Cuanto más cerca del Sol logro volar,
mayor es el impacto de mi caída.
Puede que sea mi osadía
la que tenga que lamentar
mientras me hace imaginar
que pueda llegar el día
en el que mi por fin sea real
mi más soñada fantasía.
Pero mis alas no pueden volar.
Si vuelo junto a tu sol se derriten,
y aunque no quiero perderme en el mar
me hizo daño ver que es imposible
soñar con lograrte alcanzar.
Aún así, me creí un ángel osado,
sentí poder surcar el cielo
y olvidé poner los pies en la tierra.
Por eso, cuando me volví mundano
dentro de mí estalló una guerra
en la que querer ser algo más
quiere luchar de nuevo
contra lo que vivir me ha tocado.
De todos modos, me hace feliz tu luz.
Espero que mi futuro no se eclipse,
pues tu calor cada uno de mis días viste
y el frío siempre será mi cruz.
Por eso, siempre querré volar,
escapar de mí mismo y buscarte.
Soñar con poder alcanzarte
aunque siempre duela el despertar.
Gracias por hacer sentir como a un ángel
al hombre más plano de todos.
Flautista.
El grito del viento
martes, 7 de agosto de 2018
domingo, 15 de julio de 2018
Disculpa
Lo siento.
Tal vez estas sean las palabras que más me cueste pronunciar, y posiblemente sean las que más necesite decir en mi vida.
Tal vez di por hecho demasiadas cosas, me acostumbré a pensar que ibas a estar cerca y no me llegué a dar cuenta del abismo que estaba creando entre nosotros.
Creo que mi error fue no pensar en las consecuencias de mis actos y ahora, cuando mi orgullo me ha hecho darme cuenta de todo, veo que también es demasiado tarde.
Aún así, como una flor que emerge sobre tierra interte, siento que debo escribirte aunque nunca vayas a leerme, siento que debo darte las gracias por haber cuidado de mí, por haberme hecho crecer y convertirme en alguien un poco mejor.
Ahora que el orgullo se ha ido me gustaría que supieras que nunca supe demostrarte lo suficiente cuánto me importabas. Siento haberme mantenido frío cuando eso te dolía, haber omitido todo aquello que necesitabas que te demostrara. Lamento no haberte agradecido todo lo que has hecho por mí sin esperar nada a cambio.
Por eso, si en el futuro vuelvo a encontrarte, ya sea en esta vida o en otra, prometo hacerte ver lo que vales, demostrarte cómo me complementas. Haré lo posible por estar ahí cuando llueva y por celebrar contigo cada uno de los días de sol que compartamos.
Pero hoy sé que no es posible, y sólo espero que encuentres a alguien que te ofrezca todo lo que no supe darte, que recuerdes mis virtudes por encima de mis defectos y que sepas que siempre me arrepentiré de no haber hecho esto antes.
Ahora, doliéndome saber que puede que no leas esto, me gustaría disculparme por alejarte de mí sin quererlo. Si alguna vez quieres acercarte yo dejaré la puerta abierta.
Por último, si lees esto y consideras que te debo una disculpa has de saber que es para ti, aunque mi orgullo no me permita reconocerlo.
Lo siento. Nunca dos palabras pudieron dolerme tanto.
Flautista.
domingo, 15 de abril de 2018
Poemas
Hace poco soñé que volvía a escribirte poemas,
y no sabía qué podría contarte.
¿Para qué serviría? ¿Qué podría mostrarte?
Nunca observarías lo que mi alma te enseña.
Hace poco recordé haberte escrito poemas,
abrirme en canal y desentrañarme,
contarte que habías logrado enamorarme
y al no corresponderme llenarme de penas.
Por eso, desde entonces no escribo poesía,
porque en mí no clavas tu pupila azul,
porque a oscuras me quedo, no hay luz aún,
y, ángel de amor, la luna clara no brilla.
Puede que tal vez no deba escribirte poemas,
que nadie sepa que quise contarte lo que nunca dije,
que nadie me vea sentir aquello que siempre maldije
y así sea más fácil ocultar mi tormenta.
Siempre serás un motivo para no escribirte poemas.
