sábado, 1 de agosto de 2015

Indirecta

¿No entiendes qué significa
que busque excusas para que estés cerca?

A veces me siento invisible.
No puedo decir lo que quiero gritarte,
no me logro hacer ver, siempre intento mirarte
y todos mis esfuerzos parecen algo inservible.

A veces me siento invisible.
Si no te tengo soy una marioneta,
estúpido e incapaz de que te des cuenta
de que solo contigo me siento invencible.

A veces me siento invisible.
Soy un cobarde que dice con indirectas
lo que siente por ti, lo que hoy le atormenta
y destruye en pedazos su alma intangible.

Pero llegará un día en el que tenga agallas...

Un día en el que no me fallen las fuerzas,
en el que pueda abrir lo que escondo muy dentro,
un día que ponga fin al tormento
de esperarte con triste e infinita paciencia.

Un día en el que acabe la guerra
que libro dentro de mi cuerpo,
un día que muestre qué siento,
un día en el que rompa barreras.

Un día en el que llore mi alma,
en el que no me sienta un fantoche
en el que sueñe contigo una noche
y despierte contigo en mi cama.

Pero siento que algo me separa.

Un muro de hielo crece entre nosotros,
haciendo que mi alma marchita
sin ti llore triste, suspire perdida
al verte morir en los besos de otros.

Y yo, que te busco en mis versos
me estoy cuenta de que nunca has venido.
No sé ni quien soy, ni lo que para ti significo,
pero sé que sin ti estoy viviendo roto.

Aún así, te sigo echando de menos.
Sigo extrañando lo que nunca he tenido,
sigo soñando con lo que pudo haber sido,
y sigo muriendo asfixiado entre sueños.


«Siempre serás un motivo para entregarme a la poesía.»



Flautista


1 comentario:

  1. Por lo que leo en este blog, puedo decirte que yo también atravesé una situación muy similar a la tuya hace mucho tiempo. Yo también me enamoré secretamente de una persona, yo también hice todo lo posible por hacerme ver, por llamar su atención, para que se diera cuenta de que yo estaba ahí para darle todo, cualquier cosa que necesitara. Tenía este amor en el pecho que me estaba ahogando, realmente sentía la necesidad de entregarle todo, y sin embargo no podía hacer nada, ni empezar, ella no me dejaba entrar en su vida. Me dejaba a un lado, y lo único que podía hacer era… Escribir poesía.

    Pero con el tiempo sólo me mostraba indiferencia, hasta rechazo; y yo, tras mucho tiempo (y creéme, fue mucho tiempo), entendí que era inútil. Entendí que ella no me necesitaba para nada, que no se fijaba en mí, no porque no me conociera o no supiera lo que sentía, sino porque simplemente buscaba otras cosas. Yo no le interesaba. Daba igual cuanto lo gritase, no vendría a mí. Y se me partió el corazón, tanto por sentirme inútil como por darme cuenta de que lo único que había hecho había sido malgastar el tiempo y mis energías en una persona que no las apreciaba en absoluto.

    Así que me esforcé en no prestarle atención, en decirme a mí mismo que no podía interesar seguir detrás de una persona así. Y empecé a centrarme en mí y en dejar a los demás con sus cosas. Empecé a vivir solitariamente, en silencio, sin gritos de amor ahogados en el pecho. Acepté la soledad, acepté que era eso lo que me tocaba vivir, y no traté de ponerle un fin a toda costa.

    Pero tras un tiempo así, centrado en mis cosas y sin esperar nada de los demás, empecé a darme cuenta de que me estaba acercando más a la gente, o la gente se acercaba más a mí. Empecé a descubrir que había gente valiosa a mi lado que antes no había percibido. Paradójicamente, cuando dejé de buscar es que empecé a encontrar. Y tiene que ser así, porque cuando te obsesionas con la búsqueda, dejas de ver. Te vuelves ciego, distorsionas la realidad, imaginas a tu objeto de deseo como lo deseas, pero no como es. Y para encontrar necesitas una mirada limpia, necesitas aceptar a los demás, escucharlos, entenderlos, no prejuzgarlos ni preimaginarlos. Y así encontré a mi pareja actual, casi sin querer. Y no tuve que forzar nada, ni que escribir grandes poesías ni que hacer la declaración de amor más rocambolesca del mundo. Simplemente tuve que estar ahí, aceptar el amor y amar. En realidad, descubrí que el amor es sencillo.

    Lo que quiero decirte es que lo más importante de tu vida eres tú, no los demás. Y no quiero decir con esto que seas egoísta, para nada, sino que tú vas en primer lugar. Antes que nadie. Primero tienes que construirte a ti mismo, que aceptarte, que quererte. Nadie te va a dar eso salvo tú. Debes amarte a ti más que a nadie en el mundo, porque de ese sentimiento es que va a fluir tu amor hacia los demás. Así será como algún día tendrás algo que ofrecer al resto. Tienes que sentirte lleno, no que estás poblado de ausencias. Y cuando sientas eso, los demás también lo notarán. Y empezaréis a sentiros atraídos, como los cuerpos celestes.

    Sólo tienes que dejar de esperar. Romper tus ilusiones al principio duele, no lo harás en un día, ni en dos ni en tres. Te sentirás vacío y perdido, quizás desolado, porque pierdes algo en lo que creías, algo que te llenaba por dentro y que te hacía levantarte todos los días. Pero esas esperanzas estaban vacías, era una fe fundada en sueños, no en realidades. Era un amor de nada, de una promesa que te haces a ti mismo de algo que no va a suceder (y si llegara a suceder, no sería como te imaginas y podrías llegar a decepcionarte muchísimo).

    Tu mundo se quedará en ruinas, quizás dejes de escribir poesías. Pero entonces, sobre esas ruinas, podrás reconstruirte. Esta vez de verdad, no castillos en el aire. Lentamente, tranquilamente, tristemente, pero empezarás a poner una piedra tras otra piedra, algo sólido en lo que poder caminar.

    Ánimos.

    ResponderEliminar

Ícaro

Cuanto más cerca del Sol logro volar, mayor es el impacto de mi caída. Puede que sea mi osadía la que tenga que lamentar mientras me ha...