martes, 17 de septiembre de 2013

Dejó de llover

Dejó de llover, pero el tiempo siguió empapando de recuerdos un alma vacía, un alma a la que dejó de importar que los días galopasen sigilosos, pues pasó mucho tiempo sin que nadie llenase sus días, sin que nadie acompañase sus noches.

Dejó de llover, las luces se apagaron, pero los poetas intentaron ser fuertes, hacer que brillasen versos que hablaban de nuestra historia, versos que encendiesen de envidia a las estrellas del cielo, versos que elevasen el espíritu de los hombres y que pongan en la tierra los pies de los dioses.

Dejó de llover, pero los latidos se derramaron. Ya no servía vivir, pues tu ausencia mermó la vida en existencia, en un camino pedregoso donde se atragantan las emociones, donde echarte de menos contamina el aire, donde los cuerpos se convierten en cárceles que impiden al alma volar a tu lado, buscarte en la noche del tiempo y amanecer en un futuro contigo.

Dejó de llover, y el mundo perdió su rumbo. La comedia del absurdo se tiñó de drama en nuestras vidas, y el Arlequín del otoño se burló de cada centímetro que nos separa, de cada vez que muero recordando tu ausencia, de cada noche que me desvivo suplicando que no me olvides.

Dejó de llover, los sueños se deshidrataron. El mundo se volvió gris, y yo, como un loco testarudo, descubrí que no iba a rendirme, que la vida me trajo al mundo para llenarte el cielo de colores, para deshacernos en cada nota y regalarte un mundo en el que seas feliz por siempre.

Por eso dejó de llover, porque ya pasó la tormenta, pero el Sol salió de nuevo para permitirme buscarte cada mañana.


Siempre fuiste un motivo para desafiar a la lluvia.

Te querré en tempestades y calma.

Flautista.

1 comentario:

  1. Un texto desgarrador, pero que ofrece una brizna de esperanza. Creo que he hecho bien entrando aquí.
    Tienes entradas muy buenas y te lo digo con sinceridad.
    Un Saludo y te sigo:)

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