¿Sabes? A veces pienso en todo lo que me gustaría decirte, en todo eso que me callo cada vez que te tengo cerca. Si te digo la verdad, no sé por qué me lo callo: algunos lo llamarían cobardía, otros timidez. También están los que dirían que es miedo a perderte, a que te alejes y yo no pueda seguirte. Sinceramente, no sé quién tiene razón. Tal vez la tengan todos, o ninguno. Lo único que tengo claro es que cada "TE QUIERO" que no te digo me acaba envenenando por dentro.
Ya no recuerdo cómo llegaste a mi vida. Con lo despistado que soy, seguramente me habría dejado la puerta abierta, o tal vez, viniendo momentáneamente a pedir sal, te acabaste quedando para endulzar mis días. Pero ahora la puerta está cerrada y, si por mi fuera, la cerraría con llave para que no te marches, esforzándome al máximo para lograr que te quedes.
Sin embargo, no todo depende de mí. El amor es un cuento de dos protagonistas, y no sé si tú protagonizarás mi historia. La soledad es mi compañera mientras te observo desde el rincón oscuro del salón, suplicando al tiempo que se detenga cada vez que me miras, queriendo inmortalizar cada segundo contigo mientras los latidos de mi corazón se vuelven inversamente proporcionales a los centímetros que nos separan. Pero a mí nadie me observa, y poco a poco me pierdo en las palabras que nunca me atreveré a decirte.
Por eso muero en esta carta, la carta que nunca llegaré a entregarte, la carta en la que confieso que mi alma te pertenece, que vivo para intentar complacerte y que muero al saber que nunca podré alcanzarte.
Siempre serás el motivo por el que querré detener el tiempo.
Flautista
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