lunes, 1 de diciembre de 2014

A ciegas...

Caminando sobre aguas viscerales
quiso detener la tormenta.
Iluso, no se había dado cuenta
de que el huracán nacía dentro de sus entrañas.

Siempre fuiste magia, siempre te vio como poesía,
las lágrimas de sangre de quien pudo
contener amor e ira
ante imposibles impronunciables,
ante deseos quebrantados,
pues no existe deseo más oculto
que sentirse aceptado
en un mundo que muere quemado
porque el amor florece mudo.

Fuiste lluvia del desierto,
oasis en tierra de brumas,
niebla que roba cordura
a quien creció loco y murió cuerdo,
a quien abandonó todos los cuentos
antes de ver en tinta su tortura
como quien escribe y en sus dedos
saborea la amargura.

Pero hoy ya no perdura
lo que llamamos primavera,
ya no existe llama alguna
que reviva la tundra austera
de quien ahora solo camina,
de quien ahora solo contempla
al mundo que consumimos
como cera de una vela.

Por eso, ya no nos sirve
mezclar vida con existencia,
sentirnos vivos en la muerte,
vivir muertos es la condena
de quienes pudieron ser reyes
en suaves castillos de arena
que derrumbamos por orgullo
vencidos por la soberbia.
Nacimos para pecar,
ya nos lo dijo el poeta,
pero de todos los errores
fuiste el que valió la pena,
aunque no lo supe ver,
aunque ahora camine a ciegas...

Siempre serás un motivo para caminar a oscuras.


Flautista.

1 comentario:

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