sábado, 7 de diciembre de 2013

Respira...



Me falta el aire, pues siempre quise regalarte el sol,
pero tu luz lo redujo a la menor de las cerillas...





A veces me pregunto por qué seguimos respirando, por qué luchamos contra el invierno que nos quema, por qué caminamos cada mañana si nuestros pasos no hacen que nos crucemos en el más dulce de los accidentes, en el error de hacer que formes parte de mi vida para suplicar que te quedes siempre en ella.

He logrado doctorarme en ilusiones, en esperanzas de sueños que nunca llegaron, pues tuve la costumbre de correr más que los amores, de cerrar ventanas a la primavera, provocando el otoño de un corazón que se secó por no conocerte.

Los fantasmas de recuerdos no vividos perturban la tormenta de mi mente, una guerra de razón contra emociones en la que somos víctimas y verdugos del pasado que no compartimos, del presente que no nos une y del futuro que tal vez nunca vivamos.




No importa dónde te busque,
siempre logras esconderte.




Siempre logras escaparte entre mis dedos, fluir, recordarme que estamos vacíos, que no estamos vivos si no nos conocemos. Siempre logras demostrarme que nos completamos, nos rompemos y nos autodestruimos cuando nos buscamos en ninguna parte, cuando nos derramamos en versos que no comprendemos, cuando no hay lienzo capaz de plasmar lo que sentimos, ni colores que tiñan nuestro futuro con tonos de esperanza, con el calor de un domingo contigo, de una vida en la que, volviéndote el centro de mi mundo, me hagas ingrávido, me eleves, me recuerdes que estoy vivo y me hagas tocar el cielo.

Ya sé que no aparecerás, que eres una ilusión de mi cabeza, un sueño en esta pesadilla, pero no logro despertarme y me niego a aceptar que estoy dormido, que debo rendirme y entregarme al abismo, pues sólo saltaré al vacío si agarras mi mano para guiarme.

De todos modos ya nada importa. Todo dejó de tener sentido cuando comprendí que no vivimos en fábulas ni cuentos. Nacimos en una tragedia griega, crecimos en un drama giocoso y moriremos en el réquiem de dos almas que volaron rotas por no encontrarse, que soñaron heridas bajo alambradas en el cielo, que se inmolaron por llorar días de lluvia en el desierto y no poder beber de ti cuando despierten.

Aún así, te regalo mi último aliento, te entrego mi alma, te envuelvo trozos del cielo mientras, poniendo los pies en el suelo, lamento respirar un aire contaminado con tu ausencia, con la idea de que tal vez sólo te tenga en mi cabeza, que sólo pueda compartir una vida contigo si la invento entre imaginaciones y que toda realidad que nos pertenezca no sea más que una triste fantasía.

Por tanto, no quiero marcharme sin pedirte que regreses, que vengas a mí si en algún universo te importo, si crees que podemos arriesgarnos a soñar despiertos, a mirarnos en secreto en el trabajo, a convertirnos en el motivo que nos haga coger el teléfono con alegría, a taparnos los ojos con las manos sabiendo que guiarás mi cuerpo y mis sábanas.

Créeme, si alguna vez quieres venir, yo siempre te estaré esperando.



Siempre fuiste un motivo para sonreír estando sin aliento.


Flautista


2 comentarios:

  1. Tu manera de escribir es mágica, creo que podría pasarme horas leyéndote.

    http://www.azucarycenizas.blogspot.com.es

    ResponderEliminar
  2. verdaderamente extraordinario...leer esto te salva cualquier dia.
    michu

    ResponderEliminar

Ícaro

Cuanto más cerca del Sol logro volar, mayor es el impacto de mi caída. Puede que sea mi osadía la que tenga que lamentar mientras me ha...