martes, 12 de noviembre de 2013

A contrarreloj

A veces, el tiempo pasa tan rápido que nos atropella sin que lleguemos a enterarnos.

Un día cualquiera nos levantamos de la cama cambiando sueños por responsabilidades, vendiendo valor, renunciando a valores y comprando inseguridades, miedos y obligaciones.

Algunos lo llaman madurez, pero yo prefiero llamarlo hipocresía.

Nos cuesta admitirlo, es más, nos duele pensar en que quepa la menor posibilidad de que esto sea cierto, pero el ser humano es hipócrita por naturaleza. Desde niños, nos enseñan que debemos ser ambiciosos, que debemos esforzarnos por lo que queremos, mover nuestros deseos, luchar por nuestras pasiones y mostrar nuestros sentimientos. Desde que somos pequeños nos enseñan que la vida es para los que se la trabajan y, si algún día manifestamos la menor muestra de flaqueza o inseguridad, ¡ZAS! intentan cazarnos diciendo que es demasiado tarde, porque ya no es que esté mal ser ambicioso, sino que ahora ya no eres un niño y tus ambiciones deben ser otras.

Si lo que nos dijeran es cierto, ha llegado el momento de dejar de soñar con ser futbolista para colgar las botas y trabajar en un banco, de renunciar a formar parte de todo grupo que no sea el de tu comunidad de vecinos. Quieren hacernos creer que es momento de sepultarnos bajo la rutina, de comprometernos con la hipoteca y camuflarnos en la cotidianidad de una vida a la que nunca nos quisimos entregar.

Pero yo no me lo creo...

Porque, por mucho que intenten negarlo, siempre creeré que las ambiciones están para cumplirlas, que los deseos no son sueños, sino premoniciones de lo que algún día conseguiremos, y que, aunque muchos se hayan perdido por el camino que les llevaba a alcanzar sus metas, nosotros debemos de seguir intentándolo, por respeto a los que no pudieron conseguirlo y por respeto a nosotros mismos, que no nos merecemos una vida en la que no seamos verdaderamente felices.

Por tanto, me gustaría terminar haciendo un llamamiento. Si a lo largo de nuestra vida nos planteamos rendirnos con aquello que deseamos, si alguna vez nos plantean que no conseguiremos lo que queremos y si alguien nos insinúa que debemos tirar la toalla con algo, pido por favor que respondamos negativamente, pues para rendirnos siempre tendremos tiempo mañana.

El tiempo siempre pasará rápido, pero nuestra felicidad se hará fuerte a contrarreloj si luchamos por lo que queremos.

Siempre habrá un motivo para esforzarnos por todo lo que nos hace felices.


Flautista.


1 comentario:

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