sábado, 28 de septiembre de 2013

Arlequín del Silencio...

Hay veces en las que un silencio oculta el más fuerte de los sentimientos.

Como si bailásemos en el Carnaval de las Emociones, mi alma turbada se disfraza de corazón frío, de espíritu inerte que no vive por complacerte, de cuerpo vacío que no muere mientras tus besos me apuñalan para volar a otro destino.

Ya me puedes matar. Si no estás conmigo no sangro.

Nada sentiré si toco el fuego de una vela, pues vivo muerto desde que te convertiste en todo lo que sentía, desde que comprendí que no iluminarías mi mundo despertando a mi lado cada mañana. Aún así, mi mente mantiene la lucha entre mi razón y mis pasiones, entre tu cuerpo y mi cordura, entre tus poros y mi sueños, sueños de besos perdidos que no saben seguir adelante, pues no aceptan ningún camino que no te convierta en la meta de sus pasos.

Pero caminar es difícil si te acompaña el miedo, un miedo que me esconde bajo el antifaz de una amistad prohibida, pues no existe forma de aceptar que no se mezclen nuestros cuerpos, que no pueda cantarte entre mis sábanas, que no desafines mis recuerdos, haciendo que confunda el cielo con las caricias en tu espalda.

Por eso acepto ver cómo mi vida se desperdicia, pues no soy protagonista en el cuento de tu existencia. No seré quien te lleve flores, aunque quiera regalarte la primavera; ni cortaré tu respiración, aunque por ti me falta el aire.

Por tanto, concluyo esta carta deseándote la felicidad que yo no podré ofrecerte, suplicando al cielo que te ayude a alcanzar tus metas, a volar alto, a tocar el sol y a hacer que éste sienta celos del brillo que desprendes, pues no existe mayor luz para todos los que alguna vez pudimos conocerte. Yo estaré aquí, escondido en el suelo, mirando al cielo en silencio, esperando a que un día quieras ser mi estrella, a que des rienda suelta a un cuento en el que los dos seamos felices.


Quererte siempre será el mayor de mis deseos.

Flautista.

martes, 17 de septiembre de 2013

Dejó de llover

Dejó de llover, pero el tiempo siguió empapando de recuerdos un alma vacía, un alma a la que dejó de importar que los días galopasen sigilosos, pues pasó mucho tiempo sin que nadie llenase sus días, sin que nadie acompañase sus noches.

Dejó de llover, las luces se apagaron, pero los poetas intentaron ser fuertes, hacer que brillasen versos que hablaban de nuestra historia, versos que encendiesen de envidia a las estrellas del cielo, versos que elevasen el espíritu de los hombres y que pongan en la tierra los pies de los dioses.

Dejó de llover, pero los latidos se derramaron. Ya no servía vivir, pues tu ausencia mermó la vida en existencia, en un camino pedregoso donde se atragantan las emociones, donde echarte de menos contamina el aire, donde los cuerpos se convierten en cárceles que impiden al alma volar a tu lado, buscarte en la noche del tiempo y amanecer en un futuro contigo.

Dejó de llover, y el mundo perdió su rumbo. La comedia del absurdo se tiñó de drama en nuestras vidas, y el Arlequín del otoño se burló de cada centímetro que nos separa, de cada vez que muero recordando tu ausencia, de cada noche que me desvivo suplicando que no me olvides.

Dejó de llover, los sueños se deshidrataron. El mundo se volvió gris, y yo, como un loco testarudo, descubrí que no iba a rendirme, que la vida me trajo al mundo para llenarte el cielo de colores, para deshacernos en cada nota y regalarte un mundo en el que seas feliz por siempre.

Por eso dejó de llover, porque ya pasó la tormenta, pero el Sol salió de nuevo para permitirme buscarte cada mañana.


Siempre fuiste un motivo para desafiar a la lluvia.

Te querré en tempestades y calma.

Flautista.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Carta eterna

Si algo me caracteriza es no saber valorar las cosas buenas que me regala la vida. Sin embargo, he logrado ver que eres uno de los mayores tesoros que ésta pudo ofrecerme. 

Sin darte cuenta me hiciste mejor persona, sacaste lo mejor de mí y no pediste nada a cambio, aunque yo no supe valorarlo. No supe ver que un ángel me acompañaba, que tu presencia me hizo más fuerte, que en mi camino seguí avanzando porque fuiste causa y destino de mis pasos, que logré volar porque te convertiste en las alas que me guiaron y hoy, sabiendo que los barcos de nuestras vidas toman rumbos distintos, quiero escribirte esta carta para darte las gracias por iluminarme el mundo, por ser chispa de vida en el más lóbrego de los inviernos. 

También quiero pedirte perdón por mis errores, por todo lo que no compartí contigo, por el orgullo que me separó de tu lado y por el miedo que me impidió buscarte cuando más te necesitaba, pues este tímido alumno que hoy te escribe nunca supo estar a la altura de quien le enseñó todo en el arte de la vida. 

Hoy nuestros mundos se separan, pero el mar del tiempo sabe que volveremos a encontrarnos, que nunca estarás lejos, que vivirás siempre en mi mente, que eres vital en mi presente, mi futuro y mi pasado. 

Por favor, no me olvides nunca. Te prometo que yo nunca podré hacerlo, pues por ti siempre intentaré ser mejor persona. 

Ich liebe dich. 

Flautista.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Tempus fugit

A veces no nos damos cuenta de la facilidad con la que el tiempo se nos escurre entre los dedos.

No somos capaces de aceptarlo, pero los segundos siempre avanzan impasibles, constantes e imperceptiblemente veloces. No miran a nadie ni se preocupan de que los disfrutemos. Sin embargo, cuando nos damos cuenta, no están, se han perdido.

Es en ese momento cuando nos arrepentimos de lo vivido, cuando lamentamos no haber hecho aquello que siempre soñamos, cuando nos damos cuenta de que hemos enterrado vacío el cofre de los recuerdos. Mientras nos acostumbrábamos a la idea de que siempre tendremos un mañana, el calendario decidió dejar de regalarnos hojas, convirtiendo sueños en lágrimas y provocando la muerte de ilusiones que no siempre llegaron a nacer.

Por tanto, he decidido que debo vivir más intensamente. Me he dado cuenta de que para luchar por un sueño no basta con las palabras, sino que hacen falta acciones. Además, he logrado ver que los sentimientos nunca deben darse por hecho, sino que hay que demostrar a las personas cuánto las queremos. Palabras como "Te quiero" o "Gracias" se dicen muy fácilmente y, aunque soy el primero que critica cuánto se han devaluado en una sociedad que suele estar gobernada por las apariencias, también soy el primero que valora los sentimientos que generan cuando se dicen con la sinceridad más absoluta.

De este modo, se puede mejorar gracias al pasado, pues los errores duelen al cometerlos pero cicatrizan cuando logramos aprender de ellos. Por tanto, ha llegado el momento de cambiar las cosas, de esforzarnos por seguir creciendo y convertirnos en mejor personas. Al menos, debemos intentarlo para equilibrar ese sentimiento de culpa originado al ver todo lo que quisimos y nunca llegamos a hacer.

Luchemos por ser mejores. Todavía tenemos tiempo.


Flautista.


Ícaro

Cuanto más cerca del Sol logro volar, mayor es el impacto de mi caída. Puede que sea mi osadía la que tenga que lamentar mientras me ha...