jueves, 26 de junio de 2014

Flechas

Cuando quiso ir a la guerra, todo el mundo intentó frenar al soldado.

                        >>>----------[No vales para esto]---------------------| >

Aún así, el soldado se alistó en el ejército, pero allí empeoró la cosa.
Mientras el resto de soldados se fortalecían, él siempre era visto como el mal ejemplo, como el que no podría ofrecer lo mismo que sus compañeros.

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Pero el soldado no se rindió. En su lugar, al ver que tenía más debilidades que sus compañeros, decidió entrenar con armadura. Se movería más despacio, destacaría menos que el resto, pero pensó que así podría resistir mejor los impactos las flechas.

Gracias a su armadura, el soldado comenzó a sentirse más cómodo al entrenar. Poco a poco ganó confianza en sí mismo, y llegó el día de la gran batalla.

Todo su reino estaba en juego. Sabía que esa batalla podría cambiar su vida, que debía poner toda la carne en el asador. Y el soldado no tuvo miedo, pues había hecho una lucha titánica contra sí mismo para poder estar a la altura.


Sin embargo, el soldado ese día olvidó la armadura en casa y, cuando menos lo esperaba, volvieron a llegar las flechas.

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Cuando quiso darse cuenta, las flechas ya estaban clavadas en su costado. Eran las flechas de siempre,   familiares a su manera, pero esta vez fueron lanzadas desde otra dirección y el soldado no supo reaccionar. No notó cómo llegaban, no las esperó, pero poco a poco le desangraban hasta desplomarle en el suelo. 


Fue ahí, en el punto más crítico de su historia, cuando el soldado comenzó a plantearse si realmente hizo bien en ir a la guerra, si era suficiente con su determinación al entrenar o si el éxito llegaba condicionado por muchos otros factores. 


Y, según la leyenda, todavía sigue ahí el soldado, intentando descubrir si él es más fuerte que las flechas. 







Flautista.




domingo, 1 de junio de 2014

Hielo

Hubo un tiempo en el que hubiera luchado por ti.

Nada me hubiera parado, no encontrarías elementos capaces de detenerme si fueras la meta de mis pasos, si fueras el motivo para rozar el cielo, para tocar el Sol y no quemarme, para jugarme todo a una carta sabiendo que ganaría el juego porque estuvieras conmigo.

Pero los tiempos cambian, igual que nosotros. No somos estacionarios, cambiamos, nos elevamos y caemos para volver a renacer de las cenizas, para dejar atrás el sufrimiento y resurgir en una vida que nos haga felices.




Una vida en la que ya no tienes hueco.




No te culpes, fui yo quien se rindió. La llama se enfrió, y yo me cansé de luchar, de dormirme en imposibles y despertarme en desengaños. Me cansé del conformismo, de resignarme a tus transformaciones, de ceder la cuerda antes de intentar tirar de ella, antes de saber que la cuerda existía para ahorcar mis ilusiones.

Por eso ahora vuelo solo, porque busco ser autosuficiente. Busco que deje de nevar y valerme por mí mismo sin sentir que eres tú quien me completas. Busco no encontrarte cerca, recordándome que durante mucho tiempo viví una vida a medias, pensando que sólo estaría vivo si la compartía contigo.

Aún así, quiero que sepas que no te guardo rencor. No lograste destruirme, me hiciste más fuerte, me ayudaste a crecer y curaste mis alas. Supongo que es ley de vida que ahora quiera volar lejos, aunque lamento que mi alma no quiera volar contigo.

Créeme, no quería que esto acabase así. Quise que fueramos felices, que nuestra historia fuera de cuento, pero siempre fui más villano que príncipe. Siempre logré congelar mis emociones, y ahora cerré las puertas de mi oscuro y frío corazón sabiendo que estás fuera, sabiendo que no podrás volver si no te trae la primavera.

Aún así te doy las gracias por todo. Nuestra identidad se compone de nosotros y nuestras circunstancias, y tú fuiste causa y circunstancia de grandes momentos de mi vida.

Siempre serás un motivo para enterrarnos bajo el hielo de los recuerdos.

Flautista.

Ícaro

Cuanto más cerca del Sol logro volar, mayor es el impacto de mi caída. Puede que sea mi osadía la que tenga que lamentar mientras me ha...