jueves, 5 de septiembre de 2013

Carta eterna

Si algo me caracteriza es no saber valorar las cosas buenas que me regala la vida. Sin embargo, he logrado ver que eres uno de los mayores tesoros que ésta pudo ofrecerme. 

Sin darte cuenta me hiciste mejor persona, sacaste lo mejor de mí y no pediste nada a cambio, aunque yo no supe valorarlo. No supe ver que un ángel me acompañaba, que tu presencia me hizo más fuerte, que en mi camino seguí avanzando porque fuiste causa y destino de mis pasos, que logré volar porque te convertiste en las alas que me guiaron y hoy, sabiendo que los barcos de nuestras vidas toman rumbos distintos, quiero escribirte esta carta para darte las gracias por iluminarme el mundo, por ser chispa de vida en el más lóbrego de los inviernos. 

También quiero pedirte perdón por mis errores, por todo lo que no compartí contigo, por el orgullo que me separó de tu lado y por el miedo que me impidió buscarte cuando más te necesitaba, pues este tímido alumno que hoy te escribe nunca supo estar a la altura de quien le enseñó todo en el arte de la vida. 

Hoy nuestros mundos se separan, pero el mar del tiempo sabe que volveremos a encontrarnos, que nunca estarás lejos, que vivirás siempre en mi mente, que eres vital en mi presente, mi futuro y mi pasado. 

Por favor, no me olvides nunca. Te prometo que yo nunca podré hacerlo, pues por ti siempre intentaré ser mejor persona. 

Ich liebe dich. 

Flautista.

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