Flautista
y no sabía qué podría contarte.
¿Para qué serviría? ¿Qué podría mostrarte?
Nunca observarías lo que mi alma te enseña.
Hace poco recordé haberte escrito poemas,
abrirme en canal y desentrañarme,
contarte que habías logrado enamorarme
y al no corresponderme llenarme de penas.
Por eso, desde entonces no escribo poesía,
porque en mí no clavas tu pupila azul,
porque a oscuras me quedo, no hay luz aún,
y, ángel de amor, la luna clara no brilla.
Puede que tal vez no deba escribirte poemas,
que nadie sepa que quise contarte lo que nunca dije,
que nadie me vea sentir aquello que siempre maldije
y así sea más fácil ocultar mi tormenta.
Siempre serás un motivo para no escribirte poemas.
Flautista
martes, 9 de enero de 2018
¿Hablamos?
Si hablase de mí te diría
que no soy un mal chico,
que la timidez se confunde
y me llaman arisco
por mostrar vergüenza
de lo que en mi mente se hunde.
Si hablase de mí te diría
que los rumores se han equivocado,
que porque me cuesta abrirme me llaman raro,
y con esa lanza hundida en mi costado
me acostumbré a vivir cada día.
Si hablase de mí, en vez de hablar cantaría,
porque quienes amamos los musicales
nunca parecimos normales
si nuestra alma sufre afonía.
Pero no voy a hablar de mí, no me compensa,
porque crecí maquillando de muerto lo que por dentro me hacía estar vivo,
porque para no preocupar a nadie sonrío si estoy dolido,
y si estoy perdido es mi castigo
fingir que encontrarme no me interesa.
Por eso, prefiero hablar de ti,
porque sigo pensando cómo conocerte,
porque en mí vives perenne venciendo a la muerte,
y aunque soy gris como el invierno me haces brotar la primavera.
Entonces, ¿hablamos?
Sólo dime en qué momento podré encontrarte,
cuenta a mi destino dónde podré alcanzarte
y te perdonaré estos años de invierno
durmiendo con la puerta abierta.
viernes, 27 de octubre de 2017
Secuestro
«Si quieres volver a verla tendrás que hacer lo que yo te diga».
No podía creer que estuviera leyendo esa nota. Mientras la sostenía en sus temblorosas manos recordaba con qué incredulidad había visto esta situación en varias películas. Sin embargo, ahora su cuerpo estaba invadido por sudores fríos que le recordaban, entre entrecortadas respiraciones, que esta vez la cosa iba muy en serio.
Nadie podría ayudarle.
Sabía que, como pasa en las películas, pedir ayuda a una tercera persona sería peor. Quería llorar desconsoladamente, pero comprendió que no serviría de nada, que la única solución sería enfrentarse a sus miedos y hacer frente a la situación.
Por eso, llenó sus pulmones con una bocanada de aire, se tranquilizó y empezó a recoger su habitación. Sabía que, aunque le diera perea, tendría que obedecer a su madre y ordenar todo para que ella le devolviera la videoconsola.
No podía creer que estuviera leyendo esa nota. Mientras la sostenía en sus temblorosas manos recordaba con qué incredulidad había visto esta situación en varias películas. Sin embargo, ahora su cuerpo estaba invadido por sudores fríos que le recordaban, entre entrecortadas respiraciones, que esta vez la cosa iba muy en serio.
Nadie podría ayudarle.
Sabía que, como pasa en las películas, pedir ayuda a una tercera persona sería peor. Quería llorar desconsoladamente, pero comprendió que no serviría de nada, que la única solución sería enfrentarse a sus miedos y hacer frente a la situación.
Por eso, llenó sus pulmones con una bocanada de aire, se tranquilizó y empezó a recoger su habitación. Sabía que, aunque le diera perea, tendría que obedecer a su madre y ordenar todo para que ella le devolviera la videoconsola.
miércoles, 25 de octubre de 2017
Memoria
Aquel día quedaría grabado por siempre en su memoria.
Despertó sin ningún esfuerzo y salió al exterior. Allí pudo comprender que el día era maravilloso, por lo que merecía la pena sentarse a disfrutarlo.
