miércoles, 25 de octubre de 2017

Memoria

Aquel día quedaría grabado por siempre en su memoria.

Despertó sin ningún esfuerzo y salió al exterior. Allí pudo comprender que el día era maravilloso, por lo que merecía la pena sentarse a disfrutarlo.

Fue entonces, con el Sol a sus espadas, cuando logró valorar la vida que había tenido: una familia increíble, unos amigos maravillosos y un trabajo con el que había soñado desde pequeño. Había alcanzado todas sus metas y se sentía plenamente satisfecho por ello.

Por eso, mientras contemplaba la Tierra en el cielo, agarró unos guijarros y se echó a reír. Un problema en la nave le tenía aislado, sin combustible y sin forma de comunicarse con la estación espacial.

Fue entonces cuando recordó a su profesora de la infancia. «¡Espabila, que siempre estás en la Luna!». Ella nunca habría imaginado tener tanta razón, pero él comprendió que estaba donde debía, donde estuvo siempre y donde estaría para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ícaro

Cuanto más cerca del Sol logro volar, mayor es el impacto de mi caída. Puede que sea mi osadía la que tenga que lamentar mientras me ha...