lunes, 15 de julio de 2013

Temblando...

Temblando quise esconderme cuando comprendí que estaba soñando un imposible, cuando me di cuenta de que no puedo alcanzarte, de que no nací para tenerte, de que viví para soñarte y de que moriré sabiendo que no es a mí a quien buscarás cada noche.

Temblando me di cuenta de que no sé aceptar la realidad, de que nada tiene sentido sabiendo que no podré tenerte cerca, de que no me sirve volar si no me esperas al otro lado, de que no será a mí a quien guardes en lo más profundo de tu mente y viviré desprotegido, sólo en un mundo que no se creo para que lo compartamos.

Temblando me di cuenta de que debo marcharme, que sólo puedo perturbar tu felicidad, que siempre fuiste motivo de alegría y de mi tristeza, pero mi frágil corazón no puede soportar más daño. Llega un momento en el que es imposible recomponer los pedazos.

Temblando me di cuenta de que los finales felices han muerto, que no tiene sentido seguir engañándome, que las canciones no hablan de nosotros, y que nunca se crearán versos capaces de contar nuestra historia, pues siempre vivimos en cuentos diferentes.

Temblando me di cuenta de que se secó la primavera, de que mi cuerpo se mueve sin vida como un autómata condenado a sentimientos que nunca serán correspondidos, encarcelándome en un deseo que jamás pude hacer realidad. Tal vez sea mejor así. De nada sirve una vida si no puedo compartirla contigo.


Tú siempre serás feliz. Yo siempre estaré temblando...


Flautista

1 comentario:

  1. Me encanta. Consigues hallar belleza en el dolor. Es simplemente maravilloso.

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