Fue entonces, con el Sol a sus espadas, cuando logró valorar la vida que había tenido: una familia increíble, unos amigos maravillosos y un trabajo con el que había soñado desde pequeño. Había alcanzado todas sus metas y se sentía plenamente satisfecho por ello.
Por eso, mientras contemplaba la Tierra en el cielo, agarró unos guijarros y se echó a reír. Un problema en la nave le tenía aislado, sin combustible y sin forma de comunicarse con la estación espacial.
Fue entonces cuando recordó a su profesora de la infancia. «¡Espabila, que siempre estás en la Luna!». Ella nunca habría imaginado tener tanta razón, pero él comprendió que estaba donde debía, donde estuvo siempre y donde estaría para siempre.
Despertó sin ningún esfuerzo y salió al exterior. Allí pudo comprender que el día era maravilloso, por lo que merecía la pena sentarse a disfrutarlo.
Fue entonces, con el Sol a sus espadas, cuando logró valorar la vida que había tenido: una familia increíble, unos amigos maravillosos y un trabajo con el que había soñado desde pequeño. Había alcanzado todas sus metas y se sentía plenamente satisfecho por ello.
Por eso, mientras contemplaba la Tierra en el cielo, agarró unos guijarros y se echó a reír. Un problema en la nave le tenía aislado, sin combustible y sin forma de comunicarse con la estación espacial.
Fue entonces cuando recordó a su profesora de la infancia. «¡Espabila, que siempre estás en la Luna!». Ella nunca habría imaginado tener tanta razón, pero él comprendió que estaba donde debía, donde estuvo siempre y donde estaría para siempre.
jueves, 7 de septiembre de 2017
Monstruo
Me he convertido en el monstruo que nunca quise ser.
Mis pezuñas tiemblan por abandonar lo que soñé,
mis débiles patas me sostienen mientras intento huir de mí,
en mi cola viven las moscas que el Diablo no mata,
y mi vientre vacío ruge por miedo a lo que abandoné.
Mis brazos son las personas a las que extraño sin admitirlo,
mis garras, mi orgullo, que me hieren a mí y a quien se acerque.
Mis alas están rotas, son las alas de la muerte
que mataron todo aquello que algún día quise ser.
En mi cabeza no hay cuernos, nadie me los quiso poner.
Mi lengua viperina dice que soy feliz, pero miente,
mi hocico me permite oler una vida que no me es suficiente,
y mis ojos frente al espejo me muestran como no me quiero ver.
Me he convertido en el monstruo que nunca quise ser
y ahora soy el mayor de mis miedos.
Mis pezuñas tiemblan por abandonar lo que soñé,
mis débiles patas me sostienen mientras intento huir de mí,
en mi cola viven las moscas que el Diablo no mata,
y mi vientre vacío ruge por miedo a lo que abandoné.
Mis brazos son las personas a las que extraño sin admitirlo,
mis garras, mi orgullo, que me hieren a mí y a quien se acerque.
Mis alas están rotas, son las alas de la muerte
que mataron todo aquello que algún día quise ser.
En mi cabeza no hay cuernos, nadie me los quiso poner.
Mi lengua viperina dice que soy feliz, pero miente,
mi hocico me permite oler una vida que no me es suficiente,
y mis ojos frente al espejo me muestran como no me quiero ver.
Me he convertido en el monstruo que nunca quise ser
y ahora soy el mayor de mis miedos.
miércoles, 6 de septiembre de 2017
Academia
Hoy, sin quererlo, me dejaste a oscuras,
y sonreí como hace la Luna
cuando se eclipsa observando a la Tierra
mientras ésta le tapa el Sol.
Al verte por la calle estallé en mil supernovas
y, sin que tú te dieras cuenta,
me derrumbé y me reconstruíste
mientras a mí llegó la primavera
con el verde fuego de tus ojos.
Y yo, como un verano que termina,
reaccioné tímidamente
apagándome un silencioso invierno
que no quiso extinguirme
por observar cómo me iluminabas.
Pero volví a dejarte escapar
mientras Madrid te devoraba
como el más fiero de los monstruos,
recordándome que cada día estás cerca
y cada noche estás más lejos.
