Mi vida es un conjunto de sentimientos frustrados e inseguridades acumuladas.
Nací en el hogar de la desconfianza, donde te enseñan que los sueños existen para no cumplirlos y, atrapado en un cuerpo envejecido, descubres que cada día es tarde para alcanzar un nuevo deseo.
Crecí en el reino negativo, donde el "no" habita como concepto, donde las aspiraciones marchitan; donde siempre te vencen los retos; donde las metas, desde la lejanía, muestran que nunca llegarás a buen puerto.
Pero mi vida ya no es vida, es el más triste de los cuentos. Vivo un cuento de rosas de espinas, donde cada pétalo muere de sufrimiento, de sufrimiento en un invierno que a mí nadie me ilumina.
Mi vida nunca fue vida, mi vida es mi tormento. Vivo el tormento de la torre vencida, de la soledad como compañera del lamento, de los corazones que mueren sin compañía donde el único triunfo es saber que aún no estoy muerto.
El amor me contamina, por él estoy muriendo. Dos rechazos tuve en vida, pero el tercero no te muestro. Para que no agrandes la herida no te cuento lo que siento, no te digo que por ti vuelve a ser de día.
Mi vida ya no es vida, es el más incompleto de los versos, versos que mi alma olvidan, versos que esconden mi lamento, donde los silencios ahogados gritan, donde sonrío tapando mi sufrimiento aunque mi alma se desgarre con mi sonrisa, aunque nadie sepa que muero por dentro.
Con esto llego a mi final, espero el acorde perfecto, pero dejé de creer en codas felices en las que soy protagonista del concierto. No tengo fuerzas para cadenciar. No vivo, no concluyo. Hace tiempo que estoy muerto...
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