sábado, 20 de abril de 2013

Sueños y estaciones

Como si de un sueño se tratase, me quedo paralizado cada vez que me miras.

Soñar siempre es algo maravilloso, especialmente desde que sé que en mis sueños puedo encontrarte, que no te alejas, que vives en mi cabeza y nada puede separarnos. Sin embargo, los sueños se terminan y, casi sin darme cuenta, me sorprendo cantando nanas al Sol para que llegue la noche y pueda volver a alcanzarte. No obstante, todas las noches muero un poco por dentro cuando te miro en sueños y siempre me dices la misma frase:

"No soy real".

En ese momento todo desaparece, y recuerdo que no estoy contigo. Rodeado de sudor, mis sábanas lloran tu ausencia sin una Luna que las escuche, y mi cuerpo, echándote de menos aunque nunca hayas llegado, muere de deseo mientras tiene hambre de ti, mientras añora tu sabor como si fueras el más adictivo de los manjares.

Así vuelve mi realidad, una realidad de piedra gris, en la que te pienso para seguir vivo; una realidad fría como el mayor de los glaciares, en la que buscar tu calor es lo único que me hace luchar contra el invierno.

De este modo, el tiempo pasa y la primavera me recuerda que no llegas, que mis sueños se mueren con el deshielo y que tú no apareces más allá de mi mente. Y yo, alérgico a la distancia, veo cómo mi vida empieza a perder el sentido si no eres parte de ella, mientras espero que todo concluya en un otoño infinito, pues hace tiempo que te llevaste el verano y yo dejé de sentir calor por no tenerte cerca.

Por último, sólo puedo desearte que seas feliz, que alguien te de todos los besos que nunca me atreví a entregarte, que te abracen cada noche y hagan en tu nombre las canciones más bellas jamás escuchadas.  Yo, mientras tanto, me marcharé sin hacer ruido. Mi papel en este sueño ha terminado y puede que algún día logre despertar a tu lado sin necesitar volver a soñarte.

Siempre serás el motivo por el que soñar un poco más.


Flautista.

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