Anidaste en mi cabeza,
impidiendo que pudiera alzar el vuelo.
No aceptaste una cerveza.
Dijiste que estabas de paso,
pero vienes con maletas
y yo te sigo pensando
aunque tú no te des cuenta.
Al llegar se fue el invierno
y en mi pecho floreció la primavera.
Tus manos eran sol y fuego,
sal y playa, agua y arena
y en el piano de los sueños
tocaste una sonata eterna.
«Que el concierto no termine...»
suspiré mientras soñaba con tu ombligo,
con ese beso de cine
que, aunque yo no te lo pido,
en mi mente hoy es sublime,
será cosa del destino...
Y no lo puedo negar,
desde que pude conocerte
mi mundo dejó de girar.
Se queda embobado al verte,
aunque no puedas notar
que en tu espalda quiero perderme.
Y no lo puedo negar,
no hay mejor acorde que un arpegio entre tus manos.
Tu cuerpo quiere cantar,
y mi colchón, desafinado,
quiere poder escuchar
versos que no he recitado.
No hay domingo que no vengas,
que no aparezcas en mi mente recordando
a ese sueño que no llega,
a la muerte de no estar contigo,
que no hay vida si te alejas.
Mis lágrimas ya se suicidan.
Si no vienes a acurrucarlas entre tus dedos,
déjalas, que ellas decidan.
No las culpo de su miedo,
su amor nunca correspondías.
Y no lo puedo negar,
miento bajo el alud de una amistad desmoronada.
Siempre fuiste mucho más,
protagonista de mi historia,
acorde y color central,
lienzo y pauta de mis notas.
Y no lo puedo negar,
no hay amistad entre los dos si un corazón late más fuerte,
y el mío quiere estallar,
hasta en el menor de sus pedazos
tu siempre estarás presente.
Anidaste en mi cabeza,
impidiendo que pudiera alzar el vuelo.
Fuiste mi mayor flaqueza,
talón de Aquiles y el secreto
para levantar la cabeza
y buscarte hoy en silencio...
Siempre fuiste un motivo para tener la cabeza ocupada.
Flautista.
domingo, 23 de febrero de 2014
martes, 11 de febrero de 2014
14.
Se clavaron en su cabeza
mil palabras cuando hablaste de otro sueño,
cuando no estaba en tu historia.
Para él no había más cuentos,
no besaste su memoria.
Cayó de bruces contra el suelo
y no supo levantar de la derrota.
Tiró su amor como señuelo
y el sedal trajo su alma rota.
Y no te pudo culpar,
hablaste de algo pasajero,
de amor etéreo, de un sueño fugaz.
Condenado ocultó su gran tormento.
Suicidando su inocencia,
descubrió que sin los dados perdió el juego,
pues en tu mente no reina,
y la amistad que te ha ofrecido
su amor ya por siempre entierra.
Se ha cansado de fingir,
decidió esperarte para siempre,
pero mucho ha de sufrir,
son balas tus besos a otra gente.
Se ha cansado de fingir,
diciembre se fue y le llenó de sueños,
quiso ser el aire para ti,
tú fuiste el mayor de los venenos.
Por eso ahora se está escondiendo,
porque duele ver que no le miras,
y le agota el sufrimiento,
fingir que llena una vida vacía.
No le culpes si te evita
herido de amor no correspondido,
intenta escapar, salvar la vida,
pues por ti todo lo ha perdido.
Y el catorce de Febrero
Cupido vuelve a ser idiota,
sus flechas harán mil astillas
a un corazón que por ti explota.
«Siempre serás un motivo para huir de San Valentín».
Flautista.
martes, 4 de febrero de 2014
Despertar...
Cuando despertó, descubrió que sus ojos estaban secos y cansados de llorar. La constante lucha de su cuerpo por curar sus heridas le hizo acabar construyendo una armadura de cicatrices, una marca que le recordase lo que se siente cuando el corazón te explota en el pecho, cuando cometes el error de amar a alguien hasta que tu vida te destruye con los puñales del amor no correspondido.
Su cuerpo ya no sentía frío, o eso creía. Había olvidado lo que es el calor, perdiéndose en un mundo gris que le impidió recordar el color de un abrazo o el sabor de esos besos que, por no llegar a darlos, caducaron dentro de la despensa de su alma, marchitando el jardín de lo que siempre quiso regalar a los demás, y convirtiendo su cuerpo en el más árido de los desiertos, donde el oasis de tus dedos nunca vendría para refrescar su espalda.
Intentó comprender a qué se debía la traición de su mente, la creación de recuerdos contigo en los que el menor de los paseos se convertía en una experiencia de final no deseable, como una obra de teatro sin escena del beso en la que el café de tus labios nunca quiso venir para interpretar un papel de nuestra historia.
Su vida era la peor de las mentiras, una pantomima en la que fue víctima y verdugo de sueños, pues su amor siempre fue un lobo con piel de cordero, que despellejó el alma de los que se ilusionan, de los soñadores que creyeron cambiar el futuro y de los que lloraron al ver que un presente es un regalo que nunca ha pasado.
Y así descubrió el engaño, el truco de querer en un amor hipotecado, pues no existe mayor sufrimiento que el de un amor que enjaula al enamorado, arrancándole de raíz del suelo por haber crecido sin sustrato, pues siempre dolió querer a quienes nunca nos han amado.
Por eso decidió rendirse, porque respirarte duele, porque asfixia cada centímetro que os separa y estalla la tormenta imaginando el roce de vuestros cuerpos. Pero ese roce nunca llega, y la primavera llora en silencio mientras intento llenarte de flores cada martes.
Sin embargo, no quiso despedirse, ni despedirte de sus ilusiones. Siempre pensó que la vida es para los que se esfuerzan, para los que luchan por conseguir lo que se merecen, y compartir su vida contigo siempre fue un motivo para seguir luchando. Desde entonces, está junto a ti en silencio, dormido, enterrado en una amistad fingida, esperando señales por las que su corazón quiera seguir latiendo...
Siempre fuiste un motivo para dormir y soñarte de nuevo.
Flautista.
Sin embargo, no quiso despedirse, ni despedirte de sus ilusiones. Siempre pensó que la vida es para los que se esfuerzan, para los que luchan por conseguir lo que se merecen, y compartir su vida contigo siempre fue un motivo para seguir luchando. Desde entonces, está junto a ti en silencio, dormido, enterrado en una amistad fingida, esperando señales por las que su corazón quiera seguir latiendo...
Siempre fuiste un motivo para dormir y soñarte de nuevo.
Flautista.
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