Y maldigo a la llama de mi cobardía,
a la vela que me mantiene tenue
pero no se apaga para seguir buscándote,
porque cada vez que te pienso de noche
no me asusta estar a oscuras.
Por eso, seguiré buscando,
porque Madrid es un laberinto de monstruos y minotauros,
pero sé que Acuario es el regalo
de quien se guía por cantos de sirena
soñando con ser feliz al volver a casa.
Aprenderé qué hacer para encontrarte,
aunque no me atreva a entrar a la Academia
que cada día me enseña a estar un poco más vivo.
y sonreí como hace la Luna
cuando se eclipsa observando a la Tierra
mientras ésta le tapa el Sol.
Al verte por la calle estallé en mil supernovas
y, sin que tú te dieras cuenta,
me derrumbé y me reconstruíste
mientras a mí llegó la primavera
con el verde fuego de tus ojos.
Y yo, como un verano que termina,
reaccioné tímidamente
apagándome un silencioso invierno
que no quiso extinguirme
por observar cómo me iluminabas.
Pero volví a dejarte escapar
mientras Madrid te devoraba
como el más fiero de los monstruos,
recordándome que cada día estás cerca
y cada noche estás más lejos.
Y maldigo a la llama de mi cobardía,
a la vela que me mantiene tenue
pero no se apaga para seguir buscándote,
porque cada vez que te pienso de noche
no me asusta estar a oscuras.
Por eso, seguiré buscando,
porque Madrid es un laberinto de monstruos y minotauros,
pero sé que Acuario es el regalo
de quien se guía por cantos de sirena
soñando con ser feliz al volver a casa.
Aprenderé qué hacer para encontrarte,
aunque no me atreva a entrar a la Academia
que cada día me enseña a estar un poco más vivo.
martes, 5 de septiembre de 2017
Charcos
Te buscó en los charcos
soñando con encontrarte
cuando la ciudad y sus muros
aceptasen liberarte en su cama.
Te buscó en los charcos
porque vivió con la mala suerte
de no pintarte amaneceres
con sus dedos en tu espalda.
Te buscó en los charcos,
pues no te vio bajo tu ropa
cada noche que, a solas,
soñó con que aparecieses.
Te buscó en los charcos
mientras Madrid se reía,
mientras andaba cada día
soñando con poder cruzaros.
Te buscó en los charcos
y, casi sin quererlo,
te acabó encontrando en sus lágrimas.
Flautista.
soñando con encontrarte
cuando la ciudad y sus muros
aceptasen liberarte en su cama.
Te buscó en los charcos
porque vivió con la mala suerte
de no pintarte amaneceres
con sus dedos en tu espalda.
Te buscó en los charcos,
pues no te vio bajo tu ropa
cada noche que, a solas,
soñó con que aparecieses.
Te buscó en los charcos
mientras Madrid se reía,
mientras andaba cada día
soñando con poder cruzaros.
Te buscó en los charcos
y, casi sin quererlo,
te acabó encontrando en sus lágrimas.
Flautista.
miércoles, 30 de agosto de 2017
Tormenta
Encerró su alma en la caja de muñecas
de las cosas con las que no se juega,
porque no era divertido mostrar lo que pensaba,
porque quiso esconder bajo su rostro la tormenta
y sonaron campanas.
Su corazón despacio latía.
¿De qué servía estar vivo
si tú allí no estabas?
En su existencia moría cautivo,
en tu ausencia de vacío se llenaba
mientras buscaba bajo noches de lluvia
cómo encontrarte por la mañana,
mas todo el mundo sabe que a saltos
las estrellas nunca se alcanzan.
Y la tormenta azotaba su rostro,
esculpiendo sonrisas con sangre y entrañas.
«Nadie puede conocer
las cadenas que suenan en mi alma,
nadie debe comprender
lo que mi espíritu sin fuerzas arrastra».
Así, día tras día,
su cuerpo atormentado reptaba
mientras su alma volaba libre
buscando beber de tu mirada.
Pero en los mares siempre se dijo
que quien navega solo naufraga.
Por eso, sin ti está perdido,
pero los vientos hacia ti nunca avanzan.
