Vi que llegaba el final
cuando rompí todos mis principios.
¿En cuánto tuve que ver
para acabar desaparecido?
Olvidar suele doler.
No lo logro recordar.
Me lo impide este puñal
que se clava en mi pecho hoy vencido.
Aún así, esto no lo busqué.
Nunca quise ningún mal
pero a veces, al caminar
uno se siente perdido.
Y parece que tropecé...
Hoy ya no sirve llorar.
Las heridas se curan muy mal
con lágrimas. Es tiempo perdido.
Y mi tiempo no logro encontrar...
Tal vez toque abandonar.
Es mejor retirarse y no morir vencido,
pero mi guerra debe acabar
aunque me busque en otros destinos.
Ahora toca descansar.
De ser fuerte ya me he rendido...
De todos modos, quiero jurar mis dos palabras más sinceras:
Lo intenté...
Flautista.
sábado, 19 de diciembre de 2015
viernes, 18 de diciembre de 2015
Supernova
A veces hay estrellas que se hacen demasiado grandes.
Basta con mirar al cielo una noche para sentir su luz, para ver cómo se iluminan y te guían en los momentos más oscuros.
Lo mejor de las estrellas es que todos tenemos alguna.
Puede que las encontremos en la noche más inesperada. En el momento en el que nadie lo imagina aparecen y vienen para quedarse, para que no te sientas solo, para mostrarte el camino si te pierdes y para darte esperanza cuando todo está perdido.
Pero las estrellas no están siempre. Las estrellas también cambian.
Las enanas blancas se convierten en gigantes rojas y los soles, eclipsados, envejecen hasta morir en supernovas.
Este es el momento más duro, cuando tu firmamento desaparece, cuando te quedas a oscuras y no encuentras luces que te amparen. Todo se ve entonces como un agujero negro, como una trampa mortal que destruye todas nuestras realidades.
Sin embargo, estos momentos son para tener paciencia, para reflexionar y reflexionarse. Así, el pesimismo desaparece, el alma se reagrupa y, casi sin darte cuenta encontrarás nuevas estrellas que marquen tu camino.
Porque no podemos olvidar que el más hermoso universo nació de la más horrible supernova.
Basta con mirar al cielo una noche para sentir su luz, para ver cómo se iluminan y te guían en los momentos más oscuros.
Lo mejor de las estrellas es que todos tenemos alguna.
Puede que las encontremos en la noche más inesperada. En el momento en el que nadie lo imagina aparecen y vienen para quedarse, para que no te sientas solo, para mostrarte el camino si te pierdes y para darte esperanza cuando todo está perdido.
Pero las estrellas no están siempre. Las estrellas también cambian.
Las enanas blancas se convierten en gigantes rojas y los soles, eclipsados, envejecen hasta morir en supernovas.
Este es el momento más duro, cuando tu firmamento desaparece, cuando te quedas a oscuras y no encuentras luces que te amparen. Todo se ve entonces como un agujero negro, como una trampa mortal que destruye todas nuestras realidades.
Sin embargo, estos momentos son para tener paciencia, para reflexionar y reflexionarse. Así, el pesimismo desaparece, el alma se reagrupa y, casi sin darte cuenta encontrarás nuevas estrellas que marquen tu camino.
Porque no podemos olvidar que el más hermoso universo nació de la más horrible supernova.
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