lunes, 20 de febrero de 2017

Nombre

Hace poco volví a escuchar tu nombre
y fue como caer de un rascacielos.

De repente recordé lo que significaban esas letras,
las ganas de encontrarte por la mañana en el pasillo
y que por las noches me abras espacio en un colchón
que nos volviese a refugiar de la tormenta.

Volví a recordar el sonido de tus manos
mientras las mías se volvían más frías.
Intenté avanzar, superar murallas,
y me encontré escalando una montaña de imposibles.

Aún así, he aprendido que la realidad varía
según el lado del espejo desde el que se mire
y supongo que ya es demasiado tarde
para algo que antes de nacer perdió la vida.

Pero no puedo negar que de vez en cuando dueles,
que no hay punzada más aguda que tu ausencia,
que en el invierno te sigo buscando con paciencia
aunque me encuentre en un mundo al que tú no vuelves.

Y créeme, quisiera tirar al mar
todo lo que nunca pasó entre nosotros,
así como aquello que, al cerrar los ojos,
bombardea mi mente una vez más.

Supongo que eso es crecer, aprender a vivir con cicatrices,
asumir que no somos recíprocos para otra gente,
descubrir que nuestros fracasos no son diferentes
y que los sentimientos nos destruyen y nos llenan de matices.

Por eso aún sufro al cerrar la puerta,
porque no quiero guillotinar lo que podría haber sido,
pero no puedo esperar más si aún no has venido
y deseo que estés detrás cada vez que me doy la vuelta.

Hace poco volví a escuchar tu nombre
y mis ojos respondieron con un baño de lágrimas.

Siempre serás un motivo para imaginar lo que pudo pasar.

Flautista.

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