lunes, 27 de enero de 2014

Miserere

Sé que nunca te lo han dicho, pero siempre fuiste el Sol que logró iluminar el cielo de muchos. 

Sin embargo, mi vida contigo fue un eclipse. Siempre fui el que te mira en silencio, el que espera, el que sueña con imposibles y despierta en realidades vacías. Siempre fui el inservible, el guardado en el cajón de trastos y recuperado cuando no quedan más opciones, el que reunió fuerzas para latir una vez más con la esperanza de volver a ser rescatado, de salir de la sombra y complacer tus deseos, pues siempre me esforcé por impresionarte, siempre luché por hacer que me valores y perdí la batalla antes de poder asestar el primer estoque. 

Pero la guerra está perdida. Mi cuerpo ya está en la tumba, mi lengua yace dormida, y mi alma, reclusa en una cárcel sin vida, se lame las heridas de una vida vacía, de una existencia condenada al olvido por no haber compartido un momento contigo que en cien eternidades mi recuerdo mantenga.

Pero no sufras, no te culpo de mi condena. Fui yo el que no supo valorar lo que la vida me regalaba y, en un mundo lleno de tesoros, decidí estrellarme con la mayor de las piedras. Por eso, ahora asumo mi castigo, pues fue mi error creerme un mendigo, darte un castillo en las nubes y dejar de tener los pies en la tierra.

Sin embargo, no quiero ningún miserere, ni réquiem que lloren mi muerte. Sólo quiero que recapacites, que valores lo que tienes y que no olvides que estamos de paso, que todos podemos olvidar y ser olvidados, y que nada duele más que encontrar en corazón propio el daño que un día causamos en corazón ajeno. 

Por lo demás, espero que nunca me olvides, pues siempre serás el motivo por el que ahora estoy muerto. 


Flautista.

miércoles, 15 de enero de 2014

Sin sombra...

Silencioso, sin sombra, puso a caminar sus pasos, buscando un rumbo que le ayudara a encontrarse, aunque tal vez sólo quisiera perderse, escaparse y huir del enemigo que vivía en sí mismo.

Ese fue el motivo que le hizo salir a esconderse en el invierno y, bajo una lluvia de indiferencia callejera se dejó llevar por sus sentidos, los únicos que pensaba que no le traicionarían.

Pero de todos sus sentidos le traicionó el más inesperado: el sentido común.

Hombre de poca fe, que siempre había creído en sí mismo, se vio sobrevolado por el cuervo de la desconfianza, cegado en las neblinas de la duda y acorralado en la soledad del que vive cautivo en una mansión con fachada de hombre bueno.

No supo qué hacer. Su vida se escurría entre sus dedos en un desafío a tempo en el que, a pesar de estar perdido, la juguetona Muerte le cedió una vida de ventaja. Una vida para corregir errores, para pasar a la historia que él, inconscientemente, había convertido en la página transpapelada que nadie encontraría, en un cadáver enterrado bajo un corazón que late frío y desnudo de emociones.

Ya nada tenía sentido. Era un autómata de sangre y lágrimas que se ahogaba en el mar de la angustia, el mar de los que no saben amar, en la tierra de los muertos en vida por no saber ser amados. Pero de nada servía llorar, debía entender su sufrimiento: el poeta era una sombra sin más, y su vida sólo un juego de quien no le supo guiar ni dar luz a ese tormento que le hizo divagar como el más errante de los muertos. 

La rendición era necesaria. Vivir sin amor es vivir muerto, caminar sin luz ni oscuridad, purgar un alma sin un cuerpo. Por eso se quiso entregar al dulce sueño del invierno para dormir y, nunca más, despertar en nieve y hielo.


Y, cuando nadie miró, de la sombra nació un ángel...

domingo, 12 de enero de 2014

Miente...

Miente,
esconde lo que sientes
si es distinto a lo que aceptará la gente.

Miente,
la vida no es un cuento,
evita el sufrimiento
que se siente.

Miente,
ves que no es para ti, 
que en tu dolor vas a morir 
y estará ausente.

Miente,
debes aparentar
que no duele tanto amar
y ser más fuerte.

Miente,
engaña a tu interior, 
haz que domine la razón 
a lo que sientes.

Miente, 
logra aceptar
que en tu futuro no va a estar
y sé más fuerte.

Miente,
di que todo se olvidó,
que no sientes más ese dolor,
que eres valiente.

«Miente, actúa, aparenta todo lo que esperan de ti y te darás cuenta de que no eres tú, sino un esclavo de las emociones que no te atreviste a mostrar a los demás. O tal vez sea mejor no mentir...»

Siempre serás un motivo para mentirme a mí mismo.

Flautista.

Ícaro

Cuanto más cerca del Sol logro volar, mayor es el impacto de mi caída. Puede que sea mi osadía la que tenga que lamentar mientras me ha...