Siempre hay más
de mil maneras de amar
un recuerdo que, en verdad,
no creció fuera de un sueño.
Fuiste el mar,
en tu cuerpo quise nadar,
pero no pude respirar
y yo me hundí en ese tormento
de una historia sin final,
agridulce, como un beso.
Nunca encendí la luz
que me guiase a tu portal,
perdido yo no supe andar,
y me tumbó el sufrimiento
de luchar solo y caminar
sabiendo que te llorarán
dos mil rincones de mi cuerpo.
Ahora quiero enloquecer,
sentido no veo a vivir sin verte
pues no es vida para mí
respirar sin poseerte,
no alimentarme de ti,
no dejar que me hagas fuerte.
De nada sirve vivir
cuando sin ti sólo hay muerte.
Desafiné mi alma cuando quise buscarte,
mis ojos lloraron sordos cuando no pudieron verte,
siempre fue un gusto imaginarte,
siempre soñé retenerte,
y nunca logré contarte
que en mi cuerpo creció fuerte
un amor que aún hoy palpita,
un sentimiento que es perenne,
no caduca, no marchita,
un anhelo de tenerte,
de poder darte mi vida,
dejar que el tiempo nos lleve
siempre hacia un nuevo día
donde pueda concederte
canciones, versos y alegrías,
donde el mundo envidie mi suerte
por compartir contigo mi vida,
porque, contigo, nunca más llueve.
<<Hay tragedias que te marcan, que condicionan tu destino. Sufro la peor de todas: no vivir una vida contigo>>
Siempre serás un motivo para seguir escribiendo.
Flautista.
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