Trágica historia le tocó vivir
al marinero del barco de vela
que quiso enamorarse de ti,
de la brisa que a su nave no llega,
del viento que le lleve a casa,
de la sirena que su alma embelesa.
Pues la mayor atrocidad de la sirena
es hacer creer en amores imposibles,
en vientos que no mueven barcos
condenados a hundirse en la tormenta.
Y ahora mira al cielo
y piensa en mí cuando llueva.
Serán los dioses convirtiendo
mi sufrimiento en nuevas primaveras,
pues si eres feliz llenaré campos
de nomeolvides
para que me sientas cerca
aunque nunca pueda alcanzarte,
aunque siempre vivas en mi cabeza.
Pues el cielo me ayuda a llorarte
cuando nace y muere en tormentas.
de las cosas con las que no se juega,
porque no era divertido mostrar lo que pensaba,
porque quiso esconder bajo su rostro la tormenta
y sonaron campanas.
Su corazón despacio latía.
¿De qué servía estar vivo
si tú allí no estabas?
En su existencia moría cautivo,
en tu ausencia de vacío se llenaba
mientras buscaba bajo noches de lluvia
cómo encontrarte por la mañana,
mas todo el mundo sabe que a saltos
las estrellas nunca se alcanzan.
Y la tormenta azotaba su rostro,
esculpiendo sonrisas con sangre y entrañas.
«Nadie puede conocer
las cadenas que suenan en mi alma,
nadie debe comprender
lo que mi espíritu sin fuerzas arrastra».
Así, día tras día,
su cuerpo atormentado reptaba
mientras su alma volaba libre
buscando beber de tu mirada.
Pero en los mares siempre se dijo
que quien navega solo naufraga.
Por eso, sin ti está perdido,
pero los vientos hacia ti nunca avanzan.
Trágica historia le tocó vivir
al marinero del barco de vela
que quiso enamorarse de ti,
de la brisa que a su nave no llega,
del viento que le lleve a casa,
de la sirena que su alma embelesa.
Pues la mayor atrocidad de la sirena
es hacer creer en amores imposibles,
en vientos que no mueven barcos
condenados a hundirse en la tormenta.
Y ahora mira al cielo
y piensa en mí cuando llueva.
Serán los dioses convirtiendo
mi sufrimiento en nuevas primaveras,
pues si eres feliz llenaré campos
de nomeolvides
para que me sientas cerca
aunque nunca pueda alcanzarte,
aunque siempre vivas en mi cabeza.
Pues el cielo me ayuda a llorarte
cuando nace y muere en tormentas.
lunes, 28 de agosto de 2017
Cuervo
Veo cómo el tiempo camina
y a mi reloj de arena roba mil granos,
cómo arranca de mis manos
flores que nunca germinan.
El pasado seca con sal mis heridas
y agarra mis pies para hundirlos en fango
mientras veo que soy un «fui», lo que seré lo estoy dudando
y el presente perdido me desgarra la vida.
Dolor y pólvora, sueños y ceniza
escondo en mi cuerpo mientras miento y sonrío,
mientras mi vida está en blanco y mi lienzo vacío
cubierto con mi falsa felicidad maldita.
Dolor y pólvora, gritos de arena
los que entre versos me ahogan si vivo disimulando.
Ya no sé quién soy, ¿soy quien vive para morir gritando?
¿O ese cuervo que escapa de la marchita hiedra?
y a mi reloj de arena roba mil granos,
cómo arranca de mis manos
flores que nunca germinan.
El pasado seca con sal mis heridas
y agarra mis pies para hundirlos en fango
mientras veo que soy un «fui», lo que seré lo estoy dudando
y el presente perdido me desgarra la vida.
Dolor y pólvora, sueños y ceniza
escondo en mi cuerpo mientras miento y sonrío,
mientras mi vida está en blanco y mi lienzo vacío
cubierto con mi falsa felicidad maldita.
Dolor y pólvora, gritos de arena
los que entre versos me ahogan si vivo disimulando.
Ya no sé quién soy, ¿soy quien vive para morir gritando?
¿O ese cuervo que escapa de la marchita hiedra?
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