ante una vida vacía
donde no verán de nuevo
esa belleza escondida.

Por eso, hoy los poetas
lloran y mueren de celos
imaginando a quién miran
tus dos negros universos
devolviéndole la vida
a quien es visto por ellos.

Por eso, hoy las leyendas
hablan de orbes no tan bellos
como tu mirada al alba,
como tú eclipsando a un cielo
donde los dioses ya no mandan
y Zeus brama su lamento
si no encuentra tu mirada.

Y en el invierno del mundo
yo te escribo negros versos
contando que tuve suerte
cuando me crucé con ellos.
Cuando miraste mi cara
diste luz al firmamento
y nació en mí una llama
de unos ojos que conservo
bien grabados en mi alma.

Me capturaron sus ojos,
y aún amo sus ojos negros.


Siempre serás un motivo
para escribir romances a tu mirada.

Flautista.



lunes, 20 de febrero de 2017

Nombre

Hace poco volví a escuchar tu nombre
y fue como caer de un rascacielos.

De repente recordé lo que significaban esas letras,
las ganas de encontrarte por la mañana en el pasillo
y que por las noches me abras espacio en un colchón
que nos volviese a refugiar de la tormenta.

Volví a recordar el sonido de tus manos
mientras las mías se volvían más frías.
Intenté avanzar, superar murallas,
y me encontré escalando una montaña de imposibles.

Aún así, he aprendido que la realidad varía
según el lado del espejo desde el que se mire
y supongo que ya es demasiado tarde
para algo que antes de nacer perdió la vida.

Pero no puedo negar que de vez en cuando dueles,
que no hay punzada más aguda que tu ausencia,
que en el invierno te sigo buscando con paciencia
aunque me encuentre en un mundo al que tú no vuelves.

Y créeme, quisiera tirar al mar
todo lo que nunca pasó entre nosotros,
así como aquello que, al cerrar los ojos,
bombardea mi mente una vez más.

Supongo que eso es crecer, aprender a vivir con cicatrices,
asumir que no somos recíprocos para otra gente,
descubrir que nuestros fracasos no son diferentes
y que los sentimientos nos destruyen y nos llenan de matices.

Por eso aún sufro al cerrar la puerta,
porque no quiero guillotinar lo que podría haber sido,
pero no puedo esperar más si aún no has venido
y deseo que estés detrás cada vez que me doy la vuelta.

Hace poco volví a escuchar tu nombre
y mis ojos respondieron con un baño de lágrimas.

Siempre serás un motivo para imaginar lo que pudo pasar.

Flautista.

domingo, 12 de febrero de 2017

Frío

Y ahora, en mitad del invierno,
me doy cuenta de que siempre fuimos frío.

Cobardes,
valientes corredores que huyen de una realidad dolorosa,
como esa liebre que no acepta que gane la tortuga
a pesar de confiarse ante una vida que no controla.

Fuimos como Romeo y Julieta
si no se hubieran declarado amor eterno.
Fuimos uno sin llegar a ser completos,
como una palabra a la que no das todas las letras.

Sin embargo, no quisimos culparnos,
porque era más fácil culpar al destino,
sin darnos cuenta que el destino es como una cuerda
que usamos como excusa para ahorcarnos.

Y ahora, en nuestra propia misa de requiem,
nos dedicamos ausencias que nunca quisimos.
Fingimos estar bien y que no nos molesta
mientras recogemos pedazos que como migas de pan perdimos.

Pero nadie puede salvarnos
por negarnos a admitir nuestro peligro.
"Son cosas que pasan" nos mentimos
y sonreímos por fuera mientras por dentro lloramos.

De este modo, seguimos caminando,
igual que Pinocho cuando quería creer que era un niño,
pero aparentamos que no nos importa
mientras cada día nuestro espíritu se va helando.

Por eso, no podemos culpar al invierno
de los errores que hoy cometimos.
No nos afecta el invierno,
pues antes de él nosotros ya fuimos frío.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Cuaderno

Cuando nadie estaba mirando
volvió a escribir en su cuaderno.

Nunca le había dolido tanto
clavar sus ojos en papel muerto
mientras le temblaban las manos,
pues tenía mucho que contar
aunque nadie quisiera verlo.

Por eso, a escondidas, bajo las sábanas
escribía letras que gritaba al cielo
para que, al despertar por la mañana,
le dieran de lleno aquellos labios
que imaginaba en su ventana.

Aquel mar de tinta escondía sus deseos
como una confesión que le haría arder en la pira,
como una procesión que nadie observaría,
pues siempre el mayor dolor se maquilla con gran silencio.

Y las máscaras de orgullo serían las portadas del cuaderno,
dándole a entender al mundo que dentro no esconde nada,
que no ha vuelto a llorar por aquello que extrañaba
y que no ha vuelto a arrepentirse de escribir aquellos versos.

Cuando nadie estaba mirando
volvió a escribir en su cuaderno
y nadie se atrevió a leer
lo que su alma sangraba.

martes, 24 de enero de 2017

Beat's

Una vez más le tocó volver a casa andando porque sus despistes le habían pasado factura. Concretamente le pasarían la factura de la grúa, que se había vuelto a llevar su coche por aparcarlo donde no debía, pero llevaba poco tiempo en la ciudad y aún no conocía bien las zonas de aparcamiento.

De hecho, aún consideraba que la ciudad le quedaba grande, que era como una camiseta usada por otra persona que no logras que se adapte a tu cuerpo. Te tapa, sí, pero no te ofrece las comodidades que esperas porque sientes que no está hecha para ti, aunque te la pones si no tienes otra cosas.

Hacía algo de frío para ser verano, y eso animaba a caminar deprisa por calles que aún le resultaban desconocidas. La luz de las farolas parecía no querer ser su acompañante, y con la tenue timidez de una bombilla sin fuerza parecía vivir una batalla por no apagarse definitivamente bajo el cielo estrellado.

Sólo escuchaba el ruido de sus zapatos. Primero un pie y luego el otro, como había hecho toda su vida, como habían esperado que hiciera durante toda su vida. Querían que caminase, que diera los pasos que todo el mundo esperaba, pero nadie se había parado a preguntarle si esos pasos le permitirían avanzar en la dirección deseada.

Fue entonces cuando sus pasos fueron detenidos por un extraño acorde. Parecía el sonido de un piano, pero no sonaba cerca. Se percibía como si una pared lo amortiguase, como un animal que gruñe escondido en su madriguera. Pero después de ese acorde llegó otro, y otro más. Entraban en sus oídos pegando un portazo, llamando su atención y acelerando sus latidos, preludiando en su cerebro la orden de salir corriendo hacia su epicentro, hacia el origen que los producía.

Fue así como descubrió el Beat's, un rótulo de neón rojo que se mostraba sobre una pared de pintura negra. No tenía adornos, y el neón estaba medio roto. Sin embargo, al otro lado de la pared seguían sonando acordes, como si un animal enjaulado pelease por escapar a ritmo de jazz. La música era tan oscura como la pared que la protegía, y su llamada era tan fuerte que ya no tenía escapatoria.

En ese momento agarró la pesada puerta de hierro del club y se abrió paso bajo unas tenues luces rojas. La entrada, con forma de pasillo, arrastraba a los visitantes a un pasillo con unas escaleras que bajaba a un sótano, como si el corazón de la ciudad fuera el origen de esos sonidos.

Y fue al bajar las escaleras cuando se hizo la magia.

Allí, en un oscuro escenario situado junto a una barra, un piano de cola dominaba la sala con una progresión de acordes sobre las que una melodía se escapaba peleando por seguir viva. Unas manos galopaban sobre el teclado con escalas modales, con improvisaciones prohibidas y con una falta de verguenza que hacía que se sintiese obsceno todo aquel que las escuchaba.

Fue en ese momento cuando comprendió que su alma ya no era la misma, que algo había muerto escuchando a ese piano en el que unos dedos tomaban el control de unas teclas de forma tan pícara y seductora que sonrojaban a los oyentes.

Por eso, sabiendo que lo único que podía hacer era rendirse, se acercó a la barra, pidió un whisky on the rocks y se sentó a escuchar.

Sabía que llevaba poco tiempo en la ciudad, pero ya sabía que nunca más saldría de allí.

Ícaro

Cuanto más cerca del Sol logro volar, mayor es el impacto de mi caída. Puede que sea mi osadía la que tenga que lamentar mientras me ha...