sábado, 28 de marzo de 2015

Anonimato.

Si ahora mismo tuviera que escribirte una carta no tendría muy claro qué contarte. De hecho, tampoco sabría muy bien quién eres.

Sin embargo, sé que una parte de mí te busca constantemente, sin darme cuenta, sin dejarme admitir que eres lo que más ansío, que eres ese regalo perdido, que por ti cobran sentido las palabras que no digo, los acordes desconocidos y los personajes que me empeño en crear para fingir que soy feliz cada mañana en camas que no comparto contigo. 

No hay tiempo ni espacio que me haga conformarme.

La distancia siempre será mi enemiga, igual que el tiempo que pase sin verte. Casi sin darme cuenta me veo como una marioneta de mí mismo, como un animal asustado que huye de su parte más emocional, que se da cuenta de que no puede controlar todo lo que siente y que, de repente, se ve enjaulado en sí mismo. Y mi tiempo se agota. Me consumo como una vela ante la noche silenciosa, como un árbol que cada otoño pierde sus hojas, víctima de un equinoccio afectivo, en el que todos somos parte de un baile de máscaras en el que a veces nos toca bailar solos. 

Pero esto a nadie le importa. 

El mundo sigue girando. Las estaciones se suceden una detrás de otra, y no hay nada ni nadie capaz de detenernos. Sin embargo no me creo que estemos condenados a una existencia vacía, a vivir por obligación, a olvidar que le mundo ofrece sus mieles a los que realmente las necesitan, a pasar hambre de afecto, a sonreír por la felicidad de otros y a enterrar la nuestra en un cajón, bajo la arena de protocolos sociales en los que debemos aguantar solos la tormenta para no mojar al resto. 

No me lo creo. 

Me niego a creer que estoy aquí para esto, especialmente sabiendo que puedes llegar, aparecer para rescatarme de mí mismo, para demostrarme que puede comenzar nuestra historia siempre que queramos, que los vínculos nacen, crecen y florecen cuando queremos, con quien queremos y para durar mientras estemos dispuestos a cuidarlos. Me niego a creer que he de morir en primavera, que sea alérgico al mundo que compartiríamos si me dejas, que solo podamos viajar cuando nadie nos mire, porque ni nosotros mismos nos hemos dado cuenta de que queremos compartir destino.

Sin embargo, la maleta lleva tiempo hecha. Como nómadas vagabundos viajamos ante un mundo desconocido para nosotros, un mundo en el que todo conspira para que nos encontremos, para que sigamos señales que nos lancen al vacío y así podamos llenar el espacio que nos merecemos, un espacio compartido en el que todo, mágicamente, encaja, pues no hay mayor magia que la de criaturas que se complementan, espíritus que se vuelven uno, que se alimentan de noche cuando todos duermen, cuando soñar es aburrido, porque contigo podría tener la mejor de las realidades. 

Sin embargo, yo no puedo caminar si tú no guías mis pasos, si no me llamas para salir corriendo, si no demuestras que mis saltos caerán sujetos en las redes de tu cuerpo, si no me dejas perderme entre tus dedos, tendiéndome una mano que me tranquilice cuando más lo necesito. 

De momento, yo seguiré respirando contigo, buscando una forma de convertirte en el fin de mi viaje y en el comienzo de la mejor experiencia de mi vida. 

Sí, todo esto es para ti, aunque aún no lo tengamos claro, aunque no sepamos quiénes somos, o lo tengamos tan claro que nos de miedo admitirlo.


Siempre serás un motivo para escribirte en el anonimato y buscarte cuando nadie me encuentre.


Flautista.

viernes, 27 de marzo de 2015

Señales

Aunque lo creas,
no tienes caminos prohibidos.
Yo solo quiero
que avances en la dirección
de ser feliz,
de que intentes serlo conmigo.
Ponte si quieres en camino,
porque contigo quiero ir yo.

No habrá señales
que te impidan el acceso,
haré el camino
para que puedas avanzar.
Decide el viaje,
yo te iré aclarando el cielo,
por ti secaré la lluvia
si te intenta molestar.

En la rotonda
de mil dudas yo me muevo.
No sé qué pasa,
no me logro controlar.
Solo doy vueltas,
no consigo lo que quiero.
Sin embargo, me falta tiempo
para buscarte una vez más.

Conduzco poco,
ni de mí yo soy el dueño.
Es gris mi mundo
y te lo intento regalar.
Coge mi coche,
búscame cuando cenemos
pues si se oscurece el cielo
con tu luz me sobrará.

No necesito
viajar con más etiquetas,
ni equipaje de mano,
ni molestias al azar.
Yo solo quiero
que seas motor de mi tiempo,
que me busques cada día
y estés aquí una vez más.

Así mi viaje
tú lo harías más ameno.
Mejor paisaje
no me puedes regalar.
El sol no importa
si conmigo viaja el cielo,
si cada vez que no te veo
contigo vuelvo a soñar.


«La vida es un viaje muy largo, pero no tenemos por qué viajar solos si nos fijamos un poco en las señales.»

Flautista.



miércoles, 25 de marzo de 2015

Ignorante

No hay rincones que ocultarte,
tú me haces tocar el cielo.
Sin embargo, no me atrevo
a rozarte con los dedos.
Centímetros de hielo nos separan,
con luces en movimiento
no puedo dejar ocultos
los tesoros de tu cuerpo.

No puedes entender lo que me pasa.

No quiero, pero miento
al decir que nunca escondo
sentimientos verdaderos.
Me disfrazo de mecenas,
saco excusas de la nada
y solo quiero que veamos
el cielo desde la cama.
Sin embargo, no me atrevo
a mostrarte lo que escondo:
no quiero que escapes lejos,
sin ti siento tocar fondo.

Y tú, que nada sabes, me despejas
de un mundo contaminado
donde no quiero el vacío
de no pasar tiempo a tu lado,
de noches sin jardín y sin tormentas,
de temores contagiados.
Se agota el tiempo de estar cerca
y yo lo estoy desperdiciando,
mas no quiero relojes que te alejan
ni trenes en los que, perdido
recuerdo cuánto me atormenta
no conseguir que estés conmigo.

Y tú, que todo ignoras, no imaginas
lo más triste de este cuento:
ver que estás cerca, conmigo
y estar echándote de menos.


«Siempre serás un motivo para querer regalarte el mundo.»


Flautista.

lunes, 23 de marzo de 2015

Vuelo nocturno

Ojalá volar nocturno, 
escapar por la ventana
y poder ir destruyendo
poco a poco a la distancia. 

Ojalá volar nocturno, 
y encontrar en primavera
acordes entre tus dedos
que en mi cuerpo aún resuenan. 

Ojalá volar nocturno
hacia donde nadie mire, 
donde nadie nos comprenda
y nadie nos examine.

Ojalá volar nocturno
hasta lograr escaparnos,
pues no quiero más cadenas
que las que ofrecen tus brazos.

Ojalá volar nocturno
y decir cada mañana
que el mundo no está perdido
si miro al sol desde tu cama,
que no hay miedos si estás cerca,
que no hay dudas si me abrazas,
que siempre que tú te alejas
noto que el aire me falta.

Ojalá volar nocturno,
no quiero sol que me ilumine,
somos luz si estamos juntos,
te busco y rompo los eclipses. 

Ojalá volar nocturno
y encontrarme en el espejo
compartiendo ese futuro
donde nos hacemos viejos. 

Ojalá volar nocturno
y volver con las agallas
para decir lo que siento
sin temor a las miradas.

Ojalá volar nocturno
siendo tú quien me sujeta,
sintiendo que nada oculto
y que nada me amedrenta,
no habría tiempo ni barreras
capaces de tenerme oculto.
Podría volver a sentirme fuerte,
a disfrutar de nuestro mundo.


Abróchense los cinturones. El vuelo va a comenzar. 


Flautista.

lunes, 16 de marzo de 2015

Corre, conejo asustado

Corre, conejo asustado,
escapa hacia tu madriguera
viendo que todos encuentran
lo que tú nunca habías buscado.

Corre, conejo asustado,
las cosas no son lo que eran
y al fin lograste darte cuenta
de que ahora ya todo ha cambiado.

Ahora que es primavera
toda tu manada ha encontrado
lo que tú todavía no encuentras.

La pista estás investigando,
ten sólo algo más de paciencia,
sé fuerte, y sigue buscando.



«Flautista.»

Ícaro

Cuanto más cerca del Sol logro volar, mayor es el impacto de mi caída. Puede que sea mi osadía la que tenga que lamentar mientras